Qué emoción el instante, cuando la rosa piensa,
decide su color y ser la flor que miras.
Incluso esta que nace en el mes de noviembre
cuando ya no la esperas, en mitad de las nieblas.
Qué intensidad de flor, ella sola es potencia,
jardín, pradera entera, plena de vida amable.
Va a abrirse con paciencia, los brazos bien abiertos
a la luz cenital, cuando rasga la bruma
la cuchilla del sol. Ya es flor, ya es rosa, late.
Lo anoto apresurado, el gesto es el poema.
© Pedro Ojeda Escudero (2021)
La naturaleza todo lo logra donde fracasan los humanos.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Esa flor es verso, es otoño, es pura belleza, paciencia, y esencia de vida.
ResponderEliminarQué bonito lo que has escrito, un placer leerte.
Besos.
¿Se puede hacer un poema de una rosa negra?, seguro que sí, pero ya no es lo mismo.
ResponderEliminarLos ojos que la miran hacen a la rosa rosa.
ResponderEliminarEl color de las rosas, que en su momento eligió el jardinero, nos está impidiendo ver la verdadera tragedia que subyace.
ResponderEliminarCada vez veo más rosas en noviembre y me parece que eso no es bueno. El clima está alterado. Eso no impide que te diga que tu poema me gusta, en especial su último verso.
ResponderEliminarBesos
La rosa estaría contenta de leerte.
ResponderEliminarBesos.
Un texto Precioso.😘
ResponderEliminarHermoso homenaje a lo creciente. Hay necesidad de ello.
ResponderEliminarEl gesto de la mano anotando lo inesperado, una rosa de otoño.
ResponderEliminarA veces la mano es un daimon emocionado.
Saludos
Francesc Cornadó
Belleza efímera que un verso acoge en su latido.
ResponderEliminarBesos, Pedro.
Esas rosas de otoño son rosas poderosas ya que están acostumbradas a los contratiempos.
ResponderEliminarLas flores en todo su color y aroma.
ResponderEliminarPrecioso retrato de interior.
Un abrazo.