De entre todas las flores, la rosa es la más alabada por su belleza. Llevada al arte, parece la flor por excelencia. De tanto cantarla, se ha enredado en simbologías. Eso hace que algunas personas las aborrezcan por excesivas.
Quizá la rosa necesite concreción para que volvamos a fijarnos en ella. Para mí, las rosas siempre serán las de aquellos rosales que plantó mi padre en el jardín que trabajó en el pedregal, a la puerta de la casa. Con los más hermosos capullos y unas hojas de hierbabuena, entraba en casa para que mi madre hiciera el milagro del asombro continuo en el jarrón de la sala. El olor de aquel ramo llegaba a todos los rincones de la casa. Al entrar de la calle era la señal de que todo estaba bien y que el mal tiempo tardaba.
Esta rosa estaba ayer en el jardín de mi Facultad. No es de aquellas rosas de mi infancia. Faltan mi padre y mi madre. Falto yo mismo, si lo pienso. Ojalá esos rosales lleguen florecidos a octubre.
Hermosa manera de recordarlos. De alguna manera, en la fragancia de las rosas, siempre estarán. Un abrazo
ResponderEliminarHoy nos encontramos rosas de todos los colores, hasta negras, todas ellas muy hermosas en la distancia, quieres oler su perfume que tienes idealizado de cuando las olías de pequeño y nada, carecen de olor.
ResponderEliminar¡No le toques ya más,
ResponderEliminarque así es la rosa!
(JRJ)
Los poetas insisten en la fragilidad y la fugacidad de las rosas. Y no hay flor que dure más y tenga un morir mejor. Ronsard mentía. Las hay eternas en nuestra efímera eternidad. Las rosas de tus padres viven en ti. Que cada uno piense en su rosa.
ResponderEliminarPor fortuna tengo tres rosales en mi jardín, pero mi preferido es el de color de rosa, como la foto que dejas aquí, cuyo olor es imposible de atrapar. Este año por el calor se han secado algunas de sus hojas, pero espero que allá para abril o mayo, vuelva otra vez a darme su alegría.
ResponderEliminarComo Carmen ya me ha quitado el verso de JRJ, últimamente recuerdo este otro del mismo autor, pero trastocándole un poco " Y yo me iré. Y se quedarán las rosas creciendo, en su color y su olor". Que el poeta de Moguer, me perdone allá donde esté.
Besos
Es la flor favorita de mi mujer (rojas). Podría pensarse que dada la descarada omnipresencia de la rosa, mi mujer es poco original, pero me gusta su osada determinación, el desestimar otras extravagantes que te convierten en original.
ResponderEliminarYo me quedaría con las silvestres, la margarita por razones sentimentales de mi infancia, sobre todo pensando en alguna chica mientras quitaba los pétalos; "me quiere, no me quiere, me quiere..."
Bello escrito, Pedro.
En los olores la memoria es infalible, son como la música, que nos lleva directamente a las emociones. "El olor de aquel ramo llegaba a todos los rincones de la casa" ... llega hasta hoy. Un abrazo.
ResponderEliminarUnas se solazan con el sol: Maria Immaculata, Beauté Inconstante, Madame Jules Grolez.
ResponderEliminarOtras buscan la sombra: Comte de Paris, Papa Gontier.
Unas de adaptan y las admiro: Madame Eugène Résal y su hermana mayor, Madame Laurette Messing, La Comtesse Riza du Parc, Caroline Testout, Gustave Regis, El Souvenir de Catherine Guillot, Madame Falcot, la vieja Malmaison y la más dulce, La France
Inundan el cenador con su aroma: Madame Abel Carriere, Aimée Vibert, Glorie Lyonnaise, Cèline Forestier, Reine Olga de Wurtemberg, Madame Bérard y su madre, Gloria de Dijon, que siempre se sitúa en medio de todas ellas
Recuerdo a las que no están entre nosotros: Lamarque, Devoniensis, Niphetos, Maréchal Niel, que era tan amiga de los rusos y a Madame Hoste que, siendo bastante cruel, aun pude vencer su coquería.
Todas evitan el viento, aunque estiman el plein air. Ninguna soporta el siroco, que produce dolor de cabeza.
Un abrazo
Francesc Cornadó
Es verdad. Nada es lo mismo, y menos una rosa, cuando no están ciertas personas. Ni las rosas, ni la calle, ni el cielo, ni los olores, ni la voz. Me has dejado apocado y melancólico.
ResponderEliminarEsta rosa estaba ayer en el jardín de mi Facultad. No es de aquellas rosas de mi infancia. Faltan mi padre y mi madre. Falto yo mismo, si lo pienso. Ojalá esos rosales lleguen florecidos a octubre.
ResponderEliminarQué dolor, Pedro. Qué tristeza que todo desaparezca al ritmo vertiginoso de las rosas del buen tiempo.
¡Feliz Primavera! ¡Qué belleza de rosa! Aunque no pueda compararse a las que plantaba tu padre. Pero te ha recordado a ambos, padre y madre. Y eso la hace aun más hermosa.
ResponderEliminarBesos y abrazos
Pd. Muy linda toda tu serie de flores.
Mis recuerdos ante el aroma de las rosas también se relacionan con los padres, más concretamente con la madre, pero son recuerdos tristes. Estuvo muy mal durante 22 meses (Ictus) y de las pocas cosas que conseguían hacerla sonreír, era cuando le renovaba el ramo en su habitación. Ahora ese aroma, me estremece.
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