Se desenvolvía con la seguridad de un pez en el agua, pero le vaciaron la pecera. sin aviso previo.
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Vivimos desterrados del océano.
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Siempre he tenido la extraña sensación de que todo me ocurre por equivocación, que todo iba destinado para otro. Me gustaría vivir, al menos, mi propia muerte.
Es cierto, el primer ser vivo que piso tierra firme, fue un anfibio. En cuanto a lo otro, es apreciación personal.
ResponderEliminarSaludos
Hay que santificar el momento presente, no sé qué santo dijo eso y yo no soy de santos, pero no me parece mal consejo. Estamos vivos aunque nos vayan vaciando la pecera.
ResponderEliminarY sí, últimamente todos andamos un poco así, como medio perdidos y fuera de nuestro elemento.
ResponderEliminarBesos, Pedro.
Nada de adelantar fechas de lo ineluctable, pero eso sí, viviremos nuestra propia y definitiva muerte. Dejémoslo ahí.
ResponderEliminarPor cierto la secuencia de los peces en los pilares del scalextric de Arco Ladrillo es espectacular.
Son tiempos líquidos, vivimos sobre la cresta de una ola que desaparece casi al instante.
ResponderEliminarSaludos
Francesc Cornadó
Pobre pez, quedó en seco sin previo aviso. A eso le llamo muerte súbita.
ResponderEliminar*
Y sin embargo nadamos en un océano de dudas e incertidumbre.
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Es posible que "ese otro" al que le pasan cosas seas tú que no te reconoces y estás perdido. (Aviso a navegantes: No necesitas irte a una isla desierta para encontrarte).
Besos
A veces nos toca vivir como peces fuera del agua haciendo malabarismos para no ahogarnos...
ResponderEliminarTus retratos de interior son realmente bellos, una maravilla.
Un fuerte abrazo, Pedro.
Estamos todos algo perdidos no meio da insanidade que reina, meu amigo...
ResponderEliminarTe abraço, bom fim de semana
Lo de la propia muerte seguro que lo viviremos todos. Lo otro creo que le llaman el "síndrome del impostor", aunque precisando más creo que sucede cuando a uno le suceden cosas, llega a lugares profesionales que cree no merecer. Como si llegara por casualidad. Bueno, eso creo. Hoy día hay muchísimos más síndromes que hace cuarenta años, ya te habrás dado cuenta.
ResponderEliminarUn abrazo
El pez nunca pensó lo que le podía pasar y que los imprevistos existen en esta Tierra, donde hay que caminar para llegar al océano.
ResponderEliminarUn poco otoñal te veo, en especial, en este último aforismo.
Besos