Ya es conocido. Uno de los rasgos del estilo de Luis Alberto de Cuenca es la mezcla, en el mismo poema, de elementos que provienen de la más alta cultura clásica con otros propios de la cultura popular de las últimas décadas (cómic, cine, música, etc.). Todo ello, en este poeta, se gira siempre hacia la experiencia personal. Luis Alberto de Cuenca ve el mundo y lo siente a través de esa cultura heterogénea, jugando a uno y otro lado del canon clásico (de ahí que se le pueda aplicar el concepto de transculturalidad), pero abre la puerta a los momentos vividos que luego explica con este rasgo de estilo que definimos. Por ejemplo, en el poema Me acuerdo de..., se enumeran los recuerdos que de forma poco ordenada le asaltan: Borges a través de Marcos Barnatán, una tienda de tebeos de su infancia, el pelmazo de Proust cuando desayuna magdalenas, profesores de colegio a partir de Shakespeare, sus hijos Álvaro e Inés a través de la lectura de Espronceda o El mago de Oz, etc. Pero el verso final cierra el poema, desnudo de esas referencias:
Me acuerdo de mi madre a todas horas
Esto también sucede en la parte final del poemario, que contiene poemas de amor que parecen -solo parecen- desnudos de retórica y referencias y por eso algunos lectores los preferirán sobre los anteriores. En Eva presente se comienza con el mito de Afrodita, con referencias a Cyrano y Gautier, para decantarse a través de la referencia bíblica del título, en una soberbia imagen personal:
Y entonces Dios,
que había imaginado el paraíso
bajo la especie de tu cuerpo,
te confió a mis brazos para siempre.
Este elemento transcultural, como el de la transvanguardia o transarte, define a Luis Alberto de Cuenca y a un grupo de escritores y artistas que comenzaron a expresarse a partir de los años setenta del pasado siglo. A la muerte del arte o de la cultura seguía el no arte y uno de sus elementos claves es lo heterogéneo de los materiales requeridos, pero siempre asimilados a partir de las experiencias biográficas y de una lectura personalísima de todo. Por supuesto que hubo mucha vanidad y cosas superfluas, como en todas las propuestas estéticas, pero hacerlo bien suponía un esfuerzo notable que no siempre ha sido apreciado por los críticos fáciles de aquella postmodernidad, que suelen confundir el rábano con las hojas. Sucede lo mismo con la técnica formal de los poemas de este volumen: no hay nada más difícil que hacer poesía que no lo parezca ni en el ritmo aunque lo tenga, puesto que no se trata de escribir cualquier cosa disimulándola de poesía como suelen hacer muchos de los imitadores de este estilo. Pruebe el lector.
Me acuerdo de mi madre a todas horas
Esto también sucede en la parte final del poemario, que contiene poemas de amor que parecen -solo parecen- desnudos de retórica y referencias y por eso algunos lectores los preferirán sobre los anteriores. En Eva presente se comienza con el mito de Afrodita, con referencias a Cyrano y Gautier, para decantarse a través de la referencia bíblica del título, en una soberbia imagen personal:
Y entonces Dios,
que había imaginado el paraíso
bajo la especie de tu cuerpo,
te confió a mis brazos para siempre.
Este elemento transcultural, como el de la transvanguardia o transarte, define a Luis Alberto de Cuenca y a un grupo de escritores y artistas que comenzaron a expresarse a partir de los años setenta del pasado siglo. A la muerte del arte o de la cultura seguía el no arte y uno de sus elementos claves es lo heterogéneo de los materiales requeridos, pero siempre asimilados a partir de las experiencias biográficas y de una lectura personalísima de todo. Por supuesto que hubo mucha vanidad y cosas superfluas, como en todas las propuestas estéticas, pero hacerlo bien suponía un esfuerzo notable que no siempre ha sido apreciado por los críticos fáciles de aquella postmodernidad, que suelen confundir el rábano con las hojas. Sucede lo mismo con la técnica formal de los poemas de este volumen: no hay nada más difícil que hacer poesía que no lo parezca ni en el ritmo aunque lo tenga, puesto que no se trata de escribir cualquier cosa disimulándola de poesía como suelen hacer muchos de los imitadores de este estilo. Pruebe el lector.
Noticias de nuestras lecturas
Pancho continúa su atenta lectura de Cien años de soledad, que nos ocupó hace unas semanas. Y aquí llega a una buena demostración de cómo se salta en la novela de lo real a lo mítico y viceversa...
Anuncio de la próxima lectura
El año pasado se conmemoraba el cuarto centenario del nacimiento del pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo. Con ese motivo, aparte de exposiciones, ciclos de conferencias y libros académicos, se publicaron varias obras que abordaban su vida desde la literatura.
Sin pretensión de agotar el tema, la presencia de Murillo en obras literarias data de los tiempos en los que el pintor vivía, aunque sorprende la escasa atención que ha merecido uno de los pintores más importantes de todos los tiempos. De su tiempo, podemos señalar el romance El mulato de Murillo (1656). Del sevillano hablaron famosos viajeros románticos por España : G.H. Borrow y Richard Ford; también Bécquer, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Pedro Antonio de Alarcón, Campoamor e incluso Verne (el capitán tenía en el Nautilus una Asunción de Murillo); no faltaron referencias en Rubén Darío, Cansinos Assens, etc.
En el año del cuarto centenario se publicaron dos novelas escritas por periodistas sevillanos: El color de los ángeles, de Eva Díaz Pérez y El enigma Murillo de Andrés González Barba. La primera nos sitúa en la vida del pintor; la segunda trata del saqueo de sus obras en Sevilla por las tropas napoleónicas y está ambientada, por lo tanto, en el siglo XIX. Esa es una de las razones que me ha llevado a seleccionar la de Eva Díaz Pérez como lectura de las próximas semanas.
Cambios en el listado de lecturas del presente curso
y otras noticias
y otras noticias
- Como a la ocasión la pintan calva, los miembros del club de lectura nos sumamos al proyectado viaje de Alumni UBU a Sevilla con motivo de la exposición que conmemora a Bartolomé Esteban Murillo en el Museo de Bellas Artes de aquella ciudad. Por esta razón, en el mes de febrero leeremos la novela El color de los ángeles de Eva Díaz Pérez (Planeta, 2017), que recrea la vida del pintor y la Sevilla de su tiempo. Así, las lecturas continuarán de la siguiente manera:
- Febrero: El color de los ángeles, de Eva Díaz Pérez.
- Marzo: Los amores equivocados, de Cristina Peri Rossi.
- Abril: Concierto barroco, de Alejo Carpentier.
- Mayo: Tea Rooms, de Luisa Carnés.
- Junio: La Tesis de Nancy, de Ramón J. Sender.
Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales) en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.
ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.
ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.
1 comentario:
A mí esas del final me gustaron menos, qué prosaico me decía. ¡Y no es poca cosa escribir poesía sin que lo parezca! Repasaré el libro, con gusto y a gusto.
Ya dije que me ganó una dedicada a Neruda que a mí se me cruzó con Bécquer. Y tenía mi entrada redactada y casi lista para publicar, el miércoles por la tarde. Pero se apagó el ordenador por falta de batería, enchufé...y di a la tecla equivocada: la que me ofrecía restaurar... ¡Metedura de pata! Allí estaba mi escrito mermado ¡tal y como lo había dejado el día anterior! Con la introducción y muy poco más. Los diablillos informáticos me habían jugado una mala pasada y no me sentía capaz de rehacerlo. Ahora creo que ya he cogido fuerzas...
Al mismo tiempo, voy pasando los apuntes de la crónica de la reunión del club presencial. Recordándola se me fue pasando el mal humor. Nos dio mucho juego don Luis Alberto.
Ahora, las dos entradas en mi blog, poco a poco.
Disfruta del campo. Un abrazo, Pedro.
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