No deberíamos tomar Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín de Federico García Lorca como una obra menor. Escrita en 1926, el autor dejó constancia de que se inspiró en una de las aleluyas tan populares desde el siglo XIX. Se trataba de un género muy difundido que unía ilustraciones toscas con pareados de escasa calidad literaria que contaban una historia, casi siempre truculenta, aunque también las había de contenido religioso. Un narrador recitaba la historia con una peculiar salmodia, indicando con el puntero las ilustraciones. En el caso de que el narrador fuera ciego, cosa muy habitual, era su lazarillo quien manejaba el puntero. La finalidad, por supuesto, era emocionar lo suficiente con la historia para mover a los espectadores a pagar por escuchar la historia y a comprar los pliegos en los que se contenía la aleluya. De ahí la evidente acumulación de recursos manipuladores de la emoción en estos textos.
En el fondo de la obra sigue latiendo este origen, para construir, a partir del argumento, un conflicto dramático propio del universo lorquiano. Esta elevación se consigue con un conocimiento profundo de la tradición literaria que aborda el tema del viejo que se casa con una mujer joven y que tan fecundo ha sido en la historia de la literatura. El tema ha dado lugar a comedias, tragedias, parodias, etc., según el propósito ideológico o moral que tuviera el autor.
Y aquí es en donde hallamos a Lorca. Inspirado en este producto popular de contenido truculento, como lo haría también en su famoso Romancero gitano, lo evoluciona para hallar algo radicalmente diferente a través de los recursos propios de la vanguardia. Según parece, la idea de la obra nació para ser representada con marionetas o guiñoles en un teatrito. Desde unas décadas antes, la reducción a la representación guiñolesca era una manera de desactivar la dramatización decimonónica: la pérdida de humanidad hace que los argumentos ganen a través de la caricatura. Valle lo usa eficazmente en Los cuernos de Don Friolera, por ejemplo. Lorca introduce un elemento más: la ternura propia de la representación infantil del teatrillo de marionetas.
Con esta base popular y de inocencia infantil, Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín potencia el tema para convertirlo, casi sin que el espectador se dé cuenta, en una tragicomedia de hondas repercusiones en la revisión de un tema clásico. Lo veremos en las próximas entradas.
(Esta entrada debió publicarse el jueves pasado, pero la celebración de la XIV Semana de Estudios Románticos, que coordino, lo impidió.)
Noticias de nuestras lecturas
María Ángeles Merino ha publicado en su blog la reseña de la reunión del formato presencial del Club de lectura, mantenido por Alumni UBU, con las conclusiones de nuestra lectura de la novela La hora del sosiego de Yolanda Izard. Al final de ella, tenéis el emocionado recuerdo de Antonio López, recientemente fallecido, con una fotografía que me ha emocionado mucho. Hay que agradecer mucho a María Ángeles que se tome este enorme trabajo de dejar constancia de lo que se dice en estas reuniones presenciales para general conocimiento. Después publicó su entrada sobre esta lectura: tuvo que regresar su amiga Austri para que reuniera sus comentarios. Me alegra.
Carmen Ugarte retoma sus entradas para el club de lectura. Qué maravilla de primera entrega ha elaborado sobre Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín. Después de revisar la historia interna de cómo se escribió, analiza magníficamente la presencia de los elementos populares en la misma. No dejéis de leer esta entrada.
Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos (si me he olvidado de alguien, agradezco que se me avise). Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales), en este blog.
Para conocer la forma de seguir las lecturas de este club y sus características y la lista del presente curso, pinchar sobre este enlace.
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Comencé la lectura de "Amores de don Perlimplín con Belisa en su jardín" y pronto acabé, dado su tamaño; pero es de esas que nos dejan pensativos y , uy, esto tiene mucha miga, hay que leerlo otra vez. Y ahora que tengo la de Cátedra, con el exhaustivo trabajo de Margarita Ucelay, uy, que abultan más las mantillas que el niño. Más lectura pero placentera.
ResponderEliminarLo inocente es profundo, García Lorca parte de los pliegues de cordel de los ciegos y los títeres de cachiporra, lo que fascinó al niño Federico. Y la niña que fui yo nunca escuchó "aleluyas" pero su abuela Felisa le hablaba de la Bruna y su marido ciego con sus historias truculenta y su voz ronca, en la barbería del bisabuelo Román. Un personaje real que, por cierto, me devolvió Delibes, en "La historia del ciprés es alargada". Y los títeres de cachiporra que nos preguntaban a los niños por dónde se fue el malo...¿Y a dónde quiso llegar Lorca con estos mimbres? No sé, al amor ciego, el de un hombre por una mujer que le pone los cuernos, o al de un escritor al que su público abuchea, no sé, esto hay que estudiarlo, con ayuda de Pedro Ojeda Escudero. Estoy en ello. Aunque firme aquí Sor Austringiliana, soy María Ángeles Merino, gracias, Pedro, por tus palabras. El trabajo se hizo a gusto.
Corrijo:"La sombra del ciprés es alargada".
EliminarY también corrijo:"Amor de Don Perlimplín..." que no "Amores". Entre mis despistes y el corrector...
EliminarY los pliegues son pliegos. Bueno..
EliminarYo vi este enredo y me gustó ,al final siempre triunfa el amor.
ResponderEliminarMe alegra ver que en casi todos los blogs se van animando : con prudencia no queda otra 3
La dificultad de lo sencillo. Federico parte de lo más simple, sencillo y popular, como pueden ser los diálogos de los muñecos manejados por unas cuerdas dirigidos a un público infantil, y el tradicional tema central del matrimonio desigual, lo hace farsa y critica la hipocresía desde dentro. Pocos como él para hacerlo porque sufríria lo suyo por su condición sexual indisimulada.
ResponderEliminar"El amor de don Perlimplim" parece simple porque es breve, pero se detecta complejidad en el artefacto escénico y el uso de los elementos fundamentales de su poesía y teatro a poco que uno se fije un poco. Utiliza, además de la música en momentos claves, prosa medio absurda, (para dummies diria un enterado) con poesía de altos vuelos, ahí se las arregla para encajar sus tipicas metáforas brillantes para que los doctos se devanen las neuronas buscando significados escondidos.
Federico era una esponja, cogía ideas de todos los sitios, escritos y autores geniales como sus amigos Juan Ramón, Buñuel, Dalí, Alberti, Aleixandre, Dámaso... y creaba su propia obra.
Llevo unos días que todo lo que leo son cosas de FGL, rebuscando en internet y libros, a ver si sale algo para comentar en El cuento que no es cuento.
Un abrazo y agradecido por este comentario sobre Federico desde la sabiduría.
Mañana me voy de viaje hasta fin de mes, me llevo el enlace que nos dejas para leer la obra. Espero tener internet.
ResponderEliminarBesos
En la Puerta de Embarque a la que llegué temprano y con todos los requisitos cumplidos, acabo de terminar de leer esta tragicomedia.
ResponderEliminarEn una próxima oportunidad leeré los aportes de los compañeros. Ahora no quisiera perder el vuelo por estar en una nube jajaja qué mi natural tendencia es estar volando
Besos
Como esta obra de teatro de Lorca, se lee en un pis-pas, la tengo leída en la edición de Cátedra, donde me niego a leer su estudio. He escrito algo sobre lo que me sugiere a mí el texto de Lorca. Antes del jueves, pondré la entrada en el blog.
ResponderEliminarBesos