jueves, 27 de septiembre de 2007

Vertebración de la fachada.


España nació como concepto geográfico y administrativo. España, como idea, se edificó en los voluntariosos proyectos de unos pensadores visionarios que, con unos u otros fines, pusieron las bases ideológicas que empujaron finalmente a los Reyes a un mundo de alianzas y matrimonios que estabilizaran sus dinastías y su poder, en especial, para no desangrarse en guerras continuas y obtener las fuerzas suficientes para empresas mayores. Muchos de los humanistas vieron en ese concepto de España la oportunidad de construir un estado que evitara las miserias de lo que enseñaban las crónicas y se propulsara hacia la modernidad, la racionalidad y el fundamento legal. El último de esos sueños de modernidad fue el iberismo del siglo XIX, que continúa hasta hoy, como ha demostrado Saramago hace poco y en otras ocasiones. Los pueblos se sumaban a aquellas nuevas entidades a veces convencidos, a veces de perfil. Pero toda la construcción, tan frágil como nuestra historia plagada de guerras civiles y de banderías, sólo se sostiene con empeños comunes. La dificultad radica en que, en las escasas épocas en las que España ha vivido en democracia, se deben sanar las viejas heridas y al calor de los sentimientos más sencillos nacen políticos populistas que buscan, a través de discursos eficaces pero generalmente mentirosos, el beneficio electoral. La historia, que no es más que una narración de los hechos pasados, se reinventa: lo hizo Franco, que era un nacionalista; lo hacen los nacionalismos regionales y locales. Se cuenta, por ejemplo, que León está en la misma comunidad que Castilla porque nadie se ponía de acuerdo en el reparto de lo que se llamó Castilla la Vieja. El Bierzo reclama su identidad, con lógica también en este tipo de discurso. Y en los últimos días, en Barcelona, se ha aumentado el sentimiento de abandono del gobierno central porque no han funcionado los servicios públicos y al calor del discurso fácil el presidente del Barcelona quiere que su equipo siga jugando en la liga española pero exista una selección catalana puesto que sólo está dispuesto a asumir una parte del nacionalismo del que hace gala. Así, cada vez, el mapa es más pequeño siendo el mundo tan grande. Sin embargo, también la Historia nos enseña de estas tendencias que van y vienen y se mezclan con inereses económicos, fanatismos religiosos y ambiciones personales. Y de lo que cuesta restañar las heridas. ¿Pero dónde encontramos ahora un discurso superador de estas barreras que no caiga en el españolismo fácil y en la queja instrumentada o en el rechazo irracional de los sentimentos del otro? ¿Lo hay?
España, por su mismo origen y composición, es un país que para existir debe repensarse cada cierto tiempo. Debemos asumirnos en esta mezcla. Y eso no es malo. Sólo continuará adelante si encontramos un impulso que supere las inercias de disgregación y los intereses de los grupos políticos que quieren imponer las diferencias o que quieren anularlas a la fuerza.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahí has estado valiente, Pedro. Valiente y templado.

Alatriste dijo...

Se cuenta, por ejemplo, que León está en la misma comunidad que Castilla porque nadie se ponía de acuerdo en el reparto de lo que se llamó Castilla la Vieja.

La cuestión no es esa, la cuestión es que Castilla fue la gran perdedora de la transición, León en todo caso se unió a los restos de lo que fue Castilla la Vieja. Hoy día no existe Castilla como tal, puede que a algunos les importe y a otros que no, pero el hecho objetivo es que Castilla-la Mancha no es Castilla, ni siquiera Castilla y León es Castilla, son parte de ésta, y como bien sabrás ni siquiera hay un acuerdo definitivo sobre la configuración de dicha región, que es tan histórica y debería ser tan real como lo puede ser Aragón o Cataluña.

La idea de España ha evolucionado a lo largo del tiempo, y es un error muy frecuente pensar que los tiempos en los que vivimos son los tiempos definitivos, que todo quedará como esta, y que lo que tenemos ahora es lo correcto.
Todo evoluciona, la España de 1585 no es la España de 1700, y la de 1700 no es la de 2007, ¿cómo será la del 2100? el tiempo lo dirá.

Hoy vivimos una etapa de descentralización de la misma forma que en otros periodos de la historia estatal se vivieron periodos de centralización, la historia es fluctuante y nosotros somos partícipes de uno de estos periodos.

Con respecto al iberismo, unidos con Portugal lo único que ganaríamos en otra región nacionalista y con una política que fomentará el rechazo por lo español,o quizás sea más correcto decir, por lo castellano.

Pablo A. Fernández Magdaleno dijo...

Es un asunto complejo que creo que nos va a acompañar de por vida. Y yo ya estoy un poco harto...
Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Gracias por vuestro comentarios.
Fran, Pablo: efectivamente, cansa pero hay que sacarlo de vez en cuando, con mucho temple.
Alatriste: hoy no pretendía sacar la Historia en el sentido en el que tú mencionas, sino que quería hablar sobre todo de la responsabilidad de nuestros pensadores y gobernantes que son incapaces de contrarrestar una situación política en la que la mentira histórica es usada para manipular las fibras emocionales. Ante tanta falta de escrúpulo, no oigo ningún mensaje moderador que nos empuje hacia adelante.

nerea dijo...

Estoy de acuerdo contigo, cada vez el mapa es más pequeño... y es triste... todos vivimos en un mismo lugar y sin embargo todos (o bueno, gracias a dios todos no...) queremos separarnos... Soy muy inocente en este tema porque soy de las que piensas que deberíamos estar algo más unidos pero empiezo a pensar que eso empieza a ser una utopía y me entristece empezar a pensar así... Estoy también contigo Pablo, estoy harta de esto y sobre todo, de la política... bueno, más bien de los políticos porque no me fio absolutamente nada de ellos... ¿Me he ido desviado del tema?

Besicos!

José Ángel Gaviero dijo...

En España siempre nos hemos dado de tortas los unos contra los otros para que al final saquen beneficio los que están detrás del atril. Y, que yo sepa, sólo nos hemos comportado como una única nación durante la guerra de Independencia... En cuanto a una solución a este problema, es mucho más difícil de lo que parece, ysa que nunca llueve (ni lloverá) a gusto de todos. Por cierto, un artículo buenísimo.

Caelio dijo...

Don Pedro, ultimamente le noto muy comprometido y osado. Me gusta.

He defendido una y otra vez que los nacionalismos, patriotismos, localismos, regionalismos y cualquier -ismo que defina una diferencia hacia el otro, es un error. Un patriota tiene bien delimitadas sus fronteras.

Más de andar por casa tenemos nuestros políticos locales y localistas. Burgos ante todo. Esta semana un localista influyente (AMMP) se ha dado cuenta y empieza a hablar del futuro existente en el eje Valladolid-Palencia-Burgos.

El futuro y el porvenir lo tenemos que descubrir con nuestros vecinos, aunque hablen diferente.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Gracias, Nerea (no, no te has desviado) y Chan por vuestras palabras.
Caelio: ya ves, parece que esta vez La Acequia sí va entrando en campaña electoral

jg riobò dijo...

Mi Reino no es de este mundo.
Nací en Béjar, vivo en Valladolid, trabajo en la Junta de Castilla y León, pago impuestos a la Hacienda de España, mi mujer trabaja en Asuntos Europeos.....

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pedro Ojeda Escudero dijo...

Gracias, Javier, por tu comentario. En efecto, quizá la realidad está superando la mirada pequeña.
Filomeno2006: veo que hay algunos que se han tirado por el iberismo en el post. La propuesta de Sardinha, usada como fue en la traducción del libro en 1939, da miedo, qué quieres que te diga. Tampoco es la solución, ni es lo que pretendía decir en el post. Además, me gustaría que las entradas tuvieran un perfil reconocible para saber uno a quién habla: yo doy nombre y apellidos en todas mis opiniones.