Llevo unos días pensando en no hacer nada, en que durante unos días de este verano no tengo que hacer nada. En dejarme ir con el calor, dormir siestas de las de antes. Echo de menos el trozo de tierra pedregosa en el que mi padre hizo el milagro de hacer crecer un jardín que tantas veces he mencionado en mis escritos. Aquel jardín, apenas unos veinte metros cuadrados, contenía el misterio de las rosales y de la hierbabuena, de las abejas escondidas en la enredadera. Con una manguera de goma yo me encargaba de regarlo -una tarea que me hacía mayor-. Después, me sentaba a leer con toda la buena intención del mundo pero terminaba durmiéndome. Aquellas siestas de antes, de cuando el tiempo era más humano y el verano lo detenía casi todo. Aún recuerdo la sensación de que se juntaran las líneas del libro y las letras hasta que llegaba un momento en el que me desentendía completamente de la lectura. A veces despertaba de golpe y miraba a mi perro, que me miraba también a mí, tumbado a mi lado pero con la cabeza erguida y las orejas levantadas, como si estuviera vigilando en completo silencio que no me ocurriera nada. El caso es que ahora el tiempo ya no es humano sino endiabladamente mecánico y no se detiene como en aquellos veranos en los que yo regaba el jardín y dentro de la casa la luz se filtraba lenta y cuidadosa a través de los listones de madera de la persiana enrollable. Cuando no había aire acondicionado ni hacía falta. Esa tentación de la siesta de antes y de no hacer nada durante el verano. Pero hacerlo todo: regar el jardín, hablar quedo, reír bien de mañana, dejar que llegue la puesta de sol y por la noche, cuando suenan las chicharras entre las ventanas abiertas, anotar en el cuaderno que hoy no has hecho nada pero lo has hecho todo.
Un universo, en apenas veinte metros cuadrados.
ResponderEliminarAbrazos.
Tiene que pasar el tiempo para valorar lo perdido.
ResponderEliminarQué hermoso y envidiable ese no hacer nada. Conoces "La casa" de Paco Roca?. Todos queremos no hacer nada.. pero existe "la producción al poder", lamentablemente.
ResponderEliminarY a mí que ya desde niña nunca me han gustado las siestas, recuerdo todos dormían y yo leyendo o jugando, y sigo así, jamás he dormido una siesta, prefiero aprovechar el tiempo porque creo que las horas de sueño nos roban las horas, y fíjate que horas de la noche y aún sigo despierta, pero está bien de vez en cuando dejarse llevar por la nada.
ResponderEliminarMe ha encantado tu entrada.
Un beso.
Estos retazos de interior, de recuerdos y más, mucho más, me transportan, me emocionan...
ResponderEliminarNunca he sido de siestas, soy de las que no paro quieta ni dormida. Pero ese no hacer nada de vez en cuando, me seduce casa vez más. Por eso me dejo seducir por cinco o diez minutos de abandono para poder soñar ( normalmente con un libro, que también sucumbe),
Besos
;)
En esto tengo doctorado suma cum laude,
ResponderEliminarpero tú..... ¿podrás?
Cada vez somos más los que adherimos
a la cultura del "slow down"
Todo en la vida puede revertirse o cambiarse,
todo menos la muerte, claro.
Te deseo un magnífico verano relajado y placentero.
Besos
¡Qué bonito es no hacer nada!... y luego descansar.
ResponderEliminarHas olvidado algo, éramos más jóvenes.
ResponderEliminarSaludo y a disfrutar de ese momento de no hacer nada y haberlo hecho todo.
He querido conocer como está la UE en el tema de las agresiones sexuales, los datos que emite el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad están referidos hasta el 2013 y se los da la oficia de Eurostat, y si que parece que en España, a esa fecha, hay un repunte de las agresiones sexuales, nos encontramos en un 29'76 por cada 100.000 habitantes; las que se llevan el penoso premio de ser los que más agreden son los países nórdicos:Dinamarca 51'14 por 100.000 y Noruega con el 41`74, le sigue uno de los países ricos y en teoría educados como es Suiza que bate el récord con el 67'98 por 100.000, son muchos los países que no han actualizado sus datos pero el Reino Unido, parece que por el número de datos absolutos no se queda nada rezagado.
ResponderEliminarTengo clara una cosa, con el ahorcamiento en plaza pública nada se soluciona, con la educación tal y como está planificada no parece que influya mucho en su mejoría, está claro que para solventar este problema en España y en el mundo, hay que sentarse: hombres y mujeres y cambiar el sistema de raíz, vamos que hay que darle al mundo una vuelta como si fuera un calcetín.
En todo lo que nombras, Pedro, sobre todo en la aceleración del tiempo y la precipitación de los acontecimientos, hemos progresado inadecuadamente, como les ocurre a algunos alumnos.
ResponderEliminarUn abrazo
El problema era que no teníamos smartphone.
ResponderEliminarUn abrazo
Recuerdo una manguera similar, con la que nos regábamos unos a otros bajo una alharaca que hacía vibrar la sierra, la siesta fecunda, la bendita modorra, el ponerse a escuchar al cuerpo y darle lo que pedía sin exigirle nada a cambio.
ResponderEliminarVivir este paréntesis mojados entre las estrellas bajo el cántico nocturno de las chicharras, o a la sombra de las copas de los pinos.
Escuchar al cuerpo, sí.
Besos, Pedro.