Así, para salir de dudas de si gigantes o molinos, el Club de lectura se ha desplazado a tierras manchegas. Como saben los más antiguos lectores de este espacio, el propósito de leer juntos desde este blog nació en el 2008 con la primera lectura colectiva completa y virtual del Quijote que se ha llevado a cabo usando los recursos propios de la web 2.0 (el proyecto ha quedado disponible, en abierto y gratuita, como la única guía de lectura de la novela completa en internet, en este enlace, para que aquellos que estén interesados la usen y puedan sumarse puesto que mi compromiso es continuar dando respuesta a estos lectores). No es el único tributo que hemos pagado a Cervantes y su obra. Un poco a traición leímos la continuación de Avellaneda y este mismo curso hemos comenzado -seguiremos más adelante- la lectura de las Novelas ejemplares. Tengo el proyecto de realizar un encuentro al final del año que cierre este centenario Cervantes, tan mal tratado ahora -y entonces- por el estado y por tantos que solo se han acercado a él para aprovecharse de su fama y negarle el mérito. Aquel soldado de escasa fortuna en vida ha visto cómo tantos han hecho dinero y fama gracias a sus obras.
He de reconocer que tengo una inclinación favorable hacia Cervantes. Un hombre que tuvo los vientos en contra a lo largo de su vida, cargado de deudas, de una familia que le dio problemas constantes, lisiado en una batalla que pronto dejó de interesar pero cuya importancia él siempre se encargó de reclamar como testigo de los acontecimientos, preso varios veces, ninguneado por los escritores de su tiempo, que vio cómo no solo se le negaba la importancia literaria que tiene sino que le quisieron robar el beneficio económico de su gran obra, etc., pero que nunca dejó de estar con la mente activa y luchadora y que, como escritor, fue un constante innovador. No solo en vida. Son muchos los que le han negado desde su fallecimiento hasta el presente. En su contra, está el Quijote, siempre renovado y listo, esperándonos. Ya lo he contado muchas veces. Sucede que a veces tengo que volver -por una charla, por una clase- a un pasaje u otro de esta novela. Y allí me quedo. Desde los quince años, cuando lo leí por vez primera en aquella edición de letra minúscula de la colección Austral que hoy no podría consultar ni con gafas.
El Club de lectura, en su formato presencial, mantenido por la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la Universidad de Burgos, se ha trasladado a Alcázar de San Juan este pasado fin de semana. Los anfitriones, Carmen y Antonio, miembros del club, se han volcado en atenciones y han organizado un perfecto encuentro. No solo nos abrieron generosamente las puertas de su casa sino que también han facilitado las visitas a los puntos más importantes de la localidad. El sábado, concertaron unas gachas tradicionales en un bar de la Plaza de España (allí, por cierto, tuve un encuentro emocionante con un lector asiduo de este espacio, Luis Miguel. Situaciones como estas me suceden cada vez con más frecuencia y me deparan momentos de buena conversación y amistad). La comida, en el patio de su casa, nos reservaba la sorpresa de una buena ración del guiso de las bodas de Camacho, así que en ese momento fuimos más Sanchos que Quijotes.
Tras la comida mantuvimos un interesante encuentro con Jaime Covarsí, que nos habló de su novela, Confesiones del apócrifo Cervantes (TAU ediciones, 2016), que ya he comentado en este espacio, cuando la presenté en Cáceres el pasado 14 de abril. Se trata de una novela de intriga bien estructurada, ambientada en Sevilla en la actualidad pero que tiene como motivo el hallazgo de unos documentos que revelan la auténtica identidad de Avellaneda. Covarsí, filólogo, profesor de lengua y literatura en secundaria y buen conocedor de Cervantes, también contribuyó a que la conversación nos llevara hacia la personalidad y la obra de este autor. Fueron dos horas y media de amena e interesante charla en la que también estuvo presente su editor, Antonio Burillo. Covarsí es un autor que crece en cada obra, decidido a hacerse un hueco en la literatura actual, con gran capacidad para mejorar y que ya deparó un buen debut con El bastón de avellano (TAU, 2015), que ya ha alcanzado la segunda edición. Ambas novelas reúnen el interés de la trama con un cuidado por la prosa y juegos metaliterarios que no entorpecen su lectura. Estoy convencido de que no será su última relación con este club de lectura. Al día siguiente, se presentó la novela en la bodega de la Casa Museo de Esquivias.
Por la tarde visitamos Alcázar de San Juan y, sobre todo, algunos espacios relacionados con Cervantes. En la iglesia parroquial de Santa María pudimos ver la copia de la famosa partida de bautismo que, junto a otros elementos, ha dado lugar a la creencia de que Cervantes nació en esta localidad manchega. Los cervantistas lo han descartado hace tiempo con sólidas razones, pero es ahora cuestión menor cuando se habla de un sentimiento muy arraigado en esa localidad. No voy a ser yo quien les quite ese sentimiento a quienes quieran sentir a Cervantes como propio. Cervantes, aunque naciera en Alcalá de Henares -o allí fuera bautizado, por lo menos-, lo hizo accidentalmente y terminaría convirtiéndose en un personaje universal, que es lo que es, en realidad. Pero quiso dotar a su obra más importante de carácter netamente manchego. No nació en Alcázar de San Juan, pero conocía todo aquel territorio a la perfección y lo llevó a ser referencia de un mito universal, como han hecho otros autores con una patria natal o adoptada. No puede entenderse el Quijote sin estos lugares de la Mancha, desde luego. Y Alcázar de San Juan es uno de los posibles "lugares de la Mancha de cuyo nombre" no quiso acordarse Cervantes.
Alcázar de San Juan es una localidad que merece ser visitada y conocida, también por sus habitantes, acogedores y abiertos al visitante y entusiastas en la promoción de todo lo propio. No puede dejar de visitarse el Museo del hidalgo, una reconstrucción muy ilustrativa de un tipo de casa notable de la zona en tiempos de Cervantes.
El domingo 1º de mayo nos acercamos a Campo de Criptana, en donde se conservan bien restaurados tres molinos tal y como debieron ser a finales del siglo XVI (tienen la declaración de Bien de interés cultural). No deberíamos olvidar que en los tiempos en los que se escribió el Quijote, los molinos de viento eran una innovación tecnológica radical, que trasformó esta industria y también el paisaje. El impacto visual, su interés técnico, los cambios introducidos en el sistema de producción de harina, la cierta liberación de propiedad y explotación que supusieron con respecto a los otros molinos, no pasaron desapercibidos a Cervantes. Su introducción en la novela es otra muestra más del retrato realista de su época en el Quijote. Y verlos por dentro es necesario para comprender la famosa aventura en la que don Quijote arremete contra ellos pensando que son gigantes. Posiblemente sea una de las más interesantes formas de contar la lucha del individuo contra la máquina.
Hacía frío en la sierra el domingo, pero pudimos disfrutar de unas detalladas y apasionadas explicaciones de un guía japonés sobre el funcionamiento de los molinos -una divertida anécdota que podría reflejar el carácter universal de la obra cervantina-, que también nos mostró -esto sí es un nuevo guiño de la historia- el museo dedicado a Sara Montiel, que se encuentra en uno de los molinos.
En definitiva, un viaje interesante, en el que hemos aprendido mucho, hemos intercambiado opiniones. Una experiencia para el recuerdo. Yo me he vuelto con la idea de que, gigantes o molinos, lo importante es que no hicieron parar a don Quijote y hoy los tenemos al servicio de Cervantes.
Estas dos fotos corresponden al Museo dedicado a Sara Montiel (natural de Campo de Criptana) en el molino Culebro. |
Vista desde el torreón del Gran prior Don Juan de Asutria (Alcázar de San Juan). |
Aprendimos mucho y lo pasamos quijotescamente bien, con sorpresas como la del guía japonés. Gracias a ti , Pedro. Y a la Asociación y a Jaime Covarsi y a los compas y muy especialmente a Carmen y Antonio. Un abrazo a todos.
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ResponderEliminarMe alegro que vuestra visita a mi tierra manchega, fuese satisfactoria.
La próxima visita al Toboso.
Un abrazo
Eres un ilustrador en tiempos difíciles, te felicito
ResponderEliminarun abrazo
Fueron dos días muy interesantes y divertidos con amistad y armonía.
ResponderEliminarAntonio y Carmen, estupendos,ofreciéndonos su casa y su comida. La presentación del libro de Jaime Covarsí, íntima y muy cálida. El conocer Alcázar de San Juan, mereció la pena.En Campo de Criptana hacia frío,pero yo estuve en buena compañía. La comida y los cafés de Aranjuez, fueron el mejor de los finales. Gracias a todos y todas y en especial a los organizadores , Paloma y Pedro.
David y yo lo pasamos muy bien.
Besos
Buenas noches, profesor Ojeda:
ResponderEliminarInstructivo -según se aprecia en el texto- y divertido viaje como se ve en las fotografías.
Y Don Quijote, amable con sus admiradores visitantes, pero en marcha dispuesto a desfacer entuertos.
Abrazos.
P.D.: Haré una entrada, en mi blog de cine, de Sara Montiel, la bella actriz manchega.
Ay! Fumando espeor al hombre que yo quiero....
ResponderEliminar:-)
Sólo que no fumo, ni espero.
Grande; Sarita...
Excelente reportaje , me alegro de
que la pasaran tan bien.
Besos
Buenas noches, profesor Ojeda:
ResponderEliminarDejo el enlace de la entrada que he preparado con la película
‘La mies es mucha’ en la que trabaja Sara Montiel.
Abrazos.
P.D.: Para Myriam:) Se puede acceder a otros post con películas de la actriz siguiendo las etiquetas.
Ya veo que lo pasasteis bien... me alegro...
ResponderEliminarGracias por compartir información y conocimientos...
Abrazo.