domingo, 20 de mayo de 2007

La ciudad como espectáculo.

Parece que necesitamos llenar las calles de nuestras ciudades y convertirlas en espectáculo permanente. Una semana toca volverlas al pasado, con puestos de venta que lo mismo sirven para la Edad Media, el Renacimiento o el Barroco. Otra nos da por congregar en ellas a todas las estatuas humanas de Europa o grupos de teatro de calle, bululús y feriantes. También festivales del pincho gastronómico, ferias de la cerámica, del libro, mercadillos. A veces las ocupamos con instalaciones de arte postmoderno. Semana Santa, Navidad, ferias locales, manifestaciones varias, encierros de toros y puestos electorales. La calle, en efecto, es de todos. Dentro de poco, habrá tanta ocupación de la calle como días internacionales en recuerdo de algo. Pero siempre faltará el día de la ciudad: la ciudad misma como espacio de expresión libre de unión de sus habitantes; la ciudad como lugar de encuentro y no de combate contra la vida misma; la ciudad, en suma, habitable.
¿Hemos dejado de definirnos como ciudadanos para ser espectadores de esta nueva ciudad llena de trampantojos que nos ocultan la ciudad misma y quienes la gobiernan?

4 comentarios:

Pilar dijo...

Bellísimo, texto muy bello.
Identificación.
Cuántas veces he pensado eso.
Disfrazamos nuestras casas.
Disfrazamos nuestros cuerpos.
Y, lógicamente, disfrazamos nuestro habitat, nuestra ciudad.
Es como si necesitáramos siempre rellenar las cosas, como si en sí mismas no tuvieran valor.
Así nos va, en vez de buscar el fondo de las cosas, las cosas por las cosas, vamos enredándonos en superficialidades, y acabamos quedándonos con lo externo.
Flotando siempre en un mar de dudas absurdas por no ahondar en lo verdaderamente esencial.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Rellenándolas y disfrazándolas de lo que no son, querida PILAR.

Myriam dijo...

"La Ciudad misma como espacio de expresión libre de unión de sus habitantes" "La ciudad como lugar de encuentro"....

¡Qué gran deseo!, me uno por que asi sea....un lugar de encuentro consigo mismo y con el otro; sin trampantojos, sin mugre, sin rellenos que tapan vacío.

(Tu viaje en circo me trajo por aquí)

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MYR: pues doy gracias al circo.