lunes, 21 de mayo de 2007

Aguas revueltas.

Hoy, las aguas del río bajaban turbias y rápidas, atravesando la ciudad casi sin mirarla, como un cuchillo. Las tormentas de estos días han revuelto el cauce, y el color del agua es de limo y espuma. La Acequia, en su humildad, no comprende bien la braveza de estos hechos, pero el tiempo se empecina en llamar la atención del paseante, que se queda observando el vigor del cauce. ¿A dónde corren estas aguas y por qué no miran a la ciudad de las agujas como suelen? Quizá están molestas por el escaso fuste de los debates de quienes pasean sus puentes con intención de rebañar votos en sus orillas. Quizá se remueven pensando en el retraimiento ciudadano de los moradores de estas calles antiguas. Quizá sólo ignoran estos tiempos grises y buscan su natural discurso hacia la vida.

1 comentario:

Sonia San Román dijo...

Me gusta que, de vez en cuando, los ríos enseñen a las ciudades que invaden permanentemente sus riberas o que les dan la espalda arrogantes, quiénes son los que mandan de verdad.
Bonito texto Pedro, un saludo.