miércoles, 1 de agosto de 2007

Dos palabras (Larra en la era virtual).

[Mariano José de Larra. Grabado de mi propiedad.]

Hace unas semanas, mi querido Blogófago, tras tomarnos un café, cogió al vuelo una alusión mía a Mariano José de Larra y, acertadamente, trascribió las líneas iniciales del primer artículo de El pobrecito hablador. Revista satírica de costumbres, etc., etc. Por el bachiller D. Juan Pérez de Munguía (1832-1833). Lo introdujo tan oportunamente que remito a él en este caso. El artículo lleva por título "¿Quién es el público, y dónde se le encuentra?" y es una ingeniosa entradilla de la publicación que Larra culmina con una NOTA. El pobrecito hablador, por no dejar meter baza a nadie, no admite ni da contestaciones.


Antes, Larra había redactado unos párrafos, a modo de propaganda y editorial, en los que diseñaba las características de la nueva publicación. El texto tenía como título Dos palabras y, mutatis mutandi, nos depara sorpresas si lo comparamos con el mundo de los blogs.

Comienza por afirmar que no quiere redactar un periódico tradicional porque no se cree capacitado para ello y no le gusta adoptar sujeciones: la misma libertad que cualquier blogger desea para sí mismo. Estas sujeciones deben entenderse no sólo desde el punto de vista ideológico, sino también del formato:


Emitir nuestras ideas tales cuales se nos ocurran, o las de otros, tales cuales las encontremos para divertir al público, en folletos sueltos de poco volumen y de menos precio, este sí es nuestro objeto; porque en cuanto a aquello de instruirle, como suelen decir arrogantemente los que escriben de profesión o por casualidad para el público, ni tenemos la presunción de creer saber más que él, ni estamos muy seguros de que él lea con ese objeto cuando lee. No siendo nuestra intención sino divertirle, no seremos escrupulosos en la elección de los medios, siempre que estos no puedan acarrear perjuicio nuestro, ni de tercero, siempre que sean lícitos, honrados y decorosos.

Claro, en época de Larra, y más en el formato impreso por el que opta -otra cosa eran los libelos anónimos plagados de insultos o grabados obscenos y caricaturizadores, o las hojas manuscritas que circulaban a cientos-, no sólo no era legal, como ahora, entrar en ofensas personales, sino que tampoco era muy recomendable atentar contra las instituciones. De ahí que afirme que su sátira no será nunca individual y concreta -lo que puede significar también ponerse la venda antes de la herida. Ya le llegarán tiempos mejores a Larra, en los que sí que caerá en el retrato durísimo de personalidades de su tiempo, especialmente de aquellos que le defrauden, como Martínez de la Rosa.

Afirma después otra característica que sigue vigente en el mundo de los blogs (es la esencia de gran parte de ellos):

Siendo nuestro objeto divertir por cualquier medio, cuando no se le ocurra a nuestra pobre imaginación nada que nos parezca suficiente o satisfactorio, declaramos francamente que robaremos donde podamos nuestros materiales, publicándolos íntegros o mutilados, traducidos, arreglados o refundidos, citando la fuente, o apropiándonoslos descaradamente, porque como pobres habladores hablamos lo nuestro y lo ajeno, seguros de que al público lo que le importa en lo que se le da impreso no es el nombre del escritor, sino la calidad del escrito, y de que vale más divertir con cosas ajenas que fastidiar con las propias. Concurriremos a las obras de otros como los faltos de ropa a los bailes del Carnaval pasado: llevaremos nuestro miserable ingenio, le cambiaremos por el bueno de los demás, y con ribetes distintos lo prohijaremos, como lo hacen muchos sin decirlo, de modo que habrá artículos que sean una capa ajena con embozos nuevos.

Aviso a navegantes: Larra no plagia, sino que se inspira en otros con descaro y desparpajo. Y supera a sus modelos con el ingenio y la profundidad de la mirada. Y aquí se burla ingeniosamente de cualquier ley sobre la propiedad intelectual, como si supiera que en la futura Internet nada será de nadie:

Además, ¿quién nos podrá negar que semejantes artículos nos pertenezcan después de que los hayamos robado? Nuestros serán indudablemente por derecho de conquista. Habralos también sin embargo enteramente nuestros.

Y, en cuanto a un avance de materias a tratar, se declara incapaz de hacerlo, porque el trancurrir de El Pobrecito hablador será abierto:

Siguiendo este sistema no podemos fijar los materiales de que hablaremos; sabemos poco, y aun sabemos menos lo que se nos podrá ocurrir, o lo que nos podemos encontrar. Reírnos de las ridiculeces, esta es nuestra divisa; ser leído, este es nuestro objeto; decir la verdad, este es nuestro medio.

Larra, que era un jovencísimo escritor en esa época, nos da muchas claves de este mundo virtual de ahora. A ellas hay que añadir el pseudónimo frecuente en las publicaciones periódicas de su tiempo-nick, lo llamamos ahora-: pobrecito hablador, bachiller Juan Pérez de Munguía (a los que añadirá otros en años sucesivos, hasta su más famoso: Fígaro), o lo que afirma en las líneas finales:


Aunque nos damos tratamiento de nos, bueno es advertir que no somos más que uno, es decir, que no somos lo que parecemos; pero no presumimos tampoco ser más ni menos que nuestros escritores de la época.

¿Algún blogger es capaz de dar más y expresarlo mejor? Lo que Larra no pudo vivir es la inmediata comunicación con los lectores. Pero incluso el periódico era un avance considerable en esto con respecto a los formatos anteriores.

Uno de los males actuales es que pensamos haberlo inventado todo.

(Continuará.)
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Durante el mes de agosto la actualización del blog no será diaria.
Estamos en verano, no me pidáis constancia.
Tantos mis comentarios como la publicación de los vuestros sufrirán del estío.

8 comentarios:

trupitomanias dijo...

espero ya la continuación...

la única pega ha sido dejarme los ojos na mas levantarme.. por lo demás........... ansias de más

es curioso descubrir que todo esta inventado ya..

Caelio dijo...

Didáctico, divulgativo y oportuno, como siempre.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Trupmanias / Caelio: Gracias por vuestras palabras. Trupmanías: estuve dudando porque sé que el texto es un poco más largo de lo recomendable en un blog, pero Larra se lo merecía. Te subvenciono las dioptrías de más.

trupitomanias dijo...

cuando algo es bueno.. lo de largo nunca es largo ;)

de momento me apaño para ver las birras sobre la barra del bar .. así que todo bene bene

Myriam dijo...

Por aquí ando en LARRAndome, por suerte me monté en mis kawasakis nuevos, porque si que te esforzaste en poner letra de hormiga!

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MYR: Gracias a ti vuelvo a estas entradas y veo que tienes razón en lo de la letra. Lo tengo que corregir.

Bertha dijo...

Yo a esto le llamaría el poder de la palabra que junto a la vanidad del escritor se autoaplican un puzle de exceso de palabras para llamar la atención...

No hay cosa que más eriquezca que la sencillez en el dicho y encajando cada frase en su sitio para ir formando este puzle que no todo el mundo: es culto académico o tiene tiempo.Pero si le gusta leer o informarse cómo va el día a día.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

BERTHA: Bienvenida a La Acequia, espero verte más por este espacio.
El exceso de palabras es tan malo como su carencia. Cada estilo tiene su espacio y sus lectores. Larra dijo las palabras justas para su época y hoy, seguro, sería uno de los blogueros más exitosos en Internet.
Gracias por tu visita a esta entrada que escribí hace tanto tiempo.