Soy parte de una generación que pudo acceder, en España, a la Universidad masivamente, sin que ello exigiera unos recursos económicos familiares altos. Recuerdo que, en aquellos años, las estadísticas situaban a España entre los países con más universitarios no sólo en número total sino también en porcentaje de población. Durante toda mi carrera universitaria disfruté de becas estatales (la general y otras más específicas: de Colaboración y de Investigación), además de trabajar, como muchos otros, en casi todo, sin contrato alguno. Soy radicalmente defensor de facilitar el acceso a toda persona, que quiera y esté preparado académicamente, a los estudios universitarios. También defiendo con igual vehemencia la Universidad pública.
Desde hace unos años la Universidad española está inmersa en cierta desorientación. Ser universitario ya no garantiza tener trabajo ni tener un trabajo mejor. Los tiempos también han aclarado finalmente que no todo se aprende en la carrera y que, después del título de diplomado o licenciado, necesitas participar en actividades formativas a lo largo de tu vida profesional y después de ella. Sucesivas modificaciones en las normativas y el camino hacia el Espacio Europeo de Educación Superior han provocado que el sistema universitario español esté cambiando, en su estructura, sin que nadie pueda garantizar que el resultado será mejor. Dentro de la Universidad española hay quienes participan entusiastas de la reforma, pero mayoritariamente se detecta desánimo y cierta incredulidad. También perviven, junto a dinámicas modernizadoras y muy activas que llevan a un tipo de docencia e investigación más acordes con los tiempos, lastres de actitud que vienen de siempre.
La reforma va a provocar una Universidad más encaminada al mundo profesional pero también va a traer la aplicación de cierta mentalidad neoliberal que fomentará la competitividad en lo bueno y en lo malo. La autonomía universitaria española, que ha enriquecido académicamente el sistema de enseñanza superior y ha permitido su crecimiento y modernización, tiene un lado oculto si lo sumamos a las nuevas formas: cada vez habrá más diferencia en el currículum de un alumno según dónde estudie. Habrá, incluso entre las Universidades públicas, una diferencia casi insalvable entre los graduados de los mismos estudios según de dónde procedan. Y este hecho será aun más llamativo entre los alumnos de postgrado (Máster y Doctorado), en los que el que se matricule invertirá una suma considerable de dinero.
Esto es ya inevitable. Urge que todos tomemos conciencia del asunto.
6 comentarios:
La Universidad ya debe de estar enfocada al mundo laboral y a esa ansiedad por el resultado inmediato del que hablas en tu entrada anterior sobre educación. De otra forma no se entendería que para entrar a cursar los estudios de Fisioterapia sea necesario prácticamente un sobresaliente de media (Salamanca).
Algo no debe marchar bien en la Universidad española cuando los mejores talentos tienen que ser fisioterapistas, con mi respeto por esta profesión.
Buena idea la de poner enlaces de entradas antiguas para los que conocemos el Blog desde hace poco tiempo.
La Universidad se debe de adaptar a las nuevas tendencias, que son el desinterés masivo de los estudiantes que tenemos en las aulas de primaria, secundaria y de bachillerato...no entiendo esta postura si hoy día no existe la motivación...UN saludo
¡Uff, la Universidad!
He sido estudiante de ella, de la Pública, también la defiendo.
Aprendí mucho de aquella época, yo también "pillé" la época masiva de los 80 en la Universidad.
Tuve muy buenos profesores, sinceramente,sí, francamente me dejaron huella. También tuve verdaderos jetas y plastas. Pero me quedo con lo bueno.
También fui becaria.
Pero no fui brillante.
Y ahora soy empleada pública de la Universidad, formo parte de esa clase que casi nadie recuerda cuando se escribe de la universidad. Sí, claro, los estudiantes y los docentes.
Y el P.A.S.? los que estamos en la sombra, con un porcentaje mínimo rerpresentantivo.
Siempre hubo clases...
Seguiremos comentando
Hola Pedro.
El curso pasado organizamos nosotr@s unas jornadas para tratar el EEES junto con algunos profesor@s y alumn@s de la Facultad.
Y la verdad es que existe un poco desconcierto sobre sobre el que será... También llegamos a la conclusión del posible peligro de encaminar las enseñanzas hacia lo profesional, se podría perder el propio espíritu de la Universidad...
En fin, ya veremos que nos depara esto.
Hace ya tiempo que la Universidad dejó de ser "excelente". Yo también tuve que trabajar para pagar mi carrera -así estuve dos años en Madrid reuniendo fondos- y luego pude comprobar que mi título servía para bien poco. Y eso que soy Ingeniero Técnico Industrial y por aquel entonces era una carrera con gran demanda en el mercado laboral.
Sin embargo, aquello me sirvió para espabilarme y no quedarme acomodado de por vida.
P.S. Dejo este comentario con gran precaución. Temo que LA ACEQUÍA derive hacia posiciones "revolucionarias" que pudieran comprometer el buen nombre de quienes la visitamos asiduamente ;-)
PANCHO: Es un magnífico ejemplo que desconocía y que utilizaré. Como dices, algo no debe marchar bien. Gracias por incorporarte a este debate.
MANUEL: Tenemos un grave problema los que nos dedicamos a esto, Manuel, un grave problema.
PILAR: Gracias por incorporar esta voz tan necesaria para construir la Universidad. En estos momentos, en los que el mundo administrativo es tan complejo y especializado, sin la colaboración eficaz del PAS no hay Universidad. Muchas gracias, de nuevo, por ampliar el sentido del debate.
AAAA: Va a ser un tránsito doloroso, que afectará a demasiadas cosas. Habrá cosas muy buenas, reformas que modernizarán la Universidad pero en el camino se perderán muchas cosas buenas también. Y habrá un problema sobre el que tendremos que aplicarnos: el sistema que viene no pertenece a nuestra cultura. Necesitará de ajuste fino. Siempre sois bienvenidos aquí los de Movimiento anfibio.
FRAN: Gracias por el comentario, Fran. Bueno, siempre nos quedará París...
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