Panta rei, todo fluye. ¿Quién era yo en 2006? Para Heráclito, la vida es una armonía de contrarios en continuo cambio. Entre siete y diez años tardan las células de nuestro cuerpo en renovarse completamente, pero no lo hacen todas a la vez, por lo que nunca dejamos de ser quienes somos, pero nunca somos iguales a nosotros mismos. Esa imagen que tenemos de nosotros no existe más que como ficción que nos tranquiliza y nos deja dormir por las noches sin más sobresaltos que los de la vida cotidiana: el niño que llora por la noche, el perro que ladra y rompe el silencio nocturno, la urgencia de la próstata. Sigo siendo el mismo afirman algunos para demostrar coherencia y lo que demuestran es su propio engaño y la justificación ante los otros, a quienes se les reprocha haber cambiado, como si aferrarse a un imaginado yo del pasado fuera una tabla salvación de esta vida que es deriva y naufragio.
Yo no sé quién soy, tampoco lo sabía en 2006, cuando fundé este blog. En medio de la incertidumbre, repaso entadas antiguas (con esta de hoy, 4129). De algunas recuerdo cuándo las escribí y en qué estaba yo por entonces, puedo rememorar olores y gestos de aquel día como recuerdo los cuchillos del viento en el puente de Trisla o la brisa del mar en Praia Verde, el sabor de la flor de la acacia, el de las moras de zarza de Minaya o el de las semillas de las malvas silvestres. El techo protector de los cerezos en flor del Jerte, el agua fría del Sella, los campos de amapolas, las despedidas, cómo erizaba los ojos al enfadarse, el espacio acogedor creado con un mero gesto de la mano, el beso mientras Venecia se hundía, las peñas rojas por el atardecer en donde anda desolado un poema. Dos golondrinas entrando por el balcón abierto. En este tiempo he habitado doce casas, casi doscientos hoteles y doce mil noches. Se suceden también las lecturas y los miles de cafés tomados en estos años, la nieve acumulada en la sierra, aquella mañana lluviosa en Santander, un colibrí libando una flor en un patio de Oaxaca, los vastos campos de cereal todavía verde de Castilla, el sol de invierno en las Bardenas Reales. Nunca me engañé porque siempre supe que yo era otro que se andaba buscando y abandonaba por aquí algunas huellas de su paso, pero todo deja cicatriz, que permite sentir que algo de lo vivido sucedió, aunque ahora solo suceda en el recuerdo y este yo que escribe tampoco sea dentro de unos minutos y se engañará con ser otro mañana.
Y mientras tanto, la acequia fluye. Ya no existe aquella de mi infancia, hijuela de esta que traigo aquí hoy o quizá no existió nunca o sea yo el que no haya existido tal y como me recuerdo.
Gracias a todos por seguirme hasta aquí en estos dieciséis años de búsqueda. Si os apetece acompañarme, seguimos. Espero que quede mucho antes de que deje de buscarme. Quién sabe.
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Breve historia de La Acequia (pincha sobre los enlaces para acceder):
Primera entrada (11 de octubre de 2006).
Razón del título del blog (12 de octubre de 2006).
Primer año.
Segundo.
Tercero.
Cuarto.
Quinto.
Sexto.
Séptimo.
Octavo.
Noveno.
Décimo.
Undécimo.
Duodécimo.
Decimotercero.
Te felicito Pedro, no es fácil mantenerse en pie tanto tiempo.
ResponderEliminarLlevamos el mismo tiempo en esto de Blogger, yo comencé un enero de 2006, aunque Blogger me tenga inscrito desde 2009 (a saber porqué…).
En 16 años se pueden contar muchísimas cosas, aunque quizás en realidad solo contemos (una y otra vez) las cuatro o cinco cosas esenciales de nuestra vida… por ejemplo la niñez, sí.
Que sigamos en la senda, Pedro.
ResponderEliminarQuerido Pedro, profesor, poeta, escritor y hombre prolífero..felicitaciones por esta perseverancia tuya. Yo soy una de tantas que dejó el blog por diversas razones y porque era más cómodo facebook en aquel entonces.
Creo que todo tiene su ritmo, su tiempo....feliz de seguir contigo, reconociéndonos cada uno en el camino. Algunos solos, otros acompañados. Yo prefiero la buena compañía, tanto de personas, como de libros, de historias, anécdotas, caídas y resurgimientos... mientras haya movimiento, existe vida!
Te abrazo querido Pedro por tus dones, sin embargo, principalmente, por ser un excelente ser humano, como hijo, siempre recordando a sus padres.
Alzo mi copa Pedro... salud!
Beso,
Ali
Muchas felicidades Pedro, por esos dieciséis años.
ResponderEliminarContemplo "La acequia", veo cómo fluye el agua entre tus escritos. Los amigos permanecemos en la orilla viendo el fluir de tus reflexiones y todos vamos cambiando y esperamos que las aguas vayan discurriendo por muchos años.
Te felicito.
Saludos
Francesc Cornadó
Al cumplirse el segundo año yo ya revoloteaba por La Acequia, era cuando comencé a comentar el Quijote contigo. Catorce años y que sean muchos más, aunque ya no seamos los mismos, algo queda. Un abrazo de los grandes.Besos de María Ángeles, la Sor y la Abejita de la Vega.
ResponderEliminarHa llovido mucho en 16 años. Felicidades.
ResponderEliminarSaludos
Tu acequia y la mía fluyen porque fluimos nosotros. ¡Y cómo lo hemos hecho en estos dieciséis añitos! (Te gano por dos meses)
ResponderEliminarAprovecharé el día y tu entrada para hacer mis propias reflexiones al respecto y sacar también conclusiones.
Saludable y festiva tu celebración, a la que me adhierto.
Em simultâneo , os meus parabéns e a minha gratidão pela tua preciosa companhia ao longo destes nossos anos de agradável convívio ... e que estejas sempre aqui e me honres com a tua presença nos meus espaços.
ResponderEliminarEstreito abraço, querido amigo.
No somos los mismos. No podemos serlo. La vida es dinámica y a cada paso tanto cambia el mundo como cambiamos nosotros. Externa e internamente. Y vamos experimentando, aprendiendo, imaginando, haciendo... y en ese acto trascendente comprendemos que a medida que avanzamos, acumulamos lo que hemos sido capaces de generar en nosotros y en los demás. Celebremos, entonces el tiempo que compartimos, ya sea al aire libre, entre cuatro paredes o virtualmente. Felicidades, Pedro. Que sean muchos más los añoscompartidos! Un abrazo
ResponderEliminarPor fin aquí la entrada.
ResponderEliminarFelicidades por esos 16 años, que no son pocos, y además, enriquecedores. Recuerdo descubrí tu blog en mis comienzos y desde entonces he seguido enganchada. Y aquí seguiré acompañándote, Pedro. Ojala sigas por aquí otros 16 años o más.
Besos.
¡Qué maravilla y tanto camino juntos! Mil felicidades y continuemos adelante. Yo ausente de momento con muchos temas que solucionar y pica calma, sunque volveré no bien pueda, pero no podía dejar de venir a felicitarte y dejarte mi abrazo y un beso.
ResponderEliminarVoy un poco retrasada con los blogs amigos he estado ausente una temporada. Esta entrada no me la podía perder. Felicidades Pedro, qué suerte la mía de encontrar La Acequia y seguir caminando juntos.
ResponderEliminarLarga vida a La Acequia.
Un abrazo enorme, Pedro.
...de esta vida que es deriva y naufragio.
ResponderEliminarPero ahí sigues, Pedro. Y, de momento, nosotros contigo. Espero que sea por mucho tiempo.
Una entrada de recuerdos de vida que permanecen. Esos detalles que en aquel momento ya intuías que iban a ser eternos. El paso firme mientras bajas por las piedras de un río que continúa fluyendo. Como las aguas de Heráclito.