sábado, 16 de mayo de 2009

Acuse de recibo: Arde el mar, de Pere Gimferrer


Es oportuna esta reedición de Arde el mar (1966) de Pere Gimferrer (Barcelona, 1945). La perspectiva del tiempo permite valorar mejor la aparición de este libro de poemas en el contexto de la España de postguerra y lo que significó como presentación no sólo de un poeta con gran presencia hasta nuestros días sino también como tarjeta de visita de una promoción que, unos pocos años después, fue bautizada por José María Castellet como la de los Nueve novísimos, en una de las operaciones comerciales más exitosas de la literatura española y que tanto ha contribuido a confundir a los autores de manuales de literatura, tan necesitados de epígrafes clasificatorios.

Pere Gimferrer es un autor imprescindible tanto en la poesía española como en la catalana. En los años en los que compuso los poemas publicados en Arde el mar (fechados a partir de agosto de 1963) era un jovencísimo poeta que buscaba su voz bajo la influencia de los autores del Grupo del 27 -en especial, Lorca y Aleixandre (al que está dedicado el libro)-, Octavio Paz, Lautréamont, Wallace Stevens, Pound, Eliot, Perse, etc.

En todas sus referencias a esta etapa, Gimferrer -como la mayor parte de sus compañeros de promoción-, siempre ha tenido mucho cuidado en desvincularse de la poesía que se escribía en España desde el final de la guerra: la rechazaba, expresamente. Desde hace unos años, la crítica ha ido matizando esta desvinculación, tanto de Gimferrer como del resto de los novísimos. Una cosa es que se separaran en sus proclamas literarias de las tendencias amparadas por el régimen o de la poesía social y otra que no existan puentes que vinculen su obra con la generación inmeditatamente anterior, por ejemplo.

Pero la mera afirmación de que se quería hacer algo completamente diferente, de que se partía de la consciente omisión de la manera de hacer poesía en España desde los años cuarenta ayuda a situarlos con claridad en las primeras manifestaciones de lo que, pasado el tiempo, se conocerá como postmodernismo. Por decantación, reflexión sobre los productos de la modernidad, juego intertextual con ellos y mirada a lo artístico desde un ángulo en el que se percibía que la cultura cambiaba, como lo hacía la sociedad, ponían las bases de un tipo de literatura distinta.

Por ello, Arde el mar, que obtuvo el Premio Nacional de Poesía 1966, significa en la literatura un hito, puesto que es la aparición de algo nuevo, que anuncia un camino hacia el futuro.

Para construirlo, Gimferrer se muestra, primero, como un gran lector. Es desde ese núcleo del que parte su poesía: su apasionada relación con los textos que ha leído y seleccionado para seguirlos y construir su voz a partir de ellos. Por eso, Arde el mar no es un poemario al uso, escrito con un sólo tono: presenta varias modulaciones de esa voz que es, en primer lugar, voz lectora. De hecho la ruptura de la unicidad es una de las claves. De la suma salen las premisas sobre las que se edificó el nacimiento de la poesía potmoderna en España y que tantas etiquetas ha tenido (culturalismo, intertextualidad, venecianismo, etc.), casi todas ellas presentes en este volumen.

Esta edición de Jordi Gracia (Madrid, Cátedra, 2009, reimipresión de la de 1994), cuenta con una excelente introducción, notas aclaratorias y unos apéndices que ayudan a comprender el texto y contextualizarlo: una edición académica recomendable para todos los lectores. De hecho, uno de los mejores poemas que explican Arde el mar está, precisamente, en estos apéndices. Se trata de Caligrafía (1967):

(...)
Murió un granjero apellidado faulkner
(murió kafka, que no me conoce)
harlow moría
y Marilyn se muere
Qué triste es todo esto.

13 comentarios:

Isabel Huete dijo...

Su poesía siempre fue distinta y si hay algo que me llamó la atención la primera vez que leí algo suyo fue su verbo directo, su ausencia de formulismos. En Cataluña, aún, pero en el resto de España siempre he pensado que no ha tenido el reconocimiento que se merece.
Buena reseña.
Un besazo.

Silvi (reikijai) dijo...

Pedro. Leí no hace mucho Amor en vinilo… relata la experiencia… conjunción armónica, colmada de amor… pasión y erotismo… Te dejo algo Besitos.Silvi.
Como el águila real
en los picachos perdidos,
como el viento y sus latidos
o la luz en diagonal,
al sesgo vienen heridos
por este cuerpo frutal,
por tu resplandor de cal,
mis deslumbres redimidos;
como ríos por sus cauces
desembocan en las fauces
de tu perla desnudada;
¡oh tú, antigua luz perlada,
joven trémolo de sauces,
luz en la luz fulminada!
L’éclair 29/06/05

Merche Pallarés dijo...

Me avergüenza admitir que no he leido nada de Gimferrer. Tendré que hacerlo. Besotes, M.

begoyrafa dijo...

La poesía sabe igual culquier día de la semana y sobre todo si hablas de uno los clásicos e imprescindibles que nos quedan como Pere Gimferrer.
Todo un lujo.
Un abrazo
Rafa

Camille Stein dijo...

'aquel que nunca fui, mas pude ser,
quien se dice al decir el que no era,
la primavera del que ya seré,
la primavera del resucitado'


un poeta vivo, imprescindible...

pablo miguel simón dijo...

Imprescindible referencia en la literatura contemporánea, tu tocayo. Más poesía: es una medicina potentísima para el alma humana. Al mundo le iría mucho mejor si se leyera tanta poesía como novela.

Martine dijo...

Del grupo de que formaba parte me sorprende leer que tenía " un enorme escepticismo en el valor de la poesía y en el oficio mismo de poeta. "La poesía no vale para nada" es la frase que podría resumir la actitud de este grupo de jóvenes en 1970."
Esto es lo que vendrías a explicar en el tercer párrafo de tu Entrada Pedro, aplicado a cierta Poesía...
Enriquecedor todo lo que por tí está expuesto.. Gracías por acercarnos a Pere Gimferrer, y darnos ganas de saber más de su obra...

Un beso, Pedro...

elena clásica dijo...

Un grande. Como poeta, innovador. Exquisita recomendación, pues coincido con Isabel, que no se le ha reconocido lo suficiente.
Siempre recordaré este verso suyo: "el momento en que tus labios, y tus ojos, y la lluvia..".
Me ha encantado la entrada. Un besazo.

Gabiprog dijo...

A tener en cuenta siempre las reediciones cuando se cuida al nuevo lector (u oyente, o espectador).
Algo que desgraciadamente no ocurre siempre.

Concha dijo...

No he leído nada de este escritor, pero lo tendré en cuenta para cuando termine los libros que tengo empezados.

Saludos.

Guarevers Son dijo...

este escritor parece ser bueno, me he motivado a leer uno de sus libros, dime cual me recomiendas ?

espero que pases por mi blog, y me digas cual libro puedo leer, ademas te enteres de lo que hay por alla.

Unknown dijo...

Reconozco que nunca ha sido santo de mi devoción. No obstante tengo la sensación de no haberlo leído en el momento adecuado.
Un abrazo amigo.

Señor De la Vega dijo...

Extraño personaje Pere Gimferrer y su imagen, visto hoy en día, resulta muy académico, quizás con algún toque en la corbata discordante, y no me causa tanta grima como la que proyectaba en su juventud... imagen de un empollón estrambótico en los sesenta, setenta, ochenta, aunque algo mejore con los años.
La verdad supongo que él, es el origen y fin de los 'novísimos', yo sin embargo declaro mi predilección por Montalbán en ese supuesto grupo.
He leído poco del poeta, lo siento, y por eso me gusta esta reseña que hace usted Señor Don Pedro, porque representa Pere un autor que leer, siendo como es, un conocedor extremo de la palabra y yo diría más, que se pasó al Catalán, porque ya le iban faltando palabras en Castellano.

Pienso sin bromas, que Gimferrer es un genio, en el sentido del poder matemático de la lengua. No es baladí que él venere a Don Luis de Góngora, pues en cierto modo hoy quizás lo representa (pero no me hagan caso, porque ¿y yo que sé?).
Un monstruo escritor eso sí es, compositor de textos y lector insaciable de los buenos, pero no como el que escribe, que lee poco y ni siquiera ese poco recuerda, sino como él, que todo lo lee y todo lo integra en su mundo de poesía, erudición y palabras, conscientemente como talentoso, e inconscientemente como poeta sincero y puro.
Digamos que hace falta ser un culto Gimferrer para extraer hasta la última gota de la poesía de Gimferrer, tanto como lector o como crítico, y eso quizás es lo que no me gusta tanto, porque leer poesía con reseñas de alguien que está vivo y en mi lengua, me desconcierta o me sume en mi ignorancia. Me viene a la muerte, un escritor en las antípodas cuando recuerdo a Benedetti, y a la vez pienso que en poesía, estas cosas son justo lo de menos y yo a todos quiero y justo eso es lo que quiero, y me remito a un verso de Gimferrer: "Sólo quiero de ti lo que te quiero”.

Por eso es justo dar alta alabanza en esta Acequia cervantina al Señor Don Pere, tal vez usando aquellas estrofas que nuestro Don Miguel le dedicaba a Góngora:

"Aquel que tiene de escribir la llave,
con gracia y agudeza en tanto extremo,
que su igual en el orbe no se sabe

es don Luis de Góngora, a quien temo
agraviar en mis cortas alabanzas,
aunque las suba al grado más supremo."
Pues quizás con miedo de agraviarle, me acercaría yo a Pere, para invitarle a participar como crítico en la 'Lectura del Quijote' que usted coordina señor Ojeda, quién sabe si le diésemos ideas novísimas para encontrar en la obra de El Quijote un referente póstumo a su obra, y nos alegrase con un trabajo sobre nuestro loco, ya que él reconoce que aunque no niega la grandeza de Don Quijote y de haberlo leído varias veces, no es importante en su vida (entiendo literaria).
Bueno, me extendí como siempre con alucinaciones mías, y lo dejo ya, no sin antes referirme a un poema que a mí me parece conmovedor del susodicho "Oda a Venecia ante el mar de los teatros".
Y aún le dejo otro para ilustrar su crítica, como siempre didáctica y gustosa, tengo que decir que usted sí tiene la capacidad de hacer fácil lo difícil.
Pues un saludo y suyo, Z+-----

"ARDE EL MAR de Pere Gimferer"

Oh ser un capitán de quince años
viejo lobo marino las velas desplegadas
las sirenas de los puertos y el hollín y el silencio en las barcazas
las pipas humeantes de los armadores pintados al óleo
las huelgas de los cargadores las grúas paradas ante el
cielo de zinc
los tiroteos nocturnos en la dársena fogonazos un cuerpo
en las aguas con sordo estampido
el humo en los cafetines
Dick Tracy los cristales empañados la música zíngara
los relatos de pulpos serpientes y ballenas
de oro enterrado y de filibusteros
Un mascarón de proa el viejo dios Neptuno
Una dama en las Antillas ríe y agita el abanico de nácar
bajo los cocoteros"