En la chopera, me agacho a tocar las hojas que ya han caído, anticipando el otoño. Se quiebran. El suelo es de un extraño gris ceniza.
Desde hace unos años, en las redes sociales predomina una extraña necesidad de violencia, que ahora también veo crecer entre mis conocidos. De palabra y de acción. Las estadísticas dicen que entre los jóvenes aumenta la justificación de actitudes que implican la violencia y que muchos demandan gobiernos autoritarios y crece la añoranza de regímenes criminales. Alguien ha abierto la caja de Pandora. ¿Queda dentro la esperanza? Decía Nietzsche que la esperanza es el peor de los males: bajo la apariencia de bien deseable, prolonga el dolor pues nos hace aguardar una solución que se dilata en el tiempo. Qué difícil es vivir sin esperanza, pero que no sea tan fácil abrazarla.
Cuentan que vieron a un sabio con fama de santo devolver las estrellas de mar al océano después de una marea especialmente violenta. Alguien se le acercó tras verlo afanarse durante una hora en la que apenas había recorrido unos metros de playa: ¿Es tan importante devolver unas pocas estrellas al mar cuando hay miles en la playa? Con un gesto, le hizo ver la extensión de la costa. Para esta, dijo el sabio señalando la que tenía en la mano, sí.
Qué cita tan jugoso y honda la de Nietzsche. La violencia se expande de facto entre algunos y de ideología entre bastantes. Siempre es más cómodo delegar, ¿no?, la violencia es la esencia de los ultras, aunque estos parezcan parlamentarios y pacíficos. ¿Será el término pacífico tan dudoso como el de esperanza? Es para pensarlo..
ResponderEliminarOlvidaba: el último párrafo, esa anécdota sabia es preciosa.
ResponderEliminarSi salvamos sólo una estrella el mundo estará a salvo. La nuestra, la rosa del principito.
ResponderEliminarNunca fue la esperanza espera baldia.
ResponderEliminarLa palabra esperanza concebida como un lujo cultural por los neutrales.
Ingenieros del verso y obreros que trabajan.
Esa es la esperanza positiva.
El verso amorosamente cruel que no cierra los ojos.
Labora cada día aún mordidos por la fatiga, esa es la verdadera esperanza de mi muy amado Celaya.
(Agustín Merino)
Lo que no nos preguntamos los que ya tienen unos años, es la causa de ese retroceso democrático y de la esperanza que no llega.
ResponderEliminarEm primeiro lugar , seria importante tentar saber o motivo dos jovens estarem em retrocesso democrático e apoiarem a violência.
ResponderEliminarPenso que terá muito a ver com a educação e com os exemplos que lhes são dados .
Em Portugal há anos descobriram que um dos jogos enviados para uma escola do segundo ciclo e que foram postos à disposição dos adolescentes sem ninguém responsável os ter visionado antes, tinha como enredo assassinar a tiro pessoas velhas e mulheres grávidas.
Além disso, desde há muitos anos que os desenhos animados para crianças pequenas são um horror.
Se o Ocidente tem dois pesos e duas medidas e sanciona a Rússia pela invasão da Ucrânia, mas não sanciona de maneira nenhuma Israel pelo genocídio contra os palestinianos na Cisjordânia e em Gaza sendo os EUA cúmplices activos ... não tenho grade esperança no futuro.
Amigo mio, besos y buen finde.
La esperanza está viva. De no ser así, habría que engendrarla y darle luz.
ResponderEliminarSomos ovejas mansas rumbo al matadero, no hay caso.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Sabias palabras las de Nietzsche... vivimos en un mundo que es cada vez menos mundo. Tendremos que ir a la playa a recatar estrellas.
ResponderEliminarPreciosos siempre tus retratos de interior.
Un abrazo.
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ResponderEliminarLas redes que más me atraen son las que tejen las arañas campestres, sobre todo las que observo en los amaneceres otoñales, cuando el rocío pende de sus hilos. En las otras parece que hay un ruido atronador, y a mí me gusta el silencio.
ResponderEliminarMe encanta leerte, Pedro, te venía extrañando.
ResponderEliminarBesos.
Ya ha llegado el otoño con todos sus colores y el gris... no puede faltar.
ResponderEliminarSabias las palabras de Nietzsche.
Sí, Pedro, cuando tuve mi primer móvil en la mano me dije a mí misma, que este juguete iba a traernos sus consecuencias, pues todo tiene su cara y su envés.
Besos