Escribía aforismos por venganza. Cayó por fuego amigo.
Se hizo crítico literario para que le enviaran los libros de poesía, que no pensaba comprar. Su crítica era limosnera.
Después de escribir, se relamía. Ignoraba que su víctima no lo leyó nunca.
Algunos aforismos son más peana que santo.
El aforismo es un arma de doble filo.
Algunos aforistas, desnudos, merecen una manta.
Sus aforismos explotaban siempre por la recámara.
¡Vaya! ¡Qué peligro! (guiño cómplice)
ResponderEliminar"La duda es uno de los nombres de la inteligencia." - Jorge Luis Borges
ResponderEliminarEl aforista estaba huero.
ResponderEliminarEl fuego amigo es traicionero. Más de un crítico anda por ahí suelto yendo de limosnero.
ResponderEliminarSaludos
Francesc Cornadó
Los aforismos, para que tenga su valor, deben desnudar los santos, no vestirlos. (De esto se ocupan simplemente los lenguaraces de calle, y en otros tiempos se diría que de sacristía)
ResponderEliminarLos -is(t)mos- rompieron banderas, límites...
ResponderEliminarLástima que la pobreza lingüística a la que asisto hoy (y no pongo plural sino que asumo lo que escribo y leo) se resuelva a cuatro letras que suenan bien y que cualquiera aplaude si le dedicaron el libro existencial, virtual o en papel de quien se diga autor, poeta, o prosista.
Besos, mi querido Pedro.
Qué buenas reflexiones! "Ignoraba que su víctima no lo leyó nunca." cuánta ironía! jeje
ResponderEliminarEn los aforistas hay de todo:muy buenos,que van unidos a su buena poesía y que permanece en el tiempo como JRJ, buenos, regulares....y así van descendiendo..
ResponderEliminarBesos
Es que desnudos es difícil resistir el escrutinio ajeno de nuestros defectos...
ResponderEliminarAbrazo