Por la antigua línea Plasencia-Astorga, desde Puerto de Béjar hasta Baños de Montemayor se atraviesa un túnel en curva iluminado gracias a unas placas solares y unos sensores de presencia. Sobre la antigua plataforma del ferrocarril, de vía única, trascurre ahora una vía para peatones y bicicletas muy concurrida en verano y los fines de semana como lugar de recreo y deporte. Los vecinos de los pueblos vecinos prefieren pasear por aquí a arriesgar la vida en los estrechos arcenes de las carreteras. La luz eléctrica que se enciende al paso de los caminantes quita dramatismo a la oscuridad y la humedad de las paredes del túnel, pero es fácil evocar el traqueteo de las viejas máquinas de vapor o los ferrobuses que por aquí pasaban, fatigados pero poderosos. Hacia Baños todo es descenso suave y cómodo, pero a la vuelta ha de superarse una ligera cuesta continua. Los maquinistas hacían sonar el silbato a la entrada y a la salida y aguzaban la vista para ver en la oscuridad rota por la luz del foco del tren. Los pasajeros se apresuraban a cerrar las ventanillas para evitar que entrase el humo y el hollín y durante unos minutos se hacía la noche en el vagón. Si prestas atención, aún ves la huella fugaz de los que se pegaban a la pared para dejar pasar el convoy. Habían tenido la mala suerte de que les sorprendiera allí uno de los pocos trenes de ida o vuelta de esta línea. Quizá querían atajar o buscaban refugio. El frío, la lluvia, la persecución de la justicia -ellos serán los bienaventurados-, una gamberrada, el sentido de la aventura, una imprudencia, escapar de alguien, causas que empujaron a estas sombras a cruzar el túnel de un lado a otro, quién sabe. La luz del foco ilumina un momento sus rostros. Algunas sombras tienen la mirada de un muerto.
Todos los túneles tienen dos salidas, es obvio, pero a veces se han cerrado ambas tras penetrar en ellos. En esta ocasión no, y el túnel se abre hacia la luz junto al río de La Garganta, que nace en la sierra, un poco más arriba del pueblo que le da nombre, por aquí cae con alegría y rumor de vida y muere en el río de Baños, que alimenta el pantano que se distingue un poco más adelante. Al salir, camina uno con más soltura, como quitándose un peso de encima, sin ser consciente de que al regresar hay que volver a internarse en el túnel y quizá esta sea una de esas veces en las que no haya salida.
Me has recordado un viejo tranvía de vía estrecha que saliendo de Granada recorría las estribaciones de Sierra Nevada, camino abrupto pero hermoso hasta decir basta, aún quedan algunos de esos túneles, algunos derruidos, 1974 dijeron que ese tranvía era de catetos, hoy nos acordamos de él todos los granadinos, incluso los que ni lo conocieron.
ResponderEliminarCuando viajaba en tren todas las semanas, alguien me contó, al pasar uno de los túneles del puerto de Descarga, que el primer ingeniero que lo diseñó se suicidó porque cometió una equivocación y la entrada no se encontraba con la salida. Siempre que pasaba los túneles lo recordaba. Tal vez era un cuento, pero como metáfora de la vida no estaba mal.
ResponderEliminarYo no pasaría por ese túnel.
Gostei do texto e em Lisboa , um túnel desse género ainda está em funções.
ResponderEliminarBeso e bom fim de semana, amigo mio
¡Qué tétrico, por Dio!
ResponderEliminarPara túnel sin salida el de Somosierra y el directo Madrid-Burgos.
Vagones vintage con asientos de rejilla deliciosamente incómodos pasaron una y otra vez.
ResponderEliminarUn abrazo
La memoria gastada guarda el encanto de esos trenes que un día recorrieron estas vías que hoy han desaparecido, porque el hombre es un ser destructi vo con lo que se supone no es economicamente rentable, sin darnos cuenta que el tren también unía vidas, intercambio y ayudaba a la prosperidad, no dejandor aislados esta España de pueblos despoblados.
ResponderEliminarMe atraen estos túneles buscando su final.
ResponderEliminarBesos
Mientras no aparezcan monstruos que nos devoren,
ResponderEliminarbuscaremos la salida. Siempre la hay, aunque pueda que en un principio no la veamos. O pasemos por ella a otra dimensión.
Besos
Y en algunos de esos túneles, nos dejamos media vida.
ResponderEliminarBesos.