El inicio de la novela nos presenta de manera nada amable a la protagonista, Asís Taboada, mujer de treinta y dos años, viuda del marqués de Andrade, fallecido dos años antes, al que le unía un matrimonio convencional sin amor. Encamada por el trajín del día anterior (fiesta de San Isidro), que le provocó la insolación a la que se refiere el título, la voz narradora no ahorra nada para que comprendamos ante qué tipo de persona nos hallamos y dilema moral: diminutivos constantes, caprichos, negación de la evidencia de lo ocurrido el día anterior... Si durante dos años ha guardado el luto tal y como marca la tradición, bastó un descuido el día anterior para que todo cambiara. Este desliz cometido con el joven gaditano Diego Pacheco, es lo que la tiene sobresaltada y sin querer salir de la cama. En un tono ligero e irónico, Emilia Pardo Bazán nos sitúa en la psicología del personaje, atrapado entre lo que marca la sociedad que debe ser una viuda de buena familia con una hija a su cargo y lo que lleva por dentro que no es, ni más ni menos, que las ganas de vivir. Este tono humorístico con el que se nos presenta inicialmente el conflicto moral será clave para comprender toda la novela y el tipo de crítica a las hipocresía social que busca la autora. Al plantearlo así, el conflicto moral pierde relevancia, como si fuera algo que solo pudieran sufrir de verdad personajes como Asís sometidos a una insolación que le haga perder los papeles tan fácilmente. Esta mujer, viuda de un marqués, se mueve en un ambiente de clase: duquesa, comandantes de artillería, grandes hacendados... Una sociedad bien pero muy superficial en todo. Recordemos que Pardo Bazán viene de la dureza de Los Pazos de Ulloa y La madre naturaleza y en esta novela tantea otro tipo de estilo, decidida a abordar la crítica social desde un ángulo diferente. En el segundo capítulo de la novela, como quien no quiere la cosa, desliza una de las raíces del problema español, falto de la necesaria europeización, según lo veía la autora:
aquí en España, desde la Restauración, maldito si hacemos otra cosa más que jalearnos a nosotros mismos. Empezó la broma por todas aquellas demostraciones contra don Amadeo: lo de las peinetas y mantillas, los trajecitos a medio paso y los caireles; siguió con las barbianerías del difunto rey, que le había dado por lo chulo, y claro, la gente elegante le imitó; y ahora es ya una epidemia, y entre patriotismo y flamenquería, guitarreo y cante jondo, panderetas con madroños colorados y amarillos, y abanicos con las hazañas y los retratos de Frascuelo y Mazzantini, hemos hecho una Españita bufa, de tapiz de Goya o sainete de don Ramón de la Cruz. Nada, es moda y a seguirla. Aquí tiene usted a nuestra amiga la duquesa, con su cultura, y su finura, y sus mil dotes de dama: ¿pues no se pone tan contenta cuando le dicen que es la chula más salada de Madrid?
Asís teme ser una gringa y se declara ferviente españolaza. Ya tenemos caracterizada magníficamente la situación y el tono de arranque de la novela.
Noticias de nuestras lecturas
Carmen Ugarte juega con un más que verosímil paseo del brazo de Emilia Pardo Bazán y José Lázaro Galdiano por Madrid. En su diálogo hay una buena explicación de esta novela. No te pierdas esta entrada.
Se ha informado a los miembros del formato presencial del Club de lectura del lugar y la hora de la próxima reunión, que tendrá lugar el martes 25 para comentar esta novela de Emilia Pardo Bazán.
Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos (si me he olvidado de alguien, agradezco que se me avise). Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales), en este blog.
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La Españita bufa de la Restauración, mísera y desigual, asoma desde la cama de una privilegiada viudita. Compartimos su malestar físico y sus intentos vanos de autoengaño. Jaquecona, soleado, no. Ha sido un resbalón en toda regla, cómo ha podido ser esto. Pobre señora, qué aburrida es su vida, misa y visitas. Desea vivir su vida y para impedírselo está la sociedad de clase alta en que se desenvuelve y el severo confesor. Y ella quiere vivir su vida. Un poco peor lo pasa cuando se ve obligada a visitar a la clase media empobrecida, con casas que huelen un poco peor y niños sucios que enferman... Así que un día va a misa y termina en el bullicio de la fiesta de San Isidro, engolosinada con un señorito andaluz y calavera, un "meridional" seseante, más que dulce empalagoso y que ya no la va a soltar... bueno eso queda fuera de la novela. Yo a esa boda... En la pradera y en las Ventas se respira el mismo aire del barrio de las Injurias que pintó un poco después don Pío. Pobre Españita bufa.
ResponderEliminarTengo leída la novela, pero efectivamente, me desilusiona con relación a
ResponderEliminar"Los Pazos de Ulloa" y "La madre naturaleza" donde estas novelas tienen mucha más fuerza, quizás sea por eso por lo que no acabo de hacer la entrada.
Lo que primero me llamó la atención fue la dedicatoria "A José Lázaro Galdiano en prenda de su amistad. La Autora". Quizás Carmen, no ande muy desencaminada en su entrada. Tengo el libro "Cartas a Galdós" de Carmen Bravo Villasante y los dos protagonistas masculinos de esta Insolación, parece que pueden estar reflejados.
Seguiré intentado hacer la entrada.
Besos
Para lo bueno o para lo malo, doña Emilia es doña Emilia. Irrepetible.
ResponderEliminarUna muy buena insolación la de esta viuda :-)
ResponderEliminarY si saliera lo reprimido, Pompeya y Herculano quedarían para la posteridad como moco de pavo, digo yo.
Besos