jueves, 31 de octubre de 2013

Balance de la lectura de Intemperie de Jesús Carrasco y noticias de nuestras lecturas.


Intemperie es una excelente novela que llega tarde y pronto. En el contexto de la literatura occidental, especialmente en la anglosajona, en la que ha querido instalarse públicamente el autor en sus declaraciones, no supone ninguna novedad, sino todo lo contrario, llega cuando el género parece comenzar a agotarse. Este tipo de narrativa, que tiene ya unos cuantos años de vida y que ser remonta a precedentes claros cuya raíz común es el naturalismo de finales del siglo XIX y su tronco crece con el expresionismo y el existencialismo por un lado y la recuperación del sentido trágico que se dio en el siglo XX, especialmente en el teatro. Influida por los géneros cinematográficos que buscan esas nuevas formas de reavivar la esencia de la tragedia clásica en un mundo moderno, esta tendencia gana adeptos y sorprende, sobre todo, cuando recrea un ambiente casi apocalíptico, de final de los tiempos, en los que los seres humanos son víctimas de un entorno hostil y de otros seres humanos que se comportan con inusual violencia (la exageración de los rasgos es una de las características del género), en el que deben aprender a sobrevivir con unos pocos recursos y la ayuda de aquellos que también son vícitmias pero aún guardan comportamientos piadosos. El final de este tipo de argumentos dependerá de las creencias y la ideología del autor: cabe desde la visión esperanzadora hasta el nihilismo más absoluto. Hemos analizado cómo en Intemperie Carrasco se decanta por una visión teológica, por mucho que no lo parezca a primera vista.

En el contexto español, la novela ha sorprendido porque tal y como se nos ha presentado -es decir, con la intensidad con la que usa todos los recursos de esta fórmula narrativa y el excelente trabajo editorial- ocupa un lugar vacío en la narrativa española actual. Es decir, en Intemperie se aúnan la excelencia de la escritura y la oportunidad. Sin embargo, no carece de precedentes y aunque el autor no quiera adscribirse a ellos, es justo recordar los principales, como ya hicimos en la primera entrega de esta lectura.

Sin embargo, Intemperie es una vía muerta. Este tipo de fómulas literarias, por sus mismas características, diícilmente pueden tener eco. Más excatamente: los ecos nunca están a la altura de la voz primera. Carrasco sólo podría continuar este tipo de narrativa con éxito si se decantara definitivamente por una narrativa alegórica, como ya hiciera, por ejemplo, Saramago, maestro del género. De todas las formas, las indudables habilidades técnicas demostradas en Intemperie y la sabiduría mostrada a la hora de construir una narración hacen concebir esperanzas sobre las próximas obras de este autor. Sería deseable que Intemperie fuera un impulso y no una losa.

Noticias de nuestras lecturas

Pancho concluye sus aportaciones sobre Intemperie fijándose en los detalles y de allí saca conclusiones nada pequeñas, sino sustanciales, sobre la novela. Excelente entrada esta.

Mª Ángeles Merino relata la angustia de la escena del torreón desde las emociones del muchacho protagonista, lo que aumenta la intensidad de su significado.

Paco Cuesta llega a la raíz de una de las características de Intemperie: la esencialidad de las cosas por la que sobran nombres de personas y lugares y los datos del tiempo. Carrasco, en efecto, juega con las emociones universales para conseguir el efecto querido en la recepción.

En noviembre, la Estafeta romántica de Benito Pérez Galdós



En diciembre leeremos La estafeta romántica, de Benito Pérez Galdós (Episodios Nacionales, Tercera serie, número 26), obra de la que hay suficientes ediciones comerciales en papel y libro electrónico y que podéis encontrar en una correcta edición digital gratuita en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes aquí. En esta Biblioteca tenéis una excelente información sobre el autor y su obra en el portal correspondiente. Como os dije al publicar la lista de obras del presente curso (que podéis encontrar en este enlace), tenía ganas de volver a los Episodios Nacionales y he querido hacerlo a través de uno de los menos conocidos que os sorprenderá a aquellos que tengáis una idea preconcebida de estas novelas galdosianas. Comenzamos el jueves próximo.

martes, 29 de octubre de 2013

El mundo inacabado


¿Cuándo nos encerraron en burbujas para que no pudiéramos sentir el contacto del otro? Cuando decidimos que habíamos terminado de hacer el mundo y solo nos interesaba aquello que teníamos más a mano.

lunes, 28 de octubre de 2013

Me sobraba un dedo


Esta tarde, al entrar en el gimnasio intenté ponerme los guantes pero me sobraba un dedo. Cambié de mano, les di la vuelta pero seguía sobrándome un dedo y así era imposible cerrar el velcro y comenzar mi rutina de ejercicios. Lo intenté varias veces. Se me ocurrió pensar en las pocas cosas que encajan de verdad en este mundo y cómo todos intentan forzar las piezas de un puzle imposible incluso recortándolas o doblándolas.  Decidí que lo que me sobraban eran los guantes.

domingo, 27 de octubre de 2013

Sobre la construcción del concepto España: oy los reyes d´España sos parientes son

 Escultura en hierro reciclado de Juan Jesús Villaverde

Otra vez España como problema. En realidad, el cuestionamiento es parte de su esencia como estado desde que se forjara en tiempos de los Reyes Católicos a quienes, por cierto, no les sorprendería tanto lo de la monarquía federal, concepto que se ha puesto de moda ahora como intento de superar la intensidad del movimiento independentista en Cataluna. En el fondo, es lo que ellos hicieron y lo que se mantuvo hasta la llegada de los Borbón en el siglo XVIII. En contra de la lectura simplista e interesada de la época franquista, los Reyes Católicos construyeron una vigorosa unión a partir del respeto escrupuloso de la identidad de las partes, la Corona de Castilla y la Corona de Aragón. Por eso, los liberales españoles de finales del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX admiraban como modelo aquel estado que nació de los Reyes Católicos y no el de Carlos V o Felipe II. Es curioso que se nos olvide que el impulso mayor del concepto España se dio precisamente al formar un proyecto que tenía en cuenta la diversidad interior. De hecho, cuando Fernando quiso desgajar Aragón de ese proyecto tras la muerte de Isabel fueron los nobles catalanes y la alta burguesía barcelonesa quienes se lo impideron. Les interesaba y mucho ese proyecto, creían en él y, como sucedía en el territorio de la Corona de Castilla, veían un impulso claro que convertiría finalmente a España en la primera potencia mundial en el siglo XVI. No debería olvidarse esa lección porque son las épocas con una tendencia más centralizadora y menor respeto a la diversidad las que han provocado aquí que el proyecto común deje de funcionar. Felipe II, los Borbón o Franco en la historia y actualmente los fanáticos radicales de una unidad a machamartillo  han hecho más por aumentar la independencia catalana que los mismos independentistas, que ven en la reacción sentimental a los excesos de aquellos su mejor forma de aumentar partidarios.

El nacimiento de España como proyecto político y no solo como unidad cultural o geográfica, está vinculado a un momento clave de la historia del Reino de Castilla desde la que creció hasta convertirse en la raíz que uniría los diferentes reinos no tanto por imposición -como afirman muchos nacionalistas- sino porque contaba con una idea de proyecto común coherente, el único, en realidad, debajo del cual podrían reunirse todos los territorios peninsulares. A mediados del siglo XIII, Alfonso X el Sabio se convierte en rey de Castilla y, sin que debamos olvidar las bases que había formulado ya su padre, Fernando III el Santo, busca la forma de cristalizar la modernización del reino, dotándolo fundamentalmente de un sentido en la historia. Es la labor cultural impulsada por Alfonso X la que da legitimidad definitiva al reino de Castilla para continuar la lucha contra los reinos musulmanes -construyendo definitivamente esa inteligente falsificación histórica que esconde el concepto de Reconquista- y convertirse en una monarquía cuyos designios históricos -dentro, por supuesto de la visión teológica de la historia- son los de ponerse al frente de los reinos cristianos peninsulares y, finalmente, europeos. Alfonso impulsa la revisión y ordenación de todo el material histórico y legendario para que Castilla se convierta en un reino elegido por Dios para gobernar el mundo: el magno proyecto de la General Estoria comenzaba en la Biblia para llegar provindencialmente hasta él como rey de Castilla. Ya estaban formuladas las bases teóricas para comenzar la propaganda y el adoctrinamiento en la práctica.

Suele pasar desapercibido a los estudiosos el uso que se hace en ese aspecto del Cantar de Mio Cid, pero en él hay un proyecto de España que coincide ideológicamente con el del rey Alfonso, que supo aprovecharse oportunamente de la leyenda existente en torno al héroe castellano. No sería de extrañar, en absoluto, que parte de este proyecto se encuentre en la redacción del texto definitivo del Cantar. El caso es que el único manuscrito existente es de una época posterior a Alfonso X y no anterior y que por mucho que el texto final sea fiel al que copia de principios del siglo XIII nadie puede afirmar cómo era este en realidad y qué cambios introdujo. Incluso la prosificación del Cantar de Mio Cid en la Crónica de veinte reyes es parte indudable de ese proyecto. Aquellos que afirman que un mismo texto pudo trasmitirse de forma tradicional durante más de un siglo se empeñan en algo extravagante. Aunque la trasmisión tradicional de un texto busque siempre la fidelidad al texto de partida, debe adaptase a los cambios de mentalidad y lingüísticos que se obran durante ese tiempo, a no ser que quiera arriesgarse a dejar de gustar o, incluso, a no ser entendido. Y al fijarse en una copia manuscrita admite los cambios que el copista quiera introducir.

Son varias las ocasiones en las que en el Cantar de Mio Cid se cita la palabra España. Su uso es debatido: unos creen que se refiere a la España cristiana o a la musulmana, otros a la totalidad de la Península. La bibliografía también es extensa sobre el nacimiento y acepciones del concepto España y su uso durante la Edad Media. En las discusiones suele aparecer, casi siempre para mal, la ideología de quien opina a partir de los sentimientos nacionalistas. De esto no escapa ni siquiera el que más trabajó para situar la filología española en parámetros modernos y puso la base de la lectura correcta del texto, don Ramón Menéndez Pidal hijo, al fin, de su tiempo y de las necesidades del momento.

Hay que recordar algunos elementos esenciales para comprender lo que sigue y pido disculpas para aquellos a los que resulte obvio:

1º.- El Cantar de Mio Cid, tal y como nos ha llegado, es posterior a la vida de don Rodrigo Díaz de Vivar y, por lo tanto, los usos conceptuales de la palabra España corresponden a la época del texto, no a la época del Cid. Son varios los textos que cuentan las hazañas del Cid y es de suponer la existencia de cantos épicos castellanos sobre el héroe anteriores a Cantar definitivo. Muy posiblemente influyeron en la redacción última que algunos vemos como integración de un material previo en una redacción que aunque sólida muestra algunas costuras que lo evidencian. De hecho, aunque corregida posteriormente, Pidal elaboró su teoría del doble autor y doble época de composición a partir de esas evidencias.

2º.- El texto tal y como está  no es una obra popular -entendida como obra compuesta y cantada por el pueblo- sino obra de un autor muy culto, vinculado a las élites sociales, que diseña un relato perfecto tanto en su técnica como en su intencionalidad para que pueda ser admitido en la trasmisión tradicional y aceptado por el pueblo castellano, al que se instruye con él sobre la legitimidad de Castilla, sobre las nociones esenciales de su historia que interesan a dichas élites en sus pretensiones políticas y sobre el comportamiento ejemplar del personaje que se construye como el mejor de los castellanos. De hecho, cuanto más sabemos del Cid histórico, mayor es la distancia con el legendario reflejado en los cantares de gesta y los romances que cantan sus acciones. No debemos suponer en el Cantar una construcción que vaya del pueblo a la Corte, sino al revés. El autor -o autor último en el caso de que haya varios- pone toda su destreza, que es tanta que resulta una obra maestra, para construir un texto que divulgue adecuadamente lo que se quiere afirmar como verdad incuestionable. Cabe recordar que la épica era entendida como historia antes que como literatura. Y, como tal, se prosificaba en las crónicas. Por eso mismo, el único manuscrito conservado se ha descartado hace tiempo como manuscrito de juglar -cosa que se pensaba antes- y parece corresponder mejor a un cuidado pero no lujoso texto destinado a ser conservado en un archivo como prueba documental, quizá del origen de Rodrigo Díaz como natural de Vivar, en una época en la que ya se suscitaba la rivalidad entre esta localidad y Burgos para ser la cuna del héroe, sobre la que no hay ningún documento fiable. De hecho, el primer lugar en el sabemos que se conservó el manuscrito es, significativamente, el Archivo del Concejo de Vivar.

3º.- El manuscrito es una copia del siglo XIV de un texto del siglo XIII cuyo cuerpo fundamental es idéntico a la prosificación en la Crónica de veinte reyes y lo sitúa, significatívamente, en el ámbito del gran proyecto de revisión de la historia de España -y, singularmente, de la de Castilla- impulsada por Alfonso X el Sabio. Aunque podamos afirmar como cierta la fecha que nos sitúa ese texto anterior en 1207, no podemos estar seguros de las partes que se alteraron. Recordemos que Alfonso X tenía entre sus proyectos el ser reconocido como Emperador y aunque el cargo se obtenía fundamentalmente por la capacidad para comprar los votos y adquirir las alianzas necesarias entre los príncipes electores, debía legitimarse con argumentos históricos y teológicos y los documentos necesarios -fueran estos verdaderos o no-. Gran parte de los trabajos históricos promovidos por Alfonso X tuvieron ese destino: demostrar no solo que era el mejor candidato sino que era el único posible por designación divina. Para eso, no duda en forzar la lectura de la Biblia, echar mano de la leyenda de la tumba del Apóstol Santiago y del Cid. Alfonso X, que en esto era muy superior a su rival para el puesto, articula un entramado histórico perfecto por el cual Castilla resulta el nuevo reino favorecido por Dios en sus designios y sus reyes el modelo perfecto del monarca cristiano. Sin embargo, debió finalmente renunciar a sus pretensiones porque su rival supo manejarse mejor en la política real. El hecho de que el Cantar de Mio Cid se encuentre prosificado en la Crónica de veinte reyes no es inocente. Y también resulta significativo que el texto final del Cantar de Mio Cid pueda relacionarse con esta época e intención. Hasta el punto de que puede afirmarse que el Cantar de Mio Cid tal y como nos ha llegado es una herramienta más en el proyecto de Alfonso X el Sabio, sin que con esta afirmación pretenda que sea él quien directamente impulsara la modificación del texto tradicional.

Llegamos a la parte final del Cantar de Mio Cid, en donde está la afirmación más tajante del concepto España de cuantas aparecen en la narración. Con la derrota y muerte de los infantes de Carrión en el juicio de Dios sostenido para limpiar la deshonra de la Afrenta de Corpes, el Cid está en el momento de mayor esplendor de su honra. Lavada tiempo antes la deshonra que motivó su destierro, con la conquista de Valencia y la reconciliación con el rey, la derrota del bando de los Infantes lleva a Rodrigo Díaz a la culminación de su vida (cabe recordar que toda la parte correspondiente a los infantes de Carrión es legendaria y no histórica). En vida no puede ir más allá: se ha convertido en el modelo perfecto del castellano y un elegido por Dios. Otras leyendas desarrollarán lo que sucede tras su muerte, convirtiéndolo en un santo cuyos restos son capaces de realizar milagros como los recogidos en la Leyenda de Cardeña. Pues bien, es justo en ese momento cuando el narrador afirma:

Andidieron en pleitos los de Navarra e de Aragón,
ovieron su ajunta con Alfonso el de León,
fizieron sus casamientos con don Elvira e con doña Sol.
Los primeros fueron grandes, mas aquéstos son mijores,
a mayor ondra las casa que lo que primero fue.
Ved quál ondra creçe al que en buen ora naçió,
quando señoras son sus fijas de Navarra e de Aragón,
oy los reyes d'España sos parientes son,
a todos alcança ondra por el que en buen ora naçió.

Es la honra del Cid la que da verdadera altura a los futuros reyes de España gracias al nuevo casamiento de las hijas del Cid con los infantes de Navarra y de Aragón. Su descendencia terminará rigiendo los reinos de la España cristiana. Esto, que no sucedió realmente hasta 1201, ayuda a fechar el texto, pero lo importante es lo afirmado: es la sangre del Cid, del héroe castellano, la que articula esos reinos cristianos. El uso de la palabra España en ese momento es de un gran significado puesto que viene a construir la idea de España desde Castilla cosa que, sin duda, debió entusiasmar a Alfonso X metido como estaba en su proyecto imperial. El Cid, un héroe castellano, se convertía así en el punto de unión necesario de todos los reinos cristianos peninsulares. El broche que necesitaba el rey Alfonso.

sábado, 26 de octubre de 2013

Quizá la primavera sea diferente. Reflexiones sobre el libre albedrío


No somos libres. No hablo de la libertad en términos socio-políticos sino de algo más profundo, que nos hace humanos o que pensamos que era lo que nos distinguía como especie. Algunos científicos afirman que no existe la libertad de elección. El libre albedrío sería tan solo una ilusión, un espejismo con el que nos engañamos. La neurociencia avanza rápidamente en la comprensión de la forma en la que actúa nuestro cerebro y cada vez con mayor precisión demuestra que nuestras acciones futuras están condicionadas por procesos mentales previos no conscientes que proceden de un entramado complejo genético y hábitos aprendidos desde la infancia. Según esto, somos previsibles porque este es el funcionamiento natural de la mente humana. Si alguien consiguiera desentrañar las claves con las que funciona nuestro cerebro sabría cómo actuaríamos en la hora siguiente ante cualquiera de las decisiones que tomamos de forma continua -la vida es decidir en todo momento-. Como los que usan procedimientos estadísticos para reventar un casino. No es ciencia ficción, ya tenemos la aplicación ordinaria de una aproximación con excelentes resultados: los grandes ordenadores de las corporaciones más importantes rastrean nuestra actividad en Internet y saben más de nuestra vida y de nuestras decisiones que nosotros mismos; los buenos sociólogos de masas que aconsejan a los políticos saben interpretar las encuestas para que den resultados electorales o permitan manejar los aspectos mayoritarios de la opinión pública.

Por eso, si quieres cambiar tu forma de proceder en el futuro tienes que introducir pacientemente esa variante en tu mecanismo cerebral hasta que se convierta en hábito. Es decir, para actuar libremente mañana tienes que usar hoy toda tu consciencia, detenerte y romper la dinámica que te ha traído hasta el presente. Y aún así debes vigilarte porque la parte de tu cerebro que puedes modificar será tan mínima al principio que la tendencia del ser humano a actuar sin pensamiento consciente terminará volviéndote a los pasos por los que caminabas. Nada que no supiéramos: para ser libre tienes que ser consciente, esforzada y tenazmente consciente. Y la primera lucha es contra uno mismo.

Hoy me he acodado en el pretil del puente. Es bueno pararse así, en este otoño. Quizá la primavera sea diferente.

viernes, 25 de octubre de 2013

El conflicto de Intemperie de Jesús Carrasco y noticias de nuestras lecturas.


La desnudez del páramo en el que trascurre la acción de Intemperie y la ausencia de diálogos no debe confundirnos: el trabajo sintético del autor no elimina los detalles. De hecho, la novela está llena de ellos. Mayoritariamente se decantan por desarrollar el simbolismo expresado en el título y corresponden, por una parte, a la dureza del paisaje y la violencia de los personaje contrarios al protagonista. Por otra, aquellos que se relacionan con el protagonista: los detalles que revelan su temor y aquellos que le van atando al cabrero. En ambos casos se concreta al máximo. Es curioso cómo el autor consigue que el lector salga con la sensación de abstracción en una novela tan llena de detalles. Y quizá lo consigue con una de las técnicas narrativas mejor trabajadas por Carrasco: la omisión de elementos sustanciales.

El conflicto que se plantea en Intemperie es la huida del muchacho para alcanzar la libertad. Pero el lector nunca llegará a ser informado plenamente de las razones de la huida. Sabiamente, Carrasco deja las suficientes referencias para que lleguemos a la conclusión de la razón de la huida: el niño es sometido a vejaciones con el consentimiento del padre. Y aquí viene otra de las omisiones fundamentales: no se desarrolla plenamente la vida del muchacho antes de la huida. Tenemos información que nos habla de una sociedad poco solidaria y una familia en la que la ausencia de la madre y la ternura es la marca más explícita.

El héroe -el muchacho-, en su lucha por la libertad parte del lugar más bajo posible: destruida su dignidad, solo y atemorizado como un animal herido, se refugia simbólicamente en un hoyo. Pronto sabremos que su huida está mal planificada y que le expone a una naturaleza que no se apiada de él sino que parece someterlo a una dura prueba de supervivencia, como si fuera el Dios del Antiguo Testamento. Sin embargo, este paisaje, que parece ser un antagonista del héroe no lo es, precisamente por esa misma razón: somete a prueba a aquellos que quieren vivir en él y el héroe resolverá su conflicto en la medida que consiga alcanzar esa adaptación. En el desarrollo del conflicto contará con antagonistas -sus perseguidores y aquellos que los ayudan- y un único ayudante, el cabrero. Las razones del cabrero son varias pero el lector intuye que él antes sufrió la misma experiencia del muchacho. De hecho, su carácter es precismente el de aquel que se ha adaptado al paisaje a partir de muchas renuncias (renuncia a la defensa, renuncia a la vida en sociedad) y un puñado de valores (respeto al paisaje y a los seres vivos y plantas que viven en él, solidaridad con los perseguidos, piedad con los que sufren). Ambas cosas serán su herencia. El muchacho saldrá adelante en tanto en cuanto asimile -no hay un proceso intelectual marcado en la novela, es más bien un proceso natural de aprendizaje- todo ello. Por eso el final deja al lector una mezcla de sensaciones entre las que están la alegría y una cierta amargura ante un ciclo que parece repetirse inevitablemente. Todo dependerá de si comparte o no esa resolución del conflicto marcada por la aceptación de las normas de supervivienca de un paisaje que con tanta dureza simboliza la vida del ser humano.

Noticias de nuestras lecturas

El pasado martes 22 tuvo lugar la primera sesión del Club de lectura presencial, hermano del que mantenemos aquí, que es posible gracias a la labor de la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la Universidad de Burgos, que tan buena labor está realizando desde su fundación. Nos reunimos en la sala habitual de la Biblioteca General de la Universidad de Burgos. En el presente curso el número de participantes ha aumentado y, por primera vez, cuenta por la asistencia de algunos lectores que son viejos amigos de La Acequia desde el inicio del Club, cuando comenzamos a leer el Quijote, con lo que ellos hacen visible la unión de ambos formatos del Club de lectura. Nos reuniremos, como es habitual, una vez al mes, para comentar el título correspondiente y, al final del curso, tendremos una excursión relacionada con la ultima lectura, como hicimos en el mes de julio pasado al seguir la ruta de El Hereje de Miguel Delibes. En el presente curso hay una novedad: tres títulos del próximo curso saldrán del proceso de selección que se realizará en las reuniones del Club de lectura presencial, por medio de un proceso de votación a partir de las propuestas iniciales.

Mª Ángeles Merino pone voz al muchacho y lo hace llegar hasta el castillo, espacio en el que ocurren, como sabéis, cosas que harán girar el relato hacia su desenlace. No os perdáis su cuidadoso trabajo de ilustración.

Mimosa da las razones por las que ha llegado a Intemperie y concluye su lectura con una afirmación certera: esta novela es de las que dejan una huella en el lector para siempre. Tiene razón, no se olvida fácilmente.

Paco Cuesta argumenta magníficamente en su entrada última sobre la cadena que lleva al éxito de Intemperie y se interroga sobre el éxito posterior de la fórmula.

Pancho resalta magistralmente el juego con el ritmo de la acción que es una de las claves de este relato, así como la relación entre el niño y el muchacho y la lucha de ambos contra el mal desenfrenado de esa cuadrilla de la muerte.

Lectura correspondiente al mes de noviembre



El próximo mes leeremos La estafeta romántica, de Benito Pérez Galdós (Episodios Nacionales, Tercera serie, número 26), obra de la que hay suficientes ediciones comerciales en papel y libro electrónico y que podéis encontrar en una correcta edición digital gratuita en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes aquí. En esta Biblioteca tenéis una excelente información sobre el autor y su obra en el portal correspondiente. Como os dije al publicar la lista de obras del presente curso (que podéis encontrar en este enlace), tenía ganas de volver a los Episodios Nacionales y he querido hacerlo a través de uno de los menos conocidos que os sorprenderá a aquellos que tengáis una idea preconcebida de estas novelas galdosianas. Nos servirá de necesario contraste con Intemperie -aunque no sea, precisamente una relaxing cup of café con leche-. Comenzamos el primer jueves de noviembre. El próximo terminamos la lectura de Intemperie.

Como el próximo mes de diciembre leeremos Todo lo que era sólido de Antonio Muñoz Molina, os invito a leer el discurso que pronunió ayer al recoger el Premio Príncipe de Asturias a las Letras, que podéis descargaros aquí y que tiene mucho que ver con este ensayo.

jueves, 24 de octubre de 2013

Motivos para apoyar las manifestaciones contra la reforma legislativa en materia de educación.


Dadas las movilizaciones convocadas para el día de hoy en el sector de la educación,
 retraso hasta mañana la publicación de la entrada correspondiente al Club de lectura 
y pongo de manifiesto mi opinión en un sector que me es tan cercano.
 Espero que los lectores de La Acequia lo comprendan.
Razón de la foto, en este enlace.

Podría aducir aquí varios motivos que me hacen apoyar las manifestaciones convocadas contra la reforma legislativa en materia de educación que promueve el actual gobierno español. El primero de ellos sería que la inspira un espíritu ideológico contrario al que yo deseo para la educación en España; el segundo que participa de unos principios pedagógicos que no son los míos. Pero todo esto podría debatirlo y aceptar puntos intermedios porque para eso está el debate académico, en el que nadie tiene la razón completa y debe entenderse la legislación como un lugar de encuentro.

También podría aducir que no se acompaña de un apoyo decidido a la promocion de los sectores económicos más desfavorecidos; que aparca en vías de difícil salida a quienes durante un tiempo bajen su rendimiento por la razón que sea. A esto le sumaría que se perpetra y consolida el ataque a las humanidades de los últimos tiempos, grave error con funestas consecuencias presentes y futuras para un país como España que debería estar a la cabeza de la promoción de la cultura en español y del humanismo.

Podría añadir también los modos con los que actúan el Ministro y varias personas del Ministerio que, casi desde el día siguiente a su toma de posesión, han cargado con virulencia y sarcasmo contra los profesionales de la educación a los que han acusado de forma continuada de vagos y privilegiados sin distinguir tirios de troyanos. Y que estas acusaciones no han venido nunca acompañadas de las medidas para dignificar este oficio, como son favorecer la correcta formación y retribuir a los profesores de acuerdo con la valoración y exigencia que debe tener alguien que se dedica a educar lo mejor que tiene un país, los niños y los jóvenes.

Pero ninguno de estos motivos me parece más importante que el primero que debe darse en toda reforma en materia de educación. Ésta debe ser negociada y tener un consenso social y político amplio, cosa que no se da en la ley sometida a debate puesto que tiene contestación incluso entre los gobernantes autonómicos que pertenecen al mismo partido del gobierno nacional. Cuando una ley basa su legitimidad en la exclusiva legalidad que da una mayoría absoluta parlamentaria, se aprueba con plazo fijo de caducidad, el que marca la pérdida de esa mayoría absoluta. Y el país ya ha sufrido demasiado en materia de educación en los últimos veinte años y a estas alturas lo que necesita es poner unas bases duraderas que permitan la continuidad del esfuerzo. Lo contrario es perder el tiempo.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Credo. Las Edades del Hombre de Arévalo (2013)


Reconozcamos una evidencia: el proyecto de Las Edades del Hombre fue una magnífica idea que aúnaba la divulgación amable de los principios del dogma católico con su expresión cultural y la restauración y puesta en valor del patrimonio artístico castellano y leonés. Las dieciocho ediciones avalan el éxito del proyecto.

Desde la primera exposición, celebrada en Valladolid en 1988, hasta la actualidad, ha contado siempre con el favor del público y el apoyo de las instituciones y medios de comunicación de una forma que se echa de menos en otras ocasiones. Incluso ha salido fuera de las fronteras castellano-leonesas: Amberes (1995) y Nueva York (2002), con un olvidable paseo por Madrid (2005). En gran medida, el éxito se debe a que supo encontrar el punto exacto de unión entre la divulgación de las creencias católicas con un proyecto museístico y el interés económico de las sedes. Gracias a este proyecto se han restaurado cientos de piezas de enorme valor del gran patrimonio artístico de la region y se han mostrado al público. Gracias a este proyecto también se ha dinamizado el sector turístico de las localidades por donde ha pasado y se ha favorecido a la hostelería. Quizá el proyecto ha continuado más allá de lo que se pensaba en su inicio, pero esto no es criticable en sí mismo, aunque da lugar a algunas caídas en calidad, oportunidad y oferta (fue el caso de Medina del Campo, que no de Medina de Rioseco, localidad que salió favorecida del experimento de la doble sede puesto que cuidó mucho más la edición correspondiente a 2011; también sucedió en Oña en 2012) y a la obligada pregunta de cuánto más puede alargarse la idea. Pero bienvenido sea todo lo que permanezca si esto contribuye a poner en valor el patrimonio artístico castellano y leonés, divulgarlo, llamar la atención sobre lo mucho que debió hacerse en su tiempo y no se hizo -las pérdidas por ruina, ventas legales y fraudulentas, desidia y robos son incalculables- y lo que aún queda por hacer. Y debemos alegrarnos si se contribuye a levantar las cifras económicas de los sectores afectados en las localidades que sean sede. Pero llegará un momento en el que el proyecto, por su propio bien, deba tener fin para no caer en el oportunismo, el interés lucrativo por encima de la calidad y en la repetición. De hecho, en las últimas muestras hay una cierta sensación de ya visto en algunos momentos.

Hasta el próximo 3 de noviembre la sede de las Edades del Hombre del presente año es la localidad de Arévalo, con el título de Credo.  La exposición, tanto en su parte divulgativa como en la artística, es irregular pero en su conjunto notable. En contra de lo esperado, el que se haya distribuido el contenido en tres espacios (iglesias de Santa María, San Martín y El Salvador) no perjudica el resultado. Las distancias son cortas y permiten al visitante pasear sin agobios ni de tiempo ni de trágico por el casco histórico de Arévalo. De las tres sedes, la primera es la más cuestionable en el contenido aunque en ella se halla lo que, desde mi punto de vista, es lo mejor de la exposición: el edificio mudéjar de la Iglesia de Santa María la Mayor y las impactantes pinturas de la cabecera con las que juega inteligentemente el audiovisual que se proyecta. Lo expuesto en las otras dos sedes es más previsible, aunque la colección de la iglesia de El Salvador deja un buen sabor de boca final. En ambas, la sorpresa se encuentra al salir de ellas: las esculturas en bronce de Venancio Blanco o Carmen dormida, la magnífica obra de Antonio López.

Como decía, estas exposiones aúnan otro interés: conocer los lugares en los que se muestran. Arévalo es una villa con gran importancia en la historia de España. Visitarla es comprender parte de la historia del Reino de Castilla. De aquellos tiempos queda lo suficiente para volver a Arévalo en cualquier ocasión: su casco histórico y el castillo, sobre todo. Del presente, su gastronomía es un buen reclamo. Sería deseable que cuidaran más algunos de los edificios que están fuera del circuito expositivo y que mantuvieran el interés por atender al visitante que han alcanzado en esta ocasión.

La próxima sede de Las Edades del Hombre será Aranda de Duero. Tengo razones para desear el éxito de esta convocatoria. Entre ellas, contar con un motivo más para volver a esta ciudad de tan grato recuerdo.



martes, 22 de octubre de 2013

Pasillos


Hubo una época en la que las casas se construían sin pasillos. Como las vidas de aquellos que quieren estar sin haber llegado.

lunes, 21 de octubre de 2013

Los primeros puestos de castañas asadas


Vino la Muerte a verme con la noticia de que aún no había llegado mi día. No sé qué problemas burocráticos habían provocado que mi expediente se traspapelara.

- No te preocupes. Lo encontraremos. Siempre lo hacemos.

- No hay prisa, cuando quieras.
- Mientras tanto -me miró a los ojos con una expresión dulce y tierna-, pasa un buen día. Ya han abierto los primeros puestos de castañas asadas. El otoño ha comenzado benigno y da gusto pasear lento al atardecer con un puñado en las manos mientras la ciudad se apaga. Busca con quien compartirlas.
- ¿Me acompañas?
- Tengo cosas que hacer, tú también, ve delante, te seguiré en cuanto pueda.

domingo, 20 de octubre de 2013

Como si no fuéramos a volver mañana


Qué cierto es que el mundo ni comienza ni se acaba en nosotros. Pero qué necesario es mirarse cada poco porque sin uno mismo nunca nos daremos al otro. Es difícil balance el del autorretrato. Hay días en los que me miro con cierto cariño -sobre todo al contarme las cicatrices- y otros que me riño -especialmente por esas palabras de más o esas sonrisas de menos o por no haber sabido evitar las tormentas previsibles-, días en los que soy mi más despiadado crítico y otros en los que consigo hacer un pacto de supervivencia para poder seguir adelante. Con la edad uno aprende que el día tiene una intención previa y un discurso ingobernable que hay que aceptar pero trazando la propia senda para atravesarlo. Y que llega un momento en el que la jornada se pliega y ya no tiene enmienda y es mejor hacer la cena, conversar con los seres queridos y con los fantasmas que pueblan la casa y marchar a la cama. Otros días son tan plenos que no merecerían terminar pero también acaban. Como todo. Porque todo acaba y por eso hay que dejar los cuartos del propio alma como si no fuéramos a volver mañana.

sábado, 19 de octubre de 2013

Hay que seguir aunque a nadie le importe


Hay que seguir aunque a nadie le importe. No me gustan las consignas que pretenden que uno debe aceptar esta sociedad que tiende a la reducción de derechos y al aumento de las distancias entre clases porque no hay otra opción. No me gusta que en España haya aumentado la pobreza hasta el punto de que suenen todas las alarmas sin que nadie parezca escucharlas y, a la vez, crezca el número de millonarios; no me gusta que una familia con dos trabajos tenga problemas para llegar al final del mes y deban sentirse privilegiados; no me gusta que se haya expulsado de toda esperanza a cientos de miles de familias enteras que viven debajo del umbral de la pobreza; no me gusta que nos hayan arrebatado el tiempo libre que dedicábamos a estar con los seres queridos porque tenemos que trabajar más horas por menos o por nada; no me gusta que se haya dejado de invertir en cultura; no me gusta que la investigación científica española se haya convertido en un páramo desierto; no me gusta que la sanidad pública, gratuita y universal se esté desmoronando; no me gusta que todas las semanas siga siendo noticia que cierran empresas medianas y que las pequeñas estén paralizadas  y un banquero diga que llega dinero de todas las partes a España; no me gusta que los fondos buitres extranjeros compren el país a precio de saldo. No me gusta. No me gusta que me digan que no me importe, que vaya a lo mío y me salve. No me gusta que me digan que mire para otro lado o me conforme con donativos. No me gusta que la administración que se paga con nuestros impuestos siga siendo opaca en su gestión y a nadie le importe, que nuestros políticos se dediquen al toreo de salón y no den la cara. No me gusta que cualquiera que ocupa un cargo en España piense que no tiene que dar explicaciones. No me gusta. No me gusta que de pronto las únicas normas de juego sean las que marcan un tipo de sociedad que agranda las diferencias, que destruye las redes familiares, que mide las distancias no por pasos sino por horas de avión, que mide lo que valgo en mi potencial de consumo. No me gusta la cara de resignación que se les ha puesto a la mayoría de mis compatriotas. Porque hay que seguir adelante aunque a nadie le importe, porque las fracturas sociales, si se agrandan, solo nos llevan a una sociedad injusta y a un remedo de democracia. Porque de nada sirve salvarte tú si llegas a una isla desierta. Porque no podemos dejar nuestra vida en manos de quienes nos han traido hasta aquí y eran culpables por ello y ahora se han puesto la chaqueta de socorristas.

viernes, 18 de octubre de 2013

Miró último (1963-1983): La experiencia de mirar


Desde 1956, Joan Miró gozó de un privilegiado refugio en Mallorca. No es que se aislara del mundo ni de la realidad española, a la que siempre estuvo atento, sino que su casa-taller mallorquina le permitió contar con el tiempo necesario para profundizar en su visión del arte y llevar a cabo proyectos que le interesaron más allá del ruido comercializador que invadió el mundo artístico a raíz de la postmodernidad, que tanto le debe a él como a los otros dos grandes pintores españoles de la primera mitad del siglo XX, Picasso y Dalí. Los tres vivieron lo suficiente para asistir al surgimiento del pop art y otros movimientos que sólo pudieron aparecer a finales de los años cincuenta del pasado siglo gracias a la continuidad de la vanguardia que representaron. Ya hemos hablado aquí de esta etapa de la vida de Miró con motivo de las obras que realizó a partir de la lectura de Ubú rey. Si en aquella ocasión Miró dejaba claro su compromiso ideológico, en la que hoy nos ocupa asistimos al compromiso estético con la vanguardia, todavía más intenso. No para canonizarla, precisamente, sino para avanzar en ella de una manera tan libre y personal que todavía hoy asombra. La edad no había frenado su creatividad sino que la había impulsado al encontrarse más allá de toda urgencia de éxito. Miró, además, hacía tiempo que había creado su propio estilo y pudo tomarlo como impulso para ir todavía más allá en su propuesta artística.

Miró último (1963-1983): La experiencia de mirar se muestra en Sala Valentín Palencia de la Catedral de Burgos hasta el próximo 8 de enero. La exposición, organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (de cuyos fondos proceden las piezas mostradas) es una magnífica oportunidad de comprobar todo lo dicho. La treintena de obras (pinturas y esculturas) nos muestran a un Miró que vuelve a la esencia de la vanguardia, que reclama para el proceso artístico el protagonismo -testimoniado también por el cortometraje expuesto, realizado por Pere Portabella en 1969- y que profundiza en la expresión del color, la ruptura de las expectativas del receptor, el tratamiento del espacio y la esencialidad alejada de toda anécdota. Hay mucho de ironía y de juego, incluso de humor. Pero de un juego que aborda lo único que le interesaba de verdad al pintor: el arte. Desde parámetros preculturales profundiza en la relación del ser humano con el paisaje a través de la pintura o de la escultura, quiero decir, del material con el que se hacen. O del ser humano con su propia esencia, como en las mujeres con pájaro de su obra cuya relación desarrolla una simbología desde la sexualidad hasta la libertad, si es que ambas no son la misma cosa.Toda la exposición culmina, acertadamente, en Mujer, pájaro y estrella (Homenaje a Picasso), obra que explica toda esta etapa de la vida de Miró y su concepción artística.

La muestra -que será ampliada para sus montajes en los Estados Unidos-, está excepcionalmente bien montada. Su guion y la intención de explicar la producción última de Miró es elogiable, como también lo es la pulcritud con la que ha sido iluminada y estructurada. Quizá se echa de menos un panel inicial más amplio para los no conocedores de la obra de este artista y del tipo de vanguardia que encabezó o para los más reacios a este tipo de arte o quizá sea mejor así, asistir sin previa preparación a la creatividad de este artista, que establece un interesante diálogo con el marco arquitectónico en el que se encuentra.Una exposición que hay que ver, sin duda alguna. No hay demasiadas opotunidades como esta.

jueves, 17 de octubre de 2013

La violencia en Intemperie de Jesús Carrasco y noticias de nuestras lecturas


En Intemperie hay una presencia calculada de la violencia, cuya disposición a lo largo de la novela está sabiamente administrada en su creciente dosis, hasta llegar a un límite que quizá busque conmocionar a un tipo de lector ya tan habituado a ella en el arte que sería incapaz de percibirla de otra manera y que sorprenderá a quienes no estén acostumbrados a su presencia en la literatura que busca un público amplio. Extrema y explícita casi siempre aunque parte de una elipsis sobre los motivos para que el muchacho protagonista salga de su casa y se eche al mundo. A través de las alusiones al padre y al ambiente familiar, la violencia es el motor primero de su decisión. Esta elipsis está bien trabajada por el autor: el lector quiere aclarar estos motivos -que nunca se le darán del todo- y esto le hace adentrarse en las páginas del libro en busca de una respuesta. La violencia en esta novela deja a las víctimas sin refugio -simbolizado en su título-, en un descampado emocional. Existe la esperanza, pero esta es tan frágil que el lector teme -en un suspense bien mantenido por el autor- que en cualquier momento se rompa.

El tratamiento de la naturaleza por el autor, que la lleva hasta un territorio parco en posibilidades de supervivencia, deja a los seres humanos que por ella transitan bajo un sol abrasador y sin agua. Este paisaje no actúa voluntariamente sobre los protagonistas, pero es violento en sí mismo y les reduce a mera condición de supervivientes. Se trata de un espacio no apto para una vida confortable. De hecho, los habitantes de los pueblos han huido buscando lugares mejores donde vivir. Los que se han quedado o se comportan con brutalidad sobre otros seres humanos, ejerciendo una violencia familiar, social o institucional sobre ellos o aprenden a sobrevivir fuera de los lugares poblados en unas condiciones durísimas que les empuja al límite entre la vida y la muerte ante cualquier circunstancia adversa. El muchacho aprende esta lección de supervivencia de la mano del cabrero. De ahí su evolución desde el pequeño hoyo que le permite refugiarse al principio del relato -en el que el temor a ser descubierto le hace orinarse encima- hasta el final, en el que parece haber aprendido las mínimas instrucciones.

Esta es la pequeña esperanza: aceptar la guía del pastor y respetar las normas que permiten sobrevivir en esa naturaleza límite que se comporta como un Dios que nunca responde, nunca ayuda, pero siempre está presente. Las otras salidas no son esperanzadoras: la huida o convertirse en violento. Eso sí, aquel que respeta la vida exigida por ese paisaje siempre estará en la lista de las víctimas.

Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino sabe poner el acento en donde cada uno tiene su propia intemperie, además, claro de seguir la narración en la voz del niño e ilustrarla en su manera acertada de siempre.

Pancho comenta con todo acierto los recelos ante la gente que guardan al protagonista de malos encuentros y la lección de vida permanente que representa el cabrero.

Luz del Olmo comenta la autenticidad de la narración y la fuerza con la que conmueve las emociones de los lectores esta novela.

Mimosa analiza las pistas que el autor deja a lo largo de la narración y que nos pueden ayudar a comprender el motivo inicial de la huida de casa del protagonista. Excelente aportación.

Paco Cuesta pone sobre la mesa una posibilidad que tiene muchas sugerencias abiertas e interesantes: la influencia del cine de Bergman en la estética del tipo de narración a la que pertenece Intemperie. Muy interesante.

El próximo martes día 22 tendrá lugar la primera sesión del grupo presencial del Club de lectura. Se ha remitido un correo con todos los detalles a los que os hayáis registrado.

Avisadme si me he olvidado de alguna de las contribuciones de los participantes en el Club de lectura.




miércoles, 16 de octubre de 2013

Acerolas


- Ayer no la vi en el puesto, estaba una mujer morena.
- Mi hija.
- Muy guapa.
- Y cómo nos cuida. Ahora que somos mayores suele venir cuando sale de trabajar o los días festivos.
- Me preocupé, porque siempre los había visto a usted y a su marido. ¿Cuánto tiempo llevan vendiendo acerolas aquí todos los meses de octubre?
- Casi cincuenta años.
- Toda la vida, toda mi vida, llevo comprándoles acerolas toda mi vida. Creo que desde que dejé de vivir con mis padres solo un par de veces he probado acerolas que no sean de sus árboles. A mi hija le gustan. Es curioso, las acerolas y los perucos son las únicas frutas que come sin protestar. Tuve una novia que prometió llevarme a cogerlas a un acerolo de alguien relacionado con su madre porque cuando estuve en su pueblo aún estaban verdes. También me prometió higos y brevas de una higuera familiar. Pero siempre que llegaba la temporada tenía una excusa y jamás cumplió sus promesas. ¿Y no se cansa, tantas horas de pie?
- No, me gusta. Y ya son setenta y seis años.
- Pues no los aparenta. Está usted muy bien.
- Por las acerolas -se sonrió-. Tienen muchas vitaminas.

martes, 15 de octubre de 2013

Llueve estos días lento


Llueve estos días lento
-otoño bienvenido-
y el agua busca el surco
exacto de tu rostro
hacia el fértil misterio de tu labio.

lunes, 14 de octubre de 2013

Almagro en julio


La cultura jamás debe medirse con rentabilidad económica. Pero para aquellos que quieren poner medida monetaria a todas las actividades, Almagro es un ejemplo de cómo una localidad manchega puso en valor hace más de tres décadas el antiguo corral de comedias que se conservaba en ella y montar a su alrededor el Festival de teatro más importante de España. Sé, por testimonio directo de algunos de los que estuvieron en sus inicios, que aquello no fue fácil, que se luchó contra la incomprensión de muchos y las miserias morales de otros, también contra el afán de apropiación de algunos, que querían hacer del Festival una especie de cortijo. Durante un tiempo, incluso entre los habitantes de Almagro, al Festival no se le veía más que como un lugar de encuentro de cómicos decididamente inclinados a la izquierda que aprovechan cualquier excusa para buscar subvenciones y lanzar proclamas ideológicas en cuanto se les daba oportunidad.

Por suerte aquello ya pasó y todos los meses de julio, desde hace treinta y seis ediciones, el Festival de Teatro Clásico llena la localidad de Almagro (cuyos habitantes censados son algo más de nueve mil), ocupa todas las plazas hoteleras, las terrazas de los bares y las mesas de los restaurantes. Se ofrece teatro en muchos espacios, ya no solo en el corral de comedias o en el teatro decimonónico, sino también en plazas y patios de edificios renacentistas. Los museos son visitados por miles de personas, los edificios y las calles ofrecen un buen estado de limpieza y restauración. Y los habitantes de Almagro están orgullosos de aquel resultado. Por supuesto, no al ciento por ciento y siempre se encontrarán motivos de queja o de mejora o de perfeccionar el control de las aportaciones económicas de la administración -que no la intromisión de esta.

No puede cuestionarse la calidad del Festival, ni su oportunidad. Se ha convertido en un modelo de referencia para este tipo de actos. A pesar de que no todos los años lo visto ofrece el mismo resultado y que los que sabemos algo de lo que ocurre en los telares de la organización conocemos algunas presiones políticas y de clanes profesionales. Pero no es el momento de hablar de esto, sino de poner este Festival como ejemplo de que la cultura ofrece una rentabilidad económica, llena las calles de una población como Almagro, da trabajo directo en la hostelería y en el sector servicios. Incluso en momentos de crisis económica.

Esto sin contar la verdadera rentabilidad de la cultura: el enriquecimiento espiritual de aquel que tiene acceso a ella. El hecho de que la cultura haya sido la primera víctima de los recortes presupuestarios, presididos muchos por una visión ideológica no exenta de cierto rencor -de ahí el ataque sistemático a los actores españoles-, va dando la razón a los conspiranoicos que creen que hay todo un plan para hacernos cada vez más estúpidos y dóciles. Y no es eso, ¿verdad?

domingo, 13 de octubre de 2013

Convertirse en un político-menina


Basta sacar la cabeza por el hueco para convertirte en una menina. Luego ya no encuentras forma de retirarte con dignidad. Es lo que tiene la adulación cortesana, un trabajo en el que se es soberbio con los de abajo y humilde con los de arriba, y en el que acabas entrampado en dimes, diretes, enredos de salón y no consigues ser más que un político servil que tiene miedo a perder el cargo y vértigo a pisar la calle. Y hoy ni siquiera te retratará Velázquez.

sábado, 12 de octubre de 2013

La Hispanidad hoy


La Hispanidad, como concepto moderno, nació a principios del siglo XX. Por desgracia, sufrió, como tantas cosas, la apropiación idebida, localista y chata que llevó a cabo la dictadura de Franco y, durante un tiempo demasiado largo, hablar de Hispanidad era recordar un apolillado sueño imperial. En realidad, fue una idea surgida antes en Hispanoamérica que en España, elaborada por alguno de sus intelecturales más influyentes, entre los que brilló Rubén Darío porque supo dar en sus obras (sobre todo a partir de Cantos de vida y esperanza, poemario publicado en 1905) la forma definitiva a este pensamiento. No fue el único, puesto que en el empeño se unieron escritores y pensadores de uno u otro signo y de variadas procedencias. En una línea diferente podríamos señalar la labor de Eva Canel, interesante y casi olvidada escritora hispanocubana.

En Hispanoamérica, la entrada de los Estados Unidos en el panorama histórico con el conflicto bélico que terminó con la pérdida de las últimas posesiones del viejo Imperio español en 1898 fue vista, al principio, como una alianza natural. Tras casi un siglo de independencia de la Corona española, las nuevas repúblicas habían tomado caminos propios decididos por sus élites económicas y políticas locales. Sin embargo, un puñado significativo de intelectuales hispanoamericanos vieron pronto lo que significaba para sus países el protectorado norteamericano y en los primeros años del siglo XX, en la prensa, en ensayos y en el arte, pusieron el acento en el riesgo que suponía para la propia identidad la fuerza creciente de los Estados Unidos y sus redes comerciales y políticas. Para defenderse del neocolonialismo elaboraron el concepto de Hispanidad en el que ya no solo entraba la herencia de lo español. Integraron en él, a través de España, lo latino y el mundo clásico grecorromano pero también lo precolombino. Y avanzaron en la idea de la mezcla de culturas. La Hispanidad, en su creación, superaba con mucho a lo español: de aquí tomaban el idioma, la religión y una forma de mirar el mundo pero no se quedaban en lo peninsular para definirla. A este concepto de Hispanidad debemos que no haya habido una disgregación del idioma y la cultura en español más que a la labor eficaz de los gobiernos, que siempre han estado muy por debajo de lo exigible.

El mundo actual, un siglo después, nos vuelve a poner en el mismo debate. Algunos ven la crisis actual como una fase histórica más del choque que detectaron los intelectuales hispanoamericanos a principios del siglo XX. Un choque en el que se enfrentan dos concepciones del mundo. Por simplificar: la anglosajona y la mediterránea. También estamos en una fase definitiva del proceso de globalización que se aceleró desde la entrada de los Estados Unidos en el panorama histórico (por primera vez había una potencia no europea en un contexto mundial y no solo regional basando su fuerza sobre todo en el mundo de las finanzas más que en la invasión de territorios con la idea de anexionarlos) que supone, además, la pérdida de peso específico de Europa.

Los intelectuales hispanoamericanos de principios del siglo reaccionaron casi ingenuamente a la nueva realidad. En clave modernista buscaron en el espíritu de lo hispánico la solución ante un mundo que ya se movía por razones materiales. Hoy la situación es todavía más compleja y las soluciones menos simples. De hecho, los Estados Unidos, en breve, serán el primer país con habitantes cuya lengua materna sea el español. En los Estados Unidos, a diferencia de lo que ocurría hasta hace unas décadas, lo hispánico no queda ya reducido a ámbitos marginales. Los hablantes de español lo usan sin pudor en las calles y en los medios de comunicación. La literatura en español en los Estados Unidos ya no es chicana o spanglish y los políticos procuran aprender español para ganarse el voto de los que lo hablan.

viernes, 11 de octubre de 2013

Siete años de La Acequia


La Acequia cumple siete años. He revisado la primera entrada, la razón del título del blog y todas las que he publicado anualmente con este motivo (2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012). Mantengo todo lo dicho en ellas y hoy no quiero repetirme.

Soy y no soy el mismo, conservo aquella incertidumbre inicial y las pocas certezas que me acompañan. Desde 2006 han sucedido muchas cosas en mi vida, como en la de todos, algunas buenas y otras malas. De ellas he sacado la lección oportuna. Mi vida ha cambiado en cosas muy importantes -es decir, en las personales- y no he salido indemne de algunas circunstancias por las que he pasado, pero conservo las ganas de conocer a las personas con las que me voy encontrando y de mirar lo que sucede a mi alrededor con la curiosidad de quien quiere aprender. Y fruto de todo esto es La Acequia. Soy menos tajante en mis afirmaciones, pero también he decidido que mi vida es mía y no de aquellos -los verdaderamente poderosos y los otros, los gobiernos, los dictadores de pasillo, la mala gente de café y mirada torva, los soberbios y egoístas que no miran más que por sí mismos- que quieren dictar mis pasos sin consultarme antes o que son capaces de jugar hipócritamente con las emociones sin importar el daño que causan o de abandonar a las personas cuando más necesitan ayuda. Mi vida es mía y yo decido mis pasos y mis responsabildades, también mi opinión.

Pesan más las cosas buenas: los abrazos, las palabras, las sonrisas, la colaboración entre amigos, el calor de la familia. Curiosamente, ahora me siento más joven que hace siete años, con más ganas de cumplir proyectos y seguir adelante. Y entre estos proyectos La Acequia tiene un lugar destacable en mi vida.

El mundo, visto al menos desde España, se ha hecho más hostil y por eso pienso que es más necesario que nunca que expresemos nuestros pensamientos y emociones y participemos en la vida pública a través de los medios que estén a nuestro alcance, los tradicionales y los nuevos. Pienso que debemos mirar hoy más que nunca, más lejos porque solo así saldremos adelante. Ya no es cuestión de salvarnos cada uno porque buscando el propio tablón naufragaremos todos. Escribir en La Acequia es una parte de mi compromiso.

Gracias a todos los que durante estos siete años habéis dejado aquí vuestras palabras, a todos los que habéis colaborado en los proyectos que he apoyado desde este espacio. A todos aquellos que vistáis de forma asidua La Acequia.

jueves, 10 de octubre de 2013

El espacio en Intemperie de Jesús Carrasco y noticias de nuestras lecturas.


En Intemperie, el espacio se hace simbólico. Aunque podamos identificarlo con algunos paisajes concretos españoles (singularmente el vinculado biográficamente al autor), este en el que trascurre la historia de la novela se trasforma en el símbolo que da título al libro. Las claves estilísticas que lo permiten parten de la cuidadosa elección de los términos, muchos de los cuales nos llevan a un mundo rural -de ahí las mencionadas referencias a Delibes- en el que la naturaleza es la protagonista frente al mundo urbanizado -el pueblo del que huye el muchacho, los restos del castillo, el poblachón abandonado en el que se encuentra el establecimiento de otro de los personajes, alguna frágil edificación-. Por un esforzado trabajo de condensación, el paisaje es parco y solo permite sobrevivir en él a quien lo conoce y respeta. Todos los otros irrumpen provocando disturbios que acaban pasándoles factura -como los habitantes de los pueblos que finalmente deben emigrar vencidos por la tierra, el alguacil y su motocicleta que introduce una extraña modernidad en el ámbito natural-. El niño tendrá la suerte de encontrar un guía propicio. El pastor es un hombre hecho para ese paisaje, que puede mantenerse en él porque no le pide más de lo que puede darle.

Así, el paisaje se trasforma en un símbolo y en un personaje más de la novela. En contra de lo que pueda parecer en una primera lectura, no se mantiene al margen del conflicto de los seres humanos, sino que participa en él seleccionándolos. La esencialidad de este paisaje no le convierte en un ente abstracto en el que ocurren las cosas sino en un motor de ellas, como si tuviera -desde el silencio- sus propios planes. Las pruebas son continuas: la sed, el hambre, el sol implacable. Hay algunas alusiones a Dios en la novela de Jesús Carrasco que apartan del naturalismo la historia. Tanto en la estatua con la que se topan como en la frase final de la novela se podría percibir una espiritualización de ese paisaje. Un Dios implacable, que no da explicaciones de sus actos -de ahí quizá la lectura de la Biblia-, pero que somete a los seres humanos a las pruebas que marcarán su destino último.

Noticias de nuestras lecturas


Paco Cuesta nos ofrece un inicio de lectura excepcional a la hora de abordar el parecido a Delibes del autor para después situarnos en el ritmo de escritura, que mantiene la tensión desde su inicio.

Luz del Olmo recrea las emociones que provoca en el lector uno de los episodios más duros del libro: humo y fuego. 

Mª Ángeles Merino adopta la voz del niño y cuenta la historia desde dentro hasta el encuentro con el pastor: nos hace más cercana la emoción y el miedo.

Pancho comenta los primeros momentos del niño con el cabrero, no se olvida de algunas de las claves más misteriosas de la novela y lo ilustra todo de forma excelente.

Mimosa aporta una de las más llamativas labores de esta novela: la del vocabulario, trabajado en contra de las líneas simplificadoras de la narrativa española actual.

Si me he olvidado de alguien hacédmelo saber. Incorporo cada jueves las entradas que se hayan publicado hasta el miércoles anterior.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Ninguna parte, de José Luis Morante



José Luis Morante es una voz poética constante desde la publicación de su primer libro, Rotonda de estatuas, en 1990. Ha ido trabajando una obra coherente, intimista pero atenta a las realidades sociales y el paisaje exterior. Escribe también, desde hace un tiempo, un recomendable blog lleno de literatura: Puentes de papel. Reunió lo mejor de su obra en la antología Mapa de Ruta (2010), cuya lectura es clave para quien quiera acercarse a este poeta.

Ninguna parte (Sevilla, Ediciones de La Isla de Siltolá, 2013) es su último poemario. En él el poeta expresa ese momento al que llega toda persona en el que debe enfrentarse con la realidad de que la edad le ha llevado a un estado en el que ya no puede presurmirse joven: la propia enfermedad, la de los seres queridos, la reducción de las certezas, todo inspira una cierta melancolía que lleva a la meditación de la que saldrá la forma en la que aceptar esta realidad para seguir adelante el tiempo que reste. Un presente que no se instala en el pasado y espera con ilusión moderada y madura el día siguiente. En Ninguna parte hay una profunda meditación sobre todo esto: no piense el lector de estas líneas que se instala Morante en la desesperación ni en la evocación de la juventud perdida. Ni mucho menos -sería, por otra parte, contradictorio con el resto de su obra-. La aceptación sirve para comrpenderse mejor y saber qué cosas han dejado de ser importantes. Un proceso que todos deberíamos hacer en algún momento en nuestra vida con la lucidez con la que lo lleva a cabo el poeta. José Luis Morante ha escrito un excelente poemario, uno de los mejores de la poesía contemporánea con esta temática.

El libro se divide en cuatro secciones. En la primera (Patologías), Morante nos lleva ante la situación de partida, esa ninguna parte del título. La voz poética ha llegado a esa edad en la que todo parece adentrarse en el declive: la enfermedad de los seres queridos, la presbicia diagnósticada por el oculista, la presencia de la muerte incluso en el período de vacaciones en el que todo parece dispuesto para un espejismo de felicidad (también la muerte cumple / jornada laboral / en vacaciones). La frase no huye de la realidad -es virtud poética de José Luis Morante-, pero no hay tremendismo en la contemplación de todo lo que sucede, sino una mezcla de perplejidad, meditación y aceptación digna no exenta de cierto humor (como en Otitis, cuando esta enfermedad le puede ayudar a distinguir muy machadianamente las voces y los ecos). Los poemas dedicados a los padres, que se van adentrando en el olvido provocado por la enfermedad son de los más estremecedores del poemario. En Picaporte -título que es todo un hermoso símbolo-, el hijo observa al padre que ya no está en su presente salvo en pequeños destellos que son expresión de la tequedad que le caracteriza:

A veces su mirada resucita
Posiciona en un mapa
imágenes dispersas.
Su voluntad es tacto
que gira el picaporte
para abrir desde dentro
la puerta infranqueable.

Esta primera parte culmina en Patética, en donde se instala en esa línea de meditación sobre el propio deterioro físico producido por la edad que tan brillamente consagrara Gil de Biedma para la poesía contemporánea, para asumir esa misma inseguridad en un plano más profundo, en el que ya quedan tan solo unas pocas certezas.

La segunda sección del poemario, Deshielo, introduce en ese espacio abordado en la primera un tono de esperanza. Ya desde el primer poema, Retrato, una hermosa silva impar rota por la clave temática del segundo verso, de cuatro sílabas: tu belleza. Si en la primera sección encontramos un poema (Trenes) en el que las estaciones de ferrocarril son espacio simbólico de la desolación (Nadie vuelve a ciudades que no existen), en Retrato el andén que simboliza la vida puede acoger otros sentimiento (desando el día / para buscarte al fondo de la noche). El poeta escribe ya para otra persona, que está y no está, abre el paisaje (Nueva York) y hasta el mundo urbano más desagradable puede guardar el aprendizaje del deseo, como sucede en Pub Joyce (el título es toda una declaración de intenciones), que comienza con un endecasílabo magnífico que merece pasar a la antología del uso de este verso en la poesía contemporánea porque reúne en sus once sílabas muchas cosas acertadas (Sucio Madrid de calles en derribo), para terminar con un juego de espejos y de re-conocimiento:

camino junto a ti, descubro al otro
que mira con mis ojos
y a quien turba un deseo:
el terco aprendizaje de tu piel.

La tercera sección (Piedra caliza) reúne una serie de epitafios, que se explica en el décimo de ellos:

un triste empeño en seguir hablando
cuando ya consumí 
mi turno de palabra

Estos epigramas profundizan en esa ninguna parte del título, pero con una cierta rebeldía porque aún se tienen cosas que decir cuando parece que la vida ya no podría depararnos nada.

La cuarta sección (Y todo lo demás) esconde bajo la forma de un aparente cajón de sastre, una profundización en todo lo anterior para construir una poética (la desnudez buscada en E-Mail), el sutil juego de El mal poema y El mal poeta, el canto a la Misantropía (significativamente dedicado a Luis Felipe Comendador), la comparación de la labor del poeta con los oficios artesanos (Oficios artesanos) y un excelente Balance -poema que debería haber teminado el poemario pero al que Morante, quizá por la rotundidad de estos versos deja como penúltimo-, toda una autobiografía en la que repasa su formación, sus afanes y gustos, su evolución ideológica, para llegar a esa ninguna parte en la que se encuentra, ninguna parte que es, en realidad, un presente fértil desde un cierto grado de distanciamiento que no esconde escepticismo sino una forma madura de seguir caminando basada en la aceptación de la propia circunstancia:

Hoy salgo a respirar. No pido mucho:
convivir entre libros y objetos familiares,
amoldar el sosiego del jardín
-igual que hiciera Cándido-,
un drenaje que filtre
las aguas estancadas
y espiar los ocasos
con la escueta esperanza
de un porvenir que llegue
cualquier día.

José Luis Morante, con este poemario, se instala -si no lo estaba ya- entre las voces más auténticas de la poesía española.

lunes, 7 de octubre de 2013

Si te comiera a besos


Si te comiera a besos
esta noche se haría corta,
no tendrían sentido los relojes
y tus ojos serían mi alimento.

No lo sé.
               No lo sé
pero el amanecer
sería luz cuchillo,
verdad
entre tus dientes.

© Pedro Ojeda Escudero, 2013

sábado, 5 de octubre de 2013