Nos hicieron mayores, se vaciaron todos los carruseles. En gran medida, somos seres a los que arrancaron de la infancia. Quizá sea la definición más exacta del ser humano.
Cada vez a más temprana edad nos arrancan la infancia, la inocencia, la magia....para convertirnos en seres de consumo, sin voz, sin pensamiento interno, sin imaginación....en definitiva, sin ser. Cada vez a más temprana edad nos extraen el mundo de la fantasía para llevarnos a su mundo oscuro de nuevas tecnologias en el que los niños han de ser fotocopia de adultos y empezar asi temprano su consumo y alienación...que pena...
13 comentarios:
Estoy de acuerdo contigo.
Yo me siento arrancada de muchos sitios, pero principalmente de mi infancia.
Besos nostálgicos.
;)
Me encantan tus retratos de interior. Pero este me ha dejado sin aliento...
A unos más que a otros, se la arrancaron.
Saludos
Algunos fuimos arrancados de ella, otros pasan de largo y no viven esa época, el frío de la humanidad se hace cargo de ella.
Y qué poco dura la infancia.
Qué bonitas son estas entradas, Pedro.
Un beso.
Vivir en una continua infancia también puede ser una pesadilla. Crecer es aprender y disfrutar de la experiencia de la vida también es un arte.
Siempre queda alguna clase de cordón umbilical con aquello.
Cada vez a más temprana edad nos arrancan la infancia, la inocencia, la magia....para convertirnos en seres de consumo, sin voz, sin pensamiento interno, sin imaginación....en definitiva, sin ser. Cada vez a más temprana edad nos extraen el mundo de la fantasía para llevarnos a su mundo oscuro de nuevas tecnologias en el que los niños han de ser fotocopia de adultos y empezar asi temprano su consumo y alienación...que pena...
Para que este tipo de pensamientos acusan a la mente hay que tener cierta edad, a la que muchos ya hemos llegado, inevitablemente.
Un abrazo
Y de dónde arrancan a quienes, directamente, no tuvieron ni pizca de infancia?
Pd- Dejemos constancia de esta verguenza mundial en pleno Siglo XXI
Y nos pasamos el resto de la vida tratando de recuperarla hasta que al final y a nuestro pesar caemos en ella nuevamente.
Tal vez teníamos cierta prisa por emprender un vuelo posiblemente incierto, pero lleno de ilusiones.
Yo quería quedarme en ella porque la mía fue feliz.
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