El gran problema de viajar es llevarte contigo, no hay manera de olvidarte en el vestíbulo de una estación, como una maleta.
A veces consigues ser otro, pero despiertas mientras tomas un café de hotel mirando a los primeros bañistas de la piscina.
En los viajes llueve o hace sol, frío o calor, pero nunca hace otro.
Viajar para conocerte es una inútil tentación, siempre hay que viajar para conocer a los demás. Si les deja el turoperador.
A veces asomas a un barranco y sientes que deberías arrojarte pronunciando una frase sublime para la posteridad, a la altura del paisaje, pero sabes que te estropeará el final la guía coreana del paraguas amarillo y se te quitan las ganas.
Llegas a un lugar y sientes que eres el primer ser humano allí, hasta que descubres una pulsera de todo incluido entre la maleza que aún no ha podido retirar el trabajador del servicio de limpieza, descendiente de los primitivos habitantes del país.
No te olvides de recogerte, al final del trayecto.
ResponderEliminarEl otro es el culpables de todos nuestros males.
ResponderEliminarViajando siempre se descubre algo, y a alguien, y siempre llevamos a los nuestros en la maleta de nuestro corazón.
ResponderEliminarPreciosa entrada, querido amigo.
Un abrazo.
Concordando totalmente contigo, ainda assim viajar é e continua a ser uma das minhas mais profundas paixões...
ResponderEliminarTe abraço, querido amigo, bom fim de semana :)
jajajaja me gustan y en especial el quinto, con la guía coreana como guinda (del pastel), muy divertido.
ResponderEliminarBesos