jueves, 16 de julio de 2009

Afirmación del camino personal (2.6).


Don Quijote se ha quedado a solas con el ama y su sobrina, que se temen ya, al verlo tan recuperado y en compañía de Sancho, que sea inevitable la salida. Aunque la disposición pudiera parecer la misma que en el diálogo del escudero con su mujer, no es así: ama y sobrina no se dejan ganar por la fantasía del hidalgo en ningún momento y conocen lo que la separa de la realidad.

Así, el ama argumenta que ya hay una infinidad de caballeros que rodean al rey y que pueden prestarle sus servicios. La sobrina, además, demuestra tener inteligencia y rebate con contundencia todo lo afirmado por su tío:

-¡Ah, señor mío! -dijo a esta sazón la sobrina-; advierta vuestra merced que todo eso que dice de los caballeros andantes es fábula y mentira, y sus historias, ya que no las quemasen, merecían que a cada una se le echase un sambenito, o alguna señal en que fuese conocida por infame y por gastadora de las buenas costumbres.

Y, por otra parte, muestra con crudeza toda la debilidad de la construcción imaginaria de don Quijote:

-¡Válame Dios! -dijo la sobrina-. ¡Que sepa vuestra merced tanto, señor tío, que, si fuese menester en una necesidad, podría subir en un púlpito e irse a predicar por esas calles, y que, con todo esto, dé en una ceguera tan grande y en una sandez tan conocida, que se dé a entender que es valiente, siendo viejo, que tiene fuerzas, estando enfermo, y que endereza tuertos, estando por la edad agobiado, y, sobre todo, que es caballero, no lo siendo; porque, aunque lo puedan ser los hidalgos, no lo son los pobres!

A todo contesta el hidalgo, sin convencerlas, pero sin hacer caso de su argumentación, porque la decisión ya está tomada y, en realidad, no hay diálogo en este cruce de palabras, como sí lo había entre Sancho y Teresa. Cervantes ha sabido retratar una conversación que suena a cien veces dicha en el mes de convalecencia, en la que todas las partes conocen de antemano las preguntas y las respuestas.

El capítulo tiene una función múltiple y, en algunos casos, un tanto oscura. Por una parte, pretende mostrar cómo afecta al ámbito doméstico de don Quijote su decisión de ser caballero andante. Pero también es otras cosas, como una nueva forma de ver un contraste entre el mundo de los cortesanos, que tan bien conocía Cervantes, y el mundo ideal de las caballerías; una revisión del discurso de las armas y las letras de la Primera parte; una nueva mirada al debate moral sobre las novelas fantásticas, etc.

Todo ello lo envuelve Cervantes de conceptos con muchas gotas de un erasmismo latente que se manifiesta, especialmente, en la afirmación de que cada uno puede trazar su vida con independencia de sus circunstancias sociales (algo que se apuntaba toscamente en las palabras del bueno de Sancho en el capítulo anterior y que aquí se refina) para llegar a la elaboración del tópico de los linajes humanos. Estos se exponen en una gradación adecuada para que se pueda concluir la bondad de los caballeros pobres:

Al caballero pobre no le queda otro camino para mostrar que es caballero sino el de la virtud, siendo afable, bien criado, cortés y comedido, y oficioso; no soberbio, no arrogante, no murmurador, y, sobre todo, caritativo; que con dos maravedís que con ánimo alegre dé al pobre se mostrará tan liberal como el que a campana herida da limosna, y no habrá quien le vea adornado de las referidas virtudes que, aunque no le conozca, deje de juzgarle y tenerle por de buena casta, y el no serlo sería milagro; y siempre la alabanza fue premio de la virtud, y los virtuosos no pueden dejar de ser alabados

Esta exposición del hombre virtuoso como modelo de comportamiento es una de las claves de entendimiento de la Segunda parte de la novela. Que la afirme don Quijote significa, por una parte, que es muy consciente de su origen y circunstancias reales y, por otra, que ha decidido cambiar la forma de afrontar sus aventuras futuras. No debe pasar desapercibido este cambio de perspectiva porque la fantasía del hidalgo girará cada vez más a dejar ejemplos de cómo debe ser entendida esta virtud. Cervantes ha decidido que su novela se haga moral, sin dejar de ser entretenida.

Veremos qué pasa en el capítulo VII el próximo jueves.

23 comentarios:

Myriam dijo...

Gracias por esa foto tan especial!

Mañana vuelvo comento el texto.

Beso

Silvi (reikijai) dijo...

Como la sobrina y la ama, intuían que Don Quijote podía volver a las andas, lo aconsejaban que lo mejor era servir al rey y dejara de ser un caballero andante; inmediatamente en respuesta Don Quijote hizo la comparación entre los caballeros andantes y los cortesanos. La sobrina, busco mil formas para que desistiera de la idea… le decía; que eso de ser un caballero andante eran solo tonterías… que era una persona pobre y que solo los ricos y los hidalgos podían ser caballeros.
Comienza a explicarles, que no se tomaran tantas molestias, que el cielo era quien ordenaba que él fuese un caballero. Dado que había nacido bajo la influencia de Marte, que le indicaba dedicarse a las armas… Así que no perdieran mas su tiempo. … Apareció Sancho y lo recibe con abrazos… se retiran y se encierran en el cuarto.Será hasta la próxima… Besitos. Silvi.

Merche Pallarés dijo...

CAPÍTULO VI de nuestro querido Don Quijo. En este capítulo mantiene airadas conversaciones con su ama y sobrina. La dos están muy nerviosas porque su tío y señor “quería desgarrarse” de nuevo. Pretenden disuadirle pero “todo era predicar en desierto y majar en hierro frio”.

El ama pregunta si en la corte de “Su Majestad ¿no hay caballeros?” Don Quijo responde que sí y que es lógico que los haya “para adorno de la grandeza de los príncipes y para la ostentación de la majestad real”.

Sigue el ama diciéndole si no sería mejor que se quedara en la corte a lo que Quijo responde, que los cortesanos se pasean por todo el mundo mirando a un mapa “sin costarles blanca, ni padecer calor ni frio, hambre ni sed; pero nosotros, los caballeros andantes verdaderos, al sol, al frio, al aire, a las inclemencias del cielo, de noche y de dia, a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros mismos pies...”. Luego nos explica las armas de la época: “aunque viniesen armados de unas conchas de un cierto pescado que dicen que son más duras que si fuesen de diamantes, y en lugar de espadas trujesen cuchillos tajantes de damasquino acero, o porras ferradas con puntas asimismo de acero...”.

La sobrina le echa en cara que lo que se dice de los caballeros andantes “es fábula y mentira” a lo que le contesta nuestro héroe, “¿Cómo es posible que una rapaza que apenas sabe menear doce palillos de randas se atreva a poner lengua y a censurar las historias de los caballeros andantes?” Luego le explica la diferencia entre los hombres bajos “que revientan por parecer caballeros” y los caballeros altos que se mueren por parecer “hombres bajos”. “Aquellos se levantan o con la ambición o con la virtud, éstos se bajan o con la flojedad o con el vicio...”.

La sobrina le sigue diciendo que es una supina sandez que el siga porque “ni es valiente, siendo viejo” ni “tiene fuerzas, estando enfermo, y que endereza tuertos, estando por la edad agobiado y, sobre todo, que es caballero, no lo siendo, porque aunque lo puedan ser los hidalgos, no lo son los pobres...”

Ahora viene una interesante disertación sobre los linajes: los que tuvieron orígen humildes; los que tuvieron principios grandes, pero, como las puntas de las pirámides quedaron en “nonadas”; otros los más “que ni tuvieron principio bueno ni razonable medio, y así tendrán el fin, sin nombre, como el linaje de la gente plebeya y ordinaria”. De los primeros, destaca la casa otomana; de los segundos los príncipes que por herencia mantienen sus privilegios; de los terceros “hay millones de ejemplos, porque todos los Faraones y Tolomeos de Egipto, los Césares de Roma, con toda la caterva... han acabado en punta y en nonada”. Del linaje plebeyo “sirve sólo de acrecentar el número de los que viven, sin que merezcan otra fama ni otro elogio sus grandezas.”

Les dice a sus “bobas” que solo los grandes e ilustres son los que lo muestran en la virtud y en la riqueza y liberalidad de sus dueños” (¿más mantequilla a su mecenas el Conde de Lemos?) “Dos caminos hay, hijas, por donde pueden ir los hombres a llegar a ser ricos y honrados; el uno es el de las letras; otro, el de las armas”. Don Quijo “tiene más armas que letras” porque nació “debajo de la influencia de Marte” (¿?) por eso tiene que seguir por su camino. Tambien sabe “que la senda de la virtud es muy estrecha, y el camino del vicio, ancho y espacioso...”

Luego intercala un trozo de poema de Garcilaso. La sobrina suspira diciendo que “su señor tambien es poeta! Todo lo sabe” hasta albañil podría ser y a hacerse una casa o una jaula. Don Quijo le contesta que sí que de sus manos saldrían “especialmente jaulas y palillos de dientes” (¡qué genial e irónico es nuestro Cervan!)

Ahora llaman a la puerta y aparece Sancho. El ama desaparece porque “tanto le aborrecía”.
Seguiremos con el VII. Besotes, M.

Abejita de la Vega dijo...

Introducción al comentario al capítulo VI, segunda parte, del Quijote.

Mi nombre es Antonia Quijana y soy la sobrina de Alonso Quijano, al que conocéis, sin duda, por el disparatado nombre de don Quijote de la Mancha. Cide Hamete Benengeli os ha contado poco de mi persona. Sabéis que vivo en la casa de mi tío, el hermano de mi difunta madre, en una aldea de la Mancha, que no llego a los veinte años y que siempre aparezco con mi querida ama, a la que me unen fuertes vínculos afectivos pues, aunque ese maldito libro de la imprenta de Juan de la Cuesta no lo diga, fue mi nodriza. Si mi tío cobró fama por embestir a un molino de viento, mi ama pasó a la estampa por haber emulado al Santo Oficio, quemando aquellos malditos libros de caballerías. ¡Hizo bien! De haberlos achicharrado antes, no habrían sido vendidas tantas hanegas de tierra de sembradura y no hubiera mermado mi futura herencia.
Cuando mi tío se fue por esos campos a deshacer entuertos, en compañía del monstrenco de Sancho Panza, la casa se quedó solitaria y silenciosa, sólo de vez en cuando se oía el aullido lastimero del galgo. Siempre habíamos aborrecido sus lecturas pero ¡cuánto añorábamos entonces al tío Alonso leyendo en voz alta aquello de “La razón de la sinrazón…”! Una hidalga de diecinueve años encerrada en un caserón manchego, sin más compañía y conversación que la de una mujer mayor que pasa de los cuarenta. ¡Y todo el día recordándome que “la doncella honesta, el hacer algo es su fiesta"! Y, algo hago, ocupo mis horas en menear doce palillos de randas, que ya no sé qué hacer con tantos encajes… También ayudo a mi ama en los trabajos de la casa y la cocina, que la pobre mujer no puede con todo… no, ociosas no estamos ¡La envidia que siento cuando, a través de una celosía, veo a las muchachas del pueblo que van juntas al río o a la era! ¡Qué alegres suenan sus charlas y sus risas! Y soy hidalga que hidalga era mi madre…
Cosa de lástima fue oír los gritos que alzamos cuando aquel muchacho acudió corriendo a darnos nuevas de que nuestro tío y señor “venía flaco y amarillo, y tendido sobre un montón de heno y sobre un carro de bueyes”. Fueron gritos de lástima por el estado en que venía pero también eran de alegría. Ingenuamente pensábamos: ¡Ahora no se irá!
(El comentario al capítulo VI está en marcha, esto es una introducción)
Un abrazo, ya veo que te has pasado por mi blog.
María Ángeles Merino

marga dijo...

- Una entrada por salida- siempre magistral en los cambios de plano.
Entrada: conduce nuestra mirada de la casa de Sancho a la de Don Quijote, en la cual se desarrolla este capítulo
Salida: Sancho llamando a la puerta sirve de despedida y cierre

TRATADO DE CABALLEROSIDAD:
Hoy le da a Don Quijote por la pedagogía. Así, pues se dedica a adoctrinar a su torpe sobrina (sólo sabe mover y malamente, doce palillos) en el mundo de los caballeros.
- Clasificación de los caballeros: Andantes y de poco andar (cortesanos)
- Otra clasificación de caballeros: de oro y de alquimia (verdaderos y falsos)
- Clases de linajes según su evolución:
1º) De abajo a arriba.- De humildes a grandes
2º) Los estables.- Manteniendo
3º) De arriba a abajo: Dilapidando
4º) Ni gran principio ni gran desarrollo: los olvidados.
- Características de los linajes:
A) Gran linaje: virtuoso, rico y generoso
B) Linaje pobre: virtuoso, afable, cortes, comedido, caritativo, etc.

matrioska_verde dijo...

uy, uy, uy, que te veo muy serio... supongo que se deberá a que lo tratado en el capítulo así lo merece.

biquiños y espero que estés disfrutando de tus días de asueto en compañía de esa personilla que tanto quieres.

São dijo...

DE facto, esta clausura da pessoa na classe social de origem é infame:estou recordando especialmente o sistema de castas na Índia.

Meu querido amigo, que seja excelente o teu fim de semana.

Merche Pallarés dijo...

¡Geniales los comentarios de ABEJITA y MARGA! Envidio la capacidad de síntesis de ésta última. Estupendos los dos. Besotes, M.

Unknown dijo...

Apreciado Pedro…
Me parece un capitulo clave para entender muchas cosas de la obra. Incluido el eje central del personaje Don Quijote. Quizás una declaración en clave personal para entender que detrás de cualquier locura, se esconde una realidad vista y analizada por el protagonista, pero no para justificar sus acciones, sino que para veamos las que no realizan los que en verdad debieran hacerlo.
Gracias a el comprendemos incluso, la primera parte. Curioso, ¿no?
Un fuerte abrazo

Alatriste dijo...

De este capítulo me llamó la atención este último discurso que has recogido.

..siendo afable, bien criado, cortés y comedido, y oficioso; no soberbio, no arrogante, no murmurador, y, sobre todo, caritativo;

Un discurso que bien hoy podría también aplicarse a tenor de los tiempos que corren.

Por otro lado con un Cervantes ya muy viejo, vamos a toparnos con un Quijote algo más crudo si no recuerdo mal; el episodio de la Ínsula es un buen ejemplo de ello, al representar la decadencia moral en la que se entraba con el siglo nuevo.

Martine dijo...

Asombrada estoy ante los comentarios de los que me preceden... Ante eso sólo me queda inclinarme..
Sólo una pequeña observación, muy dura la réplica de la sobrina.. rozando la falta de respeto hacía su tío..
:"..dé en una ceguera tan grande y en una sandez tan conocida, que se dé a entender que es valiente, siendo viejo, que tiene fuerzas, estando enfermo, y que endereza tuertos, estando por la edad agobiado, y, sobre todo, que es caballero, no lo siendo; porque, aunque lo puedan ser los hidalgos, no lo son los pobres!.."

Me gusta esta foto tuya, Pedro, mucho..

Dos besos.. ya sabes.

Myriam dijo...

Pedro, está colgado en mi blog mi aporte:

Amor, sexo y erotismo en el Quijote,
Cap. 1,37 a 1,52 divididos en dos entrads consecutivas A y B.

Besos

Abejita de la Vega dijo...

Habla Antonia Quijana, sobrina de don Quijote.

Aquel día en que oímos a ese mentecato de Sancho hablar a su juiciosa Teresa de ínsulas y gobiernos, nos dimos por vencidas, predicábamos en desierto, sermón perdido. Lo habíamos ido comprendiendo, a medida que los sustanciosos caldos del ama iban haciendo efecto, cambiando aquel color amarillo por otro rosado más saludable. Irremediablemente volvería al ejercicio de la malandante caballería.

Más no era empresa poco dificultosa cerrar la boca al ama, metamorfoseada en basilisco, que manifestó estar dispuesta a quejarse ¡nada menos que a Dios y al rey! , si mi tío persistía en sus intenciones aventureras. Confío en que nadie lo entienda como blasfemia…que las paredes oyen y el Santo Oficio... Don Quijote, como lo llamáis los que alentáis insensatamente sus locuras, no se inmutó. Dijo no desear causar pesadumbre a Su Majestad, que harto tenía con responder a los pesados memorialistas que escribían y escribían…

Y, a continuación, ¿qué creéis que se le pasó por el magín a mi buena y ocurrente nodriza? Pues le propuso que se hiciera caballero cortesano. ¡Discurso habemus!, dio en el blanco de su tema favorito. Efectivamente ya no cerró la boca hasta que llamaron a la puerta y…
¡Caballero cortesano! De esos que conocen al enemigo sólo en pintura, bien comiditos y abrigaditos en sus aposentos, con su mapa en la mano, jugando a los soldaditos, mientras los caballeros andantes soportan el hambre, el frío y el calor, enfrentándose a un enemigo que mata. Nada de niñerías y desafíos, la guerra de verdad. Y un caballero andante no se ha de espantar por nada. ¡Ni por diez gigantes, de los que alcanzan las nubes, con tajantes cuchillos y amenazadoras porras con púas! No le han de espantar, gigantitos a mí, los acometerá de igual manera. El ama ha de ver la diferencia…y los príncipes también.

Pero, a continuación, fui tan sincera que provoqué la ira de mi querido tío, afirmando que todas esas historias son “fábula y mentira” e insinuando que debían ser señaladas como inmorales. ¡Nunca lo había visto tan enfadado conmigo! Si no fuera hija de su hermana, no sé qué terrible castigo haría conmigo, una “rapaza que apenas sabe menear doce palillos de randas “y se atreve a censurar a los caballeros andantes. Bueno, Amadís me perdonaría, no hace falta que me lo diga, lo conozco bien porque aprendí a leer con mi tío y el “Amadís de Gaula”, sin la ayuda de silabarios ni abecedarios… pero otros no son tan corteses y bien mirados, los hay “follones y descomedidos”…qué miedo.

Mi ánimo no quedó encogido con la filípica recibida y mi atrevimiento tocó techo: viejo, enfermo, agobiado, demasiado pobre para ser caballero… ¡Qué atrevimiento,qué poca vergüenza, Antonia!

En vez de castigarme, me dio la razón y me soltó una exposición sobre los linajes. Allí salieron a relucir faraones, ptolomeos, césares, príncipes, monarcas, medos, asirios, persas, griegos y bárbaros. ¡La Historia entera! Y algo muy hermoso, el camino a seguir por el caballero pobre que ha de ser: “afable, bien criado, cortés y comedido y oficioso, no soberbio, no arrogante, no murmurador, y, sobre todo, caritativo”. Si cuando mi tío habla de cosas serias…podría subir a un púlpito y los dejaría a todos con la boca abierta.

El discurso no acabó ahí, siguió con lo de las armas y las letras, el camino de la virtud, la senda del vicio…lo de siempre. Nos lo sabemos ¿verdad, ama mía? Y esos versos de Garcilaso, también ¿no es cierto?

Parecíame que nunca acabaría. Gracias al Cielo, llamaron a la puerta , mas era el aborrecido Sancho quien la aporreaba. El ama se escondió, caballero y escudero se encerraron en sus aposentos, allí tuvieron otro coloquio.

Vamos coligiendo que nuestro tío y señor quiere desgarrarse la vez tercera. Nada podemos hacer…

María Ángeles Merina, que si Antonia es Quijana yo soy Merina, un poco ovejuno queda el apellido...

Un abrazo a todos.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Ne quedo con la ultima frase, Pedro: moral, sin dejar de ser entretenida.

Totalmente de acuerdo.

Un abrazo.

pancho dijo...

CAPÍTULO 2.6

Decidido, como está, C a saldar la deuda que se creó con los personajes secundarios más cercanos a los dos máximos protagonistas de la primera parte de su novela: de ellos apenas conocíamos unas breves pinceladas. Les dedica al ama y sobrina el capítulo entero, como hiciera en el anterior con Teresa Panza, esposa de S. Advirtiéndonos , además, en el título, que "es uno de los importantes capítulos de toda la historia".

Mientras S se las tiene tiesas con Teresa, el ama y la sobrina intentan convencer a DQ de lo poco que trota la mal andante caballería, pero todo es "majar en hierro frío". A fondo se tiene que emplear DQ en su oratoria para tratar de desmontar los bien trabados argumentos de ellas y recurrir a sus célebres discursos de la primera parte.

Dice DQ que en el caso de que él fuera rey obviaría tantos memoriales impertinentes que le llegan, como respuesta al grito en el cielo y la monarquía que pondría el ama si no renuncia a sus aventuras.

Se extiende DQ en explicar a su ama la razón de su pertenencia a la Caballería Andante. Un caballero andante "no se pasea por todo el mundo, mirando un mapa", como hacen los caballeros cortesanos, sino que "medimos toda la tierra con nuestros pies". Es por eso que los príncipes los prefieren de la clase "andante", pues han representado la prosperidad de muchos reinos, como nos confiesa la historia.

En este punto es la sobrina la que toma las riendas de la conversación para indicarle a su tío que todo es fábula y mentira, algo que en modo alguno está dispuesto a tolerar DQ. Menos viviendo de la insolencia adolescente de una rapaza que apenas acierta a menear los doce palillos del encaje de bolillos. Como ella no se calla ni debajo del agua, nuestro hidalgo se esmera en aclararle que no todos los caballeros son iguales, aunque lo parezcan.

Sigue sin entender la sobrina que DQ sea capaz de hacer que la gente lo tome por: valiente, fuerte, desfacedor de entuertos y caballero, cuando a la vista está que se trata de un viejo, enfermo, encorvado, hidalgo pobre y, para rematar la faena, poeta.

No le queda más remedio al hidalgo que, rindiéndose a la evidencia, estar de acuerdo con todo lo dicho por ella pero no duda en recurrir a la historia para tratar de explicar la razón de su ascenso de hidalgo pobre a caballero, saltándose todos los convencionalismos sociales de la época. Incluso llega a unir el discurso de los linajes con el de las armas y las letras para justificarse.

Cuando más elevada estaba la altura de su discurso, el autor vuelve a recurrir a algo que ya conocemos: palillos de dientes para los que ya no tienen dientes y jaulas para los trastornados; brusco regreso a la realidad cotidiana. La llegada de S, viene a librarlo del acoso de las damas. Es recibido con efusión por el hidalgo, evidentemente cansado de dar explicaciones a gente ajena, que no entiende la alta misión que tiene encomendada.

pancho dijo...

CAPÍTULO 2.6

Decidido, como está, C a saldar la deuda que se creó con los personajes secundarios más cercanos a los dos máximos protagonistas de la primera parte de su novela: de ellos apenas conocíamos unas breves pinceladas. Les dedica al ama y sobrina el capítulo entero, como hiciera en el anterior con Teresa Panza, esposa de S. Advirtiéndonos , además, en el título, que "es uno de los importantes capítulos de toda la historia".

Mientras S se las tiene tiesas con Teresa, el ama y la sobrina intentan convencer a DQ de lo poco que trota la mal andante caballería, pero todo es "majar en hierro frío". A fondo se tiene que emplear DQ en su oratoria para tratar de desmontar los bien trabados argumentos de ellas y recurrir a sus célebres discursos de la primera parte.

Dice DQ que en el caso de que él fuera rey obviaría tantos memoriales impertinentes que le llegan, como respuesta al grito en el cielo y la monarquía que pondría el ama si no renuncia a sus aventuras.

Se extiende DQ en explicar a su ama la razón de su pertenencia a la Caballería Andante. Un caballero andante "no se pasea por todo el mundo, mirando un mapa", como hacen los caballeros cortesanos, sino que "medimos toda la tierra con nuestros pies". Es por eso que los príncipes los prefieren de la clase "andante", pues han representado la prosperidad de muchos reinos, como nos confiesa la historia.

En este punto es la sobrina la que toma las riendas de la conversación para indicarle a su tío que todo es fábula y mentira, algo que en modo alguno está dispuesto a tolerar DQ. Menos viviendo de la insolencia adolescente de una rapaza que apenas acierta a menear los doce palillos del encaje de bolillos. Como ella no se calla ni debajo del agua, nuestro hidalgo se esmera en aclararle que no todos los caballeros son iguales, aunque lo parezcan.

Sigue sin entender la sobrina que DQ sea capaz de hacer que la gente lo tome por: valiente, fuerte, desfacedor de entuertos y caballero, cuando a la vista está que se trata de un viejo, enfermo, encorvado, hidalgo pobre y, para rematar la faena, poeta.

No le queda más remedio al hidalgo que, rindiéndose a la evidencia, estar de acuerdo con todo lo dicho por ella pero no duda en recurrir a la historia para tratar de explicar la razón de su ascenso de hidalgo pobre a caballero, saltándose todos los convencionalismos sociales de la época. Incluso llega a unir el discurso de los linajes con el de las armas y las letras para justificarse.

Cuando más elevada estaba la altura de su discurso, el autor vuelve a recurrir a algo que ya conocemos: palillos de dientes para los que ya no tienen dientes y jaulas para los trastornados; brusco regreso a la realidad cotidiana. La llegada de S, viene a librarlo del acoso de las damas. Es recibido con efusión por el hidalgo, evidentemente cansado de dar explicaciones a gente ajena, que no entiende la alta misión que tiene encomendada.

pablo miguel simón dijo...

Excelente análisis del capítulo, y muy buenos los comentarios. Me ha encantado el punto de vista creado por Abejita de la Vega, es una narración prodigiosa.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

desde luego amigo..es un diálogo de sordos, cada cual a su bola y haciendo caso omiso de las razones del otro.

Cada cual argumenta a su manera según su punto de vista...y desde luego que se argumentan.

un saludo amigo

Abejita de la Vega dijo...

Le doy las gracias a Pablo Miguel Simón por su comentario.Un saludo.

marga dijo...

Gracias Merche

Teresa dijo...

Desde el punto de vista del lector sin pretensiones me ha parecido aburridísimo este capítulo, el único interés radica en la llamada a la puerta de Sancho y el ocultamiento del ama. ¿Por qué echan la culpa a Sancho de la locura del Quijote?

Juan Luis G. dijo...

Lo que quiere la ama es que don Quijote se haga funcionario. Los tiempos no han cambiado tanto...

Asun dijo...

Siempre había oído lo de “colgarle a uno el sambenito”, pero no sabía cual podía ser el origen de este expresión. En este capítulo lo he aprendido: prenda utilizada por la Inquisición para humillar a los condenados por delitos religiosos.

Besos