Don Quijote vive el gozo de sentirse ya caballero. Al alba (es referencia literaria, como casi todo lo que hay en este capítulo), se siente lleno de ilusión pero decide volver a su aldea para seguir el consejo del ventero, aprovisionarse y tomar como escudero a un pobre vecino suyo, labrador con hijos. Esta primera referencia a Sancho Panza es muy útil para comprender el juego entre realidad y ficción del hidalgo: sabe que su vecino no reúne ninguna de las características que debe tener un escudero. Pero él tampoco es un caballero andante.
Por el camino, tan feliz como va, le surgen sus dos primeras aventuras. El narrador debe solucionar un problema técnico que le acompaña desde la primera frase: cómo hacernos ver el desnivel entre la vivencia del protagonista y lo que verdaderamente sucede sin forzar la narración, que seguirá su curso de forma natural. Ésta es una de las muchas claves que hacen de la novela una obra maestra y en la que deben ejercitarse los que practiquen este tipo de escritura fronteriza entre el realismo y lo fantástico con subordinación al primero.
La historia de Juan Haldudo, labrador rico, y su criado, Andrés, enfrenta a don Quijote con la realidad de su tiempo: el amo azota al criado como cosa suya. Cervantes mezcla aquí la parodia de caballerías con la narración folklórica -lo volverá a hacer-. El hidalgo -por lo tanto, superior en rango social-, ejerce más que de caballero -aunque parte del diálogo parodia encuentros similares de las novelas de caballería- de juez de paz y sentencia a partir del sentido común que, al pobre mozo, se le pague la deuda y se le deje libre. Claro que, como acepta la palabra del labrador creyéndole hombre de bien, causa más daño a Andrés, al que su amo vuelve a atar y golpear al desaparecer don Quijote. Nada más crudo que el comportamiento habitual del ser humano para que nos dejemos de literaturas. Como volveremos a saber de Andrés, comprenderemos que el pobre muchacho ha aprendido la verdadera lección: solucionar uno mismo los problemas asegurándose de que el resultado de la demanda no se vuelva en contra. Lección de gramática parda en tiempos duros.
Don Quijote, que ya se cree en la cima de su gloria al haber resuelto el mayor tuerto y agravio que formó la sinrazón y cometió la crueldad (aquí se echa mano del exceso para hacernos ver el desnivel en el que tiene metida la mente el hidalgo), llega a una encrucijada de caminos y, a imitación de los caballeros andantes, deja que sea su caballo el que decida el camino. Rocinante, que no sabe nada de novelas, se deja llevar por la querencia. Este azar le depara la segunda aventura: el encuentro con los mercaderes toledanos a los que reta, al estilo de las novelas, impidiéndoles el paso si no juran que Dulcinea es la más hermosa de todas las damas. Uno de ellos, más burlón y conocedor de los relatos caballerescos, entra en el juego (ya hemos hablado de estos personajes que reaccionan ante la locura del protagonista participando de ella) y le provoca, por lo que don Quijote arremete contra él. Ya sabemos cómo termina el caso: Rocinante tropieza y da con su amo en el suelo, sin poderse levantar y a merced del mozo de mulas de los de Toledo, que rompe la lanza del hidalgo sobre sus costillas y lo golpea hasta que se cansa. Obsérvese que, en esta primera paliza que recibe el protagonista, se parodia también el sentido caballeresco de romper lanzas (hay muchos juegos de este tipo en toda la novela) y se rebaja cruelmente el gozo de don Quijote. Sin embargo, éste lo acepta como un lance propio de los caballeros andantes puesto que aun no es hora de cansarse de que la realidad se empeñe en demostrar su fuerza.
Hay, en el capítulo, una sabia medida de contraste de emociones: por una parte, la felicidad del protagonista; por otra, la constatación de que, incluso cuando triunfa, la realidad lo derrota. Don Quijote parece que sólo puede vencer en la utopía. Ya veremos cómo se irá matizando esta cuestión. Esto expresa muy bien la recepción por el lector, tan llena de sentimientos encontrados, de la historia de este loco al que se coge cariño.
Y hay otra cosa que, en todas mis lecturas, me ha llamado la atención, el uso de un refrán que incide en que cada persona se hace a sí misma con sus actos:
-Mire vuestra merced, señor, lo que dice -dijo el muchacho-, que este mi amo no es caballero ni ha recebido orden de caballería alguna; que es Juan Haldudo el rico, el vecino del Quintanar.
-Importa poco eso -respondió don Quijote-, que Haldudos puede haber caballeros; cuanto más, que cada uno es hijo de sus obras.
-Importa poco eso -respondió don Quijote-, que Haldudos puede haber caballeros; cuanto más, que cada uno es hijo de sus obras.
No será la única vez que Cervantes use esta afirmación o similares. Por acumulación de frases de este tipo y contexto, ha sido puesta en relación con la doctrina erasmista que había que disimular a principios del siglo XVII de esta manera para no tener problemas, tras haber calado hondo en España unas décadas antes. Ya veremos otros casos.
43 comentarios:
Muy ocurrente la foto...jaja y original.
A lo que venía, es ipresionante la sabiduría de D. Miguel, la gran utilización de paralelismos y de refranes denota una cultura impresionante para la época que le tocó vivir...y como dices, seguramente tuvo que enmascarar sus ideas humanistas para huir o evitar ser perseguido por la censura del momento, la Inquisición.
un abrazo....
Que buena la foto de hoy!!!! ja, ja, ja... tendria que haber hecho yo lo mismo... o podria hacerlo... las proximas dos semanas estare de viaje y volvere a ausentarme de estos foros.
Un saludo de paso!!!!
Caramba, Pedro, ¡Cómo nos abres los ojos! Esta relación de Cervantes con el erasmismo no la hubiese visto en la vida si no nos lo dices.
En este capítulo hay varias cosas que me han gustado mucho, la inocencia de Don Quijote al pensar que Haldudo cumplirá su palabra es una. Lo de la encrucijada de caminos y el caballo me ha hecho mucha gracia, el caballo blanco de Santiago en la mente de caballero no tiene más aspiración que la de un modesto mulo. Hay más, pero si lo pongo todo me alargo demasiado.
Es un gustazo leerte.
Este capítulo me ha causado tristeza de ver la hipocresía y falsedad del amo y el pobre Andrés. Tampoco me ha gustado la burla de los mercaderes, logrando que nuestro pobre D.Quijote se caiga del rocín, magullándose y ¡encima! atacándole con saña. Muy cruel. Claro que Cervantes describe muy bien ese lado del carácter español--hacer leña del arbol caido. Muy triste este capítulo.
La foto sí que me ha hecho gracia. Besotes, M.
He de reconocer que si lástima me dió el capítulo anterior donde se burlan de D. Quijote cuando decide "velar sus armas" para cuando amanezca poder ser nombrado caballero, más pena me ha dado este capítulo cuando le pega la paliza uno de los mercaderes. ¡Pobre infeliz! Con lo contento que iba él al creerse que había resuelto el problema del pobre Andres...
Pero ya te digo, nada mas lejos de la realidad ¿verdad? Cosas así nos ocurren todos los días.
Genial, he de reconocer que me he enganchado a este libro. ¿ Ya era hora no?
Un besazo.
Buenos días Pedro.
Llego a tu blog a través de brujaroja y lo primero que quería hacer es felicitarte por esta iniciativa a la que me apunto desde este capítulo.
Leí el Quijote tres veces (la primera por obligación que se convirtió en devoción a medida que pasaban los capítulos), pero la última fue hace unos cuantos años con lo que creo que la ocasión la pintan perfecta para comenzar la cuarta.
De este capítulo destacaría la frase inicial La del alba sería... que ha trascendido de lo literario, y el temor que don Quijote suscita también entre las personas con las que se encuentra. Don Quijote va armado (con armas ridículas para la época) y la primera reacción del arriero es la de temor:
El labrador, que vio sobre sí aquella figura llena de armas blandiendo la lanza sobre su rostro, túvose por muerto...
A veces la perspectiva del tiempo nos hace olvidarnos de que para la época de la narración, ver a alguien vestido como nuestro héroe, sería algo parecido a cruzarnos por la calle con alguien vestido de soldado napoleónico.
Gracias de nuevo por tus comentarios.
Rafa
hay no que una frasesita me ha encantado!!!( LENGUAJE CABALLERISO SUPONGO)"CADA UNO ES HIJO DE SUS OBRAS"..pues e sla mera verdad y mas se alargaria hasta hoy....
pues desde que comence a leer aparecio ROCINANTE....pues seguramente fue un emorme caballe de buen porte..valiente..y de mucho andar....valla animal!
al leer los capitulos pocos (desde que te visito) al QUIJOTE me lo imgino como uan vez lo vi por tv en un documental...flaco...de bogotes...mediana estatura...medioveterano..pero valiente y muy fuerte....y sanchito tb...
hoy me ha gustado!!!!!!!!
p/d: por lo visto las vacaciones te tienen ya ocupado....por la nota digo...
hermosos te dejo un besin!!!!!!
Acabo de leer algo curioso (Martín de Riquer)sobre el fallo aritmético de Cervantes al calcular cuantos reales le debía Haldudo a su criado, error que aparece sólo en la primera edición del Quijote. ¿Es correcto que se corrija en las siguientes ediciones?.
Ahora arremeteré yo, no contra los molinos, sino contra el ingenioso:
No me inspira ninguna pena su esquizofrenia de conveniencia, ni su aparente trastorno de identidad que se supone que sufre tras la paliza. Creo que el desdoblamiento de personalidad es un recurso para justificar la humillación que siente.
A ver si en lo sucesivo consigue conquistarme de alguna manera.
Un abrazo. Concha.
Lo primero que pasó por mi mente, al ver la silla vacía es que de veras te habías volatilizado, que susto!!
Me alegro de que no sea así.
Los viernes no tengo tiempo de leer nada, pero lo intentaré , ya sabes que sí.
Besos a la silla^^
MANUEL: la formación de Cervantes es una de las lagunas que no ha podido reconstruir totalmente la investigación, pero es más que evidente que, se formara como se formara, es un hombre con grandes conocimientos y un pensamiento muy claro sobre su sociedad. Un abrazo.
SERENDIPITY: saludos, no paras últimamente.
EUPHORBIA: hay muchas cosas en el libro que, sin las claves de época, pueden pasar desapercibidas. Puedes alargarte: no hay límite. Es un gusto que pases por aquí.
MERCHE: no olvidemos que, moviendo a risa -el libro se leyó durante mucho tiempo exclusivamente como un libro cómico-, Cervantes consigue poner en evidencia la literatura y la sociedad de su tiempo. Besos.
DESPLAZADOS: me alegro de que te haya enganchado y de que comentes como lo haces. Besos.
BEGOYRAFA: bienvenido a la Acequia. Me alegro de que te sumes a la iniciativa. En efecto, como comentas, Cervantes juega con ese efecto que puede producir ver a un viejo loco vestido con armas extravagantes. Lo volveremos a ver. Gracias.
SAUVIGNONA: veremos un poco más adelante un juego con la descripción de don Quijote y Sancho que te gustará, ya verás. ¡Aun no he comenzado mis vacaciones: no tengo clase, pero quedan unas semanas de trabajo académico!
CONCHA: Martín de Riquer es una excelente guía para leer el Quijote. Hay dos versiones sobre el fallo de cómputo: una dice que es un error de Cervantes o de la imprenta, por lo que se corrige a partir de la segunda edición; otra que dice que es parte de la caracterización del personaje y que no debe corregirse. Tienes buena parte de razón: al vivir en su mundo de fantasía puede asimilar los fracasos a su manera. Te enganchará. Un abrazo.
DIANNA: espero que no... Te espero. Besos de la silla.
Hace siglos leí el libro, toda una
aventura por cierto.
Ha sido todo un placer volver a
reencontrarme con este capitulo y recordar aquello que estaba algo olvidado... Es una obra extraordinaria.
“Cada uno es hijo de sus obras”... tiene mucho de verdad.
Un abrazo.
Hola, vengo casi volando a comentarte que te he dejado un meme en mi mundo por si te apetece contestarlo.
Un saludito rápido y luego me paro a leer un buen rato.
Por cierto, Pedro, una duda que te quería comentar y se me quedó esta mañana en el tintero: ¿por qué en el libro se refieren al dinero con el término "los dineros" en plural?
Es una curiosidad que en el episodio anterior me llamó la atención y quería saber si sabes el por qué.
Saludos.
No solo la de su tiempo, el de ahora tambien, desgraciadamente. Me ha causado gran pena y no lo puedo remediar. Besotes, M.
Dos "hazañas" de Don Quijote. Cervantes sabe burlarse del personaje de forma maravillosa. Un abrazo.
PATRICIA: Me alegro del reencuentro. Un abrazo.
VAMPI666: Recibido. voy.
DESPLAZADOS: el uso de "dineros", en plural, era frecuente en la época y después.
Algunos lo achacan al cultismo del que procede (del latín denarius), otros dicen que es por la referencia a un tipo de moneda (romana o medieval).
Hubo una moneda en el Imperio Carolingo que se llamaba "dinero", con lo que el uso plural correcto era "dineros". El denier francés tiene origen en él, y pasó al catalán como diner y al castellano como dinero. Esta moneda quedó en la mentalidad colectiva y en la referencia en el habla como la moneda por excelencia: de ahí que en la obra cuando se usa en plural equivale a varias monedas.
Hoy aun se usa como coloquialismo o vulgarismo, pero ya no hay conciencia de referirse a la moneda romana o a la medieval.
MERCHE: desgraciadamente aun perduran muchas cosas. Besos.
FERNANDO: sobre todo para captar el interés del lector. Un abrazo.
Sem tempo para mais do que te desejar feliz fim de semana, meu Pedro!
Besos.
Que marabilla poder recordar las magníficas historias de este libro. Un saludo.
Está genial esto que haces, Pedro.
SAO: feliz fin de semana también para ti. Besos.
D`AGOLADA: me alegro de que te lo parezca. Un saludo.
FUSA: espero que puedas seguirme semana a semana.
Hola Pedro. Por recomendación de brujaroja me sumo a este club de lectura tan didáctico y ameno, aunque tardaré un poco en ponerme al día.
Encantada de conocerte y agradecida por esta iniciativa tan poco corriente.
MEMORIA: Bienvenida a La Acequia y a esta locura. Aquí te esperan las entradas, para que te pongas al día.
A pesar de los palos el pobre caballero no pierde la fe en su empresa y en sus ideales. Persevera en sus afanes, sin acobardarse. Eso le engrandece sobre muchos de los otros personajes de la obra. Yo creo que a estas alturas, Cervantes amaba a su personaje
CECILIA: Cervantes es un claro ejemplo de escritor que ama a sus personajes, en efecto.
Con la fresca de un mes de Julio, vemos a nuestro hidalgo, ya nombrado Caballero, salir de la venta henchido de una alegría de la que hace partícipe a su fiel Rocinante. Su gozo se ve incrementado cuando le parece haber solucionado el asunto del criado con su amo. El capítulo termina con el protagonista apaleado y por los suelos, pero sin la pérdida de un ápice en su autoestima: culpa a su caballo de su desgracia física.
Observamos cómo D. Quijote es capaz de actuar con cordura y sentido común en el asunto del criado, Andrés, y acorde con su locura cuando intenta atacar a los mercaderes, por haber entendido que faltaron al respeto a su dama.
Me ha causado sorpresa encontrar aquí: Algalia: Sustancia untuosa, de consistencia de miel, blanca, que luego pardea, de olor fuerte y sabor acre. Se saca de la bolsa que cerca del ano tiene el gato de algalia y se emplea en perfumería. DRAE. Aún en el Oeste peninsular se usa el término “Gato Algaria” para referirse al gato montés o al menos se usaba hasta hace unos años cuando eran más frecuentes estos animales. pancho
A mi me resulta curioso que Cervantes estubiera realmente enamorado de su Galatea y al Quijote lo dejara en segundo plano, incluso también a las novelas ejemplares. Esto demuestra que nosotros vemos algo distinto a lo que veía el.
¿Estaremos errando?
PANCHO: Esa es parte de la singular locura de don Quijote: hay cosas para las que parece estarlo rematadamente, hay veces que actúa con un sentido común que muchos quisieran. El Quijote está lleno de palabras por descubrir. Gracias por el apunte.
DARGOR: Sí. Para el juicio de su época Cervantes podía ser considerado escritor sobre todo por la Galatea y el Persiles, no tanto por el Quijote. Hoy vemos aquellas dos como obras maestras en sus géneros, pero no como creadoras de nuevos caminos. Cervantes pudo intuirlo, pero, en realidad, murió sin saber que lo había conseguido con la historia de este pobre hidalgo. La Galatea y el Persiles nacieron para no superar su época a pesar de su calidad.
no lo había relacionado erasmismo en el Quijote si claro ja ja
la verdad que no hay nada como que te ayude un profesor para leer ,
En esa época se acaban todos arreando?
Que brutos por dios... ya leí ayer el capítulo y saqué dos conclusiones:
"el que a hierro mata... a hierro muere" y el "ojo por ojo".
Estoy poco inspirada hoy, profe, hace mucho viento y el siroco me transtorna (sí, más de lo habitual :)
Besitos^^
ISLA: es mejor leer en grupo, así todos aportaremos cosas.
SILVIA: la violencia en las relaciones era más frecuente que hoy, aunque a veces nos parezca lo contrario. De ahí que Cervantes, en varias ocasiones, abogue por las soluciones dialogadas. Cuidado con el siroco.
Del capítulo IV me quedo con el genial párrafo : " No le mana, canalla infame, no le mana, digo, eso que decís, sino ámbar y algalia entre algodones y no es tuerta ni concorvada, sino más derecha que un huso de Guadarrama...." ¡ Qué prosa !
PEDRO C.: ¡Sabia elección! Es una frase que lo tiene todo y que podría resumir buena parte de la locura del personaje.
Hola a todos,
Don Quijote me vuelve a hacer dudar de su locura. Si bien sale de la venta convencido que la pantomima de ceremonia de armarlo caballero ha sido todo lo gloriosa que había soñado, seguidamente se plantea el regreso a casa para solventar las carencias de ropa y dinero sobre las que le había advertido el ventero. Don Quijote sigue teniendo la referencia del hogar; sabe que puede volver en cualquier momento de desamparo. Me parece una prueba de lucidez; lo que haríamos todos.
"[..] basta que yo se lo mande para que me tenga respeto; y, con que él me lo jure por la ley de caballería que ha recibido, le dejaré ir y aseguraré la paga."
En el suceso del mozo azotado se muestra una vez más la confrontación del idealismo con la cruda realidad, donde nadie sigue el código de caballería - o sentido de la justicia - al que tanto apela don Quijote. Parece que sólo cumplimos la ley si alguien vigila o nos acecha un castigo, como ocurre con el código de circulación.
"En esto llegó a un camino que cuatro se dividía, y luego se le vino a la imaginación las encrucijadas donde los caballeros andantes se ponían pensar cuál caminos de aquellos tomarían, y, por imitarlos, estuvo un rato quedo y al cabo de haberlo muy bien pensado, soltó la rienda a Rocinante, dejando a la voluntad del rocín la suya, el cual siguió su primer intento, que fue el irse camino de su caballeriza."
Este fragmento me gusta mucho y me pregunto si la acción de soltar riendas la hace enteramente por convicción o simplemente por imitación a las narraciones de caballería. Don Quijote me parece ahora un personaje mucho más ambiguo que en otras lecturas anteriores, más apresuradas, más simplistas.
La aventura de los mercaderes empieza con un diálogo de besugos, lo que en argot coloquial diríamos que don Quijote "les da la paliza" para que reconozcan la hermosura de Dulcinea. Curiosamente, esta paliza dialéctica desemboca en otra física que acaba con don Quijote malparado y sufriendo su primera derrota en el "campo de batalla".
Saludos.
JUNA LUIS: en efecto,cada vez que lees la historia encuentras nuevos matices.
¿Os habéis planteados las similitudes entre la historia de los mercaderes y la película de los Monty Python, Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores?
Saludos.
Jajajaja, sí que es verdad... Te refieres al acertijo de la golondrina, ¿verdad? o al del duelo en el que un caballero va despedazando al otro sin que el derrotado quiera en ningún momento rendirse...
No había caído. Muy bueno.
Saludos.
Si, es la version del enlace.
Ya te habia puesto un comentario, pero se perdio en el cyberespacio..
"el gozo le reventaba por las cinchas del caballo" me fascino la grafica alegria de Q.
Que apertura magistral de capitulo. Optimismo puro. Asi quiero empezar cada maniana.
La descripcion de su amada Dulcinea es sensacional" no es tuerta ni corcovada, sino mas derecha que un uso de guadamarra"
La iniciacion a la adultez, del ninio azotado. No la comento por razones que tu sabes. Simplemente puedo decir que concuerdo con Cervantes en que cada uno es hijo de sus obras.
Monthe Python vi el recital en Londres hace poco....
Ya te dije , me encanto este
capitulo.... Un abrazo
PD la realidad lo derrotara, pero cae y se levanta. No se deja vencer.
Va en pos de sus ideales.....utopias o suenios. Crea su mundo, al fin y al cab, todos somos co-creadores de una forma u otra.
MYR: me gusta cómo te fijas en esas frases cervantinas. Cervantes no nos da sólo un argumento o un personaje, sino que trabaja cada frase y nos regala perlas del lenguaje.
En efecto, don Quijote, si tiene algo es precisamente eso, la fuerza de crear un mundo.
Un abrazo.
Resulta muy esclarecedora tu explicación del capítulo. Me ha gustado la frase "cada uno es hijo de sus obras",pero sin tu ayuda no la habría asociado al erasmismo.
Es un gusto ver con qué entusiasmo sale DQ de la venta.
También destacaría cómo en segundos pasa de su mundo de locura a la lucidez y viceversa: sale de la venta henchido de gozo por verse ya armado caballero y vuelve al mundo real para dirigirse a su casa al recordar los consejos del ventero. Estando en el mundo real oye los lamentos de Andrés y automáticamente entra de nuevo en su locura agradeciendo al cielo la ocasión que le presenta de poder cumplir con su profesión, aunque para el pobre Andrés la intervención de su salvador traiga consecuencias nefastas.
Es tal la sed de aventura que tiene que sólo ya con la forma de abordar a los mercaderes -"Todo el mundo se tenga, si todo el mundo no confiesa que no hay en el mundo todo doncella más hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso."- provoca en ellos la burla.
Hay una cosa que no entiendo. Una vez que Juan de Haldudo le explica por qué está castigando a su criado, DQ ofendido le dice: ¿«Miente», delante de mí, ruin villano?. En las notas de la edición que estoy leyendo dice que era una falta de respeto utilizar el término mentira delante de un superior. ¿Sabes por qué?
Muchas gracias por tu ayuda. La verdad que es un placer poder hacer la lectura de esta forma. Nunca habría imaginado que El Quijote me pudiera a enganchar así.
Besos
¿Hora? La del alba sería, cómo no, cuando don Quijote sale de la venta. Gallardo, alborozado, revienta de gozo y revientan las cinchas del caballo, menuda hipérbole.
Pero ha de volver a casa, debe proveerse de camisas y dineros, tal le dijo su huésped. Y otra idea le ronda por la cabeza, ha de contratar un escudero. Ha pensado en un labrador vecino suyo, pobre y con hijos. Ni hidalgo, ni rico, ni joven; pero acabamos de leer, en renglones de oro, el nacimiento del gran Sancho Panza.
¡Con qué gana camina Rocinante al acercarse a la aldea!
Parece que alguien se queja allá, en esa cercana espesura. Estupendo, el cielo le concede la oportunidad de ejercer su recién estrenada profesión. Menesterosos del mundo, allá va don Quijote de la Mancha.
Entra en el bosque y…
-Ahí estoy yo, atado a una encina.
-¿Quién habla?
-Saludo a vuestra merced, señora. Me envía un ventero y dos mozas del partido. Dicen que ahora es mi turno, que he de contarle a vuestra merced mis cuitas. Mi nombre es Andrés, pertenezco a la categoría de los secundarios con nombre, lo cual tiene su importancia. Tengo a gala el ser un personaje secundario del Quijote y, además, soy de los que vuelven a aparecer.
Mi amo, Juan Haldudo el Rico, me ata a una encina. Ya sé, señora, lo que está pensando. Tiene en la punta de la lengua la oportuna pregunta: cómo se sujeta a un muchacho de quince años, que no a una yegua, contra su voluntad, amarrándole a un árbol. Déjese de preguntas ociosas y escuche mi relato.
El caso es que me arranca la camisa, se quita el cinturón y comienza a azotarme. Por cada golpe, me aconseja que le dé menos a la lengua y vigile mejor a las ovejas.
Mis propósitos de enmienda, a gritos, no me sirven para nada. Mi amo cree que me como las ovejas y le echo la culpa al lobo. Alguna me comí, pero no todas. El lobo y yo vamos a medias. Esto no lo escriba vuestra merced…
Y, de repente, aparece el caballero don Quijote,” blandiendo la lanza sobre su rostro”. Le reprocha su cobardía y le insta a coger la lanza que tiene junto a la yegua.
El amo que ve aquella figura armada, arrimándole la lanza al rostro, cree llegada su última hora.
Con buenas palabras, le llama “señor caballero”, cuenta su versión. Yo soy su criado y me está castigando por descuidado o por bellaco, porque cada día falta una oveja de la manada. Y que yo digo que lo hace por no pagarme la soldada. Y dice que miento.
Don Quijote no puede soportar ser testigo de la acusación que se me hace y le amenaza con ensartarle, como a una longaniza. Le ordena que me desate y así lo hace, cabizbajo. Le ordena pagarme y me pregunta cuánto me debe mi amo y le digo que nueve meses, a siete reales cada mes.
Don Quijote hace la cuenta, setenta y tres reales, que ha de desembolsar inmediatamente si no quiere morir. No sé si la echa bien, que yo no sé de números; el Haldudo… creo que es tan iletrado como yo.
Pero le parece mucho y dice que me ha de descontar tres pares de zapatos, más un real por dos sangrías de cuando estuve enfermo.
Don Quijote echa otra cuenta, que esta sí es correcta. Le replica que no le debo nada, que si rompí el cuero de los zapatos, él rompió el cuero de mi cuerpo. Y que si el barbero me sangró estando enfermo, él me ha sangrado en sanidad.
Juan Haldudo no lleva dineros encima y pretende que me vaya con él a su casa, para pagarme. ¡Para dejarme más desollado que un San Bartolomé!
Don Quijote me asegura que no hará tal, basta con que se lo jure por la ley de caballería que ha recibido. Que no, que mi amo no es caballero, que Haldudo es rico, labrador y de Quintanar.
El loco caballero dice que cada uno es hijo de sus obras y yo le pregunto de qué obras va a ser hijo mi amo, el cual me niega lo ganado con mi sudor.
Me dice el bellaco que me vaya con él, que me pagará perfumados los reales. Y lo jura, el muy falso, por todas las órdenes de caballerías que hay en el mundo.
Don Quijote le advierte que ha de cumplir lo jurado. Si no lo cumple lo hallará, para castigarlo. Pica a su rocín y me deja solo con mi amo. En cuanto desaparece, me dice que me quiere pagar como le ha ordenado “el desfacedor de agravios”. Le contesto que andará acertado en cumplir el mandamiento del caballero, tan valeroso y buen juez.
En ese momento, asiéndome del brazo, me ata a la encina y me da tantos azotes que me da por muerto. Se burla de mi, diciéndome que llame al “desfacedor de agravios”, aunque este no lo desfaga, que le viene en gana desollarme vivo.
Al fin, me desata y me da permiso para ir a buscarle. Me parto y le juro que iré a contárselo a tan valeroso caballero. Aunque le digo que él lo pagará con las setenas, él queda riendo y yo parto llorando.
Me duele todo el cuerpo, algún día encontraré a ese don Quijote de la Mancha y le haré saber de qué sirven sus caballerescas palabras. Quede con Dios, señora amanuense.
-¿Pero no me cuentas tu aparición en otro capítulo, cuando le cantas las cuarenta al bueno de don Quijote?
-Otro día. Me esperan...
Un abrazo de María Ángeles Merino
Me pasa como a Juan Luis, me gusta mucho la escena de don Quijote en la encrucijada. Yo no había entendido en la lectura que los caballeros andantes de los libros de caballerías dejaran que fuera su caballo quien decidiera qué camino tomar. De hecho, Cervantes dice que don Quijote “estuvo un rato quedo, y al cabo de haberlo muy bien pensado soltó la rienda a Rocinante, dejando a la voluntad del rocín la suya …”.
¡Dejando a la voluntad del rocín la suya, después de haberlo pensado muy bien durante un rato!
MARAVILLOSO.
Anda, que no hay tela marinera en esa frase….
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