No sé si hay algo más apropiado para una tarde de invierno que abrir una caja y encontrar fotografías antiguas. En casa estás solo, fuera ya es de noche y hace frío. Ya has leído la prensa del día y has dado una cabezada en el sofá. Lo único que sabes seguro es que no te apetece oír en la radio las retransmisiones deportivas y tampoco ponerte a planchar. Te sirves un café cargado no tanto para despejarte como para matar la tarde y decides que es hora ya de abrir esa caja que lleva tantas mudanzas contigo, que ha ido pasando de casa en casa y en la que crees saber lo que está pero no el daño que puede hacerte. Como jugar a la ruleta rusa. En las primeras fotografías solo te reconoces por lo que te han contado de ti: hay un ejercicio disciplinadamente serio por el que te repites en voz alta lo mismo que tantas veces has oído a tus padres contar sobre aquellas imágenes. Hay un momento en el que comienzas a recordar con cierta precisión cuándo se tomaron, lo que hacías, con quién estabas y lo que pensabas en aquel momento. Pasan por tus ojos gente querida y gente a la que quisiste pero ya no pertenecen a tu presente. Personas que recuerdas y otras hoy desconocidas pero que están allí, a las que sonríes y te pasan un vaso o un balón. Varias chicas a las que abrazas y cuyos nombres, de pronto, recuerdas. De algunas también recuerdas su voz o sus besos. Poco a poco aparecen fotografías con mucho significado para ti: fuiste feliz en aquellos momentos. Se te nota y no puedes negártelo aunque el tiempo haya dejado un poso de tristeza sobre tus recuerdos. Pero no te engañes: mira esas fotos, quizá sirvan para reconciliarte con tiempos de los que quisiste borrarte. Poco a poco, fotos de un presente más cercano, más reconocible y amable. Pocas, porque ahora las tienes en tu ordenador y todavía no has tenido tiempo o fuerzas para imprimirlas, quizá temas que todo vaya tan rápido que cuando las selecciones para enviarlas a la página de Internet de la empresa que ahora imprime tus fotografías sean ya pasado. Cómo recordarás estos tiempos dentro de unos años. Escoges tres fotos por su significado común. En la primera debes tener unos siete años. Recuerdas cuándo se tomó, en el colegio. A todos se os mandó formar en un pasillo para hacer la foto oficial del curso. Como tú no habías llevado chaqueta, te prestaron una que te venía grande. Ni el bolígrafo ni el folio ni la pajarita de goma son tuyos: son los mismos para toda la fila de alumnos. Posas como debía hacerse, con la seriedad de quien era un buen alumno. La segunda tiene una cuidadosa anotación en el dorso: 15 de enero de 1974. Tenías 10 años y te la hicieron para el primer carnet de biblioteca pública, con el que pasaste horas y horas leyendo libros y tebeos en un parque de tu barrio. La tercera es de 1986, para la orla de la Licenciatura en Filosofía y Letras. Tenías 22 años y no sabías qué iba a ser de ti unos meses después, cuando terminaras la carrera. Querías ejercer de profesor y escribir. Quizá no tenías más certezas. Curioso ejercicio este de abrir una caja de fotografías que has arrastrado de mudanza en mudanza.
Preciosas las tres fotos. La del medio ya la conocía, (trampa, trampa hubieras puesto otra :-)).
ResponderEliminarNosotros estamos mirando fotos estos días porque acaba de morir una tía mía (cuñada de papá) y es parte del ritual, ver fotos antiguas y recordar momentos, historias, personas.
Besos
Las fotos de colegio son muy "puestas" pero entrañables. Estás guapo en las tres.
ResponderEliminarBesos
Pedro, creo que a veces es duro abrir estas cajas. Otras veces, trae una nostalgia bonita...
ResponderEliminarEsa mirada es perfectamente reconocible sin importar la edad. Feliz año nuevo y ojalá, ojalá. Un abrazo o dos con mis mejores deseos, profesor
ResponderEliminarNada que envidiarle a un dandy o casanova o don Juan. La talla la das jajaja.
ResponderEliminarpensaba que habías estudiado filologia hispanica, aunque quizá antes estaba incluido en Filosofia y letras
La vida se pasa muy rápida. Te lo dice un experto que ya tiene 83 años y fotos tan antiguas como las tuyas.
ResponderEliminarTe deseo todo lo mejor para el próximo año 2014. Un abrazo muy fuerte y gracias por estar ahí.
As três fotos são de maravilha...e o que nos contas sobre elas toca-nos, porque temos recordações semelhantes.
ResponderEliminarE olhando certas fotos quantas emoções nos enchem o coração, quantas tristezas, quantas risadas.
Querido Pedro, bom resto de 2013
ResponderEliminarEspero que el balance de esa apertura te haya sido muy bueno!
En las dos primeras, se ve con la inocencia puesta en los ojos. En al tercera, se diría que al realidad ya te está asustando un poco!
Un abrazo y gracias por compartir tus recuerdos.
me quedo con la segunda foto, es muy natural y no tan posera jajaja
ResponderEliminarhay viveza en la mirada de ese nene
hay curiosidad
besos
Yo apenas poseo fotos de mi niñez. Las he perdido todas. Solo tengo una de mi servicio militar. Hasta los treinta años no empiezo a tener fotos.
ResponderEliminarEn todo caso, las tres fotos siguen una secuencia de imágenes que son solidarias con el que eres ahora. Reconcentrado, serio, atento, en líinea con el profesor que eres ahora. Quizás se intuye una cierta dificultad para tomarte menos en serio y reírte de ti mismo. Hay una mirada concentrada, académica, que tiene en los libros más que en otra cosa su punto de referencia. Tus ojos traspasan la realidad como mirando al otro lado de las cosas, como si no estuvieras ahí y apuntarás muy alto. Se adivina una cierta arrogancia matizada por la tendencia a la llaneza que te hace ver con cierta condescendencia lo que te rodea. La inteligencia es uno de tus principales motores pero ya sabías que no era todo.
Yo no tengo ni siquiera foto de mi licenciatura. No me la quise hacer. Y mi título lo tengo doblado y arrugado, e incluso lo perdí en un traslado. Nunca he querido dejar huellas de mí mismo. Es como si huyera del que fui, del que soy, tal vez.
Saludos.
“En el mismo instante en que ese sorbo de té mezclado con sabor a pastel tocó mi paladar… el recuerdo se hizo presente… Era el mismo sabor de aquella magdalena que mi tía me daba los sábados por la mañana. Tan pronto como reconocí los sabores de aquella magdalena… apareció la casa gris y su fachada, y con la casa la ciudad, la plaza a la que se me enviaba antes del mediodía, las calles…”
ResponderEliminarEn busca del tiempo perdido "Marcel Proust". Esa memoria involuntaria, que nos retrotrae a momentos del pasado, es la que da autenticidad a la vida y nos llena de dicha o de tristeza.
El otro día, ¡qué casualidad! me puse a hacer exactamente lo mismo...
ResponderEliminarY un remolino de recuerdos vino a cobijarse en mi memoria.
Tal vez ya no seamos los mismos, pero ese brillo en la mirada sigue permaneciendo y habla por sí mismo.
Besos, Pedro.
¡Uff! Cuando tú ibas a la biblioteca yo tenía 4 meses y medio. Y cuando acabaste la carrera estaba yo en EGB. Tengo yo una caja de esas metálicas, de dulce de membrillo, que estoy revisando estos días en busca de fotos de mi abuelo cuando era joven.
ResponderEliminarFeliz entrada y salida de año, como se decía cuando éramos jóvenes. :D
Adoro las cajas de fotos de antes... y los álbumes, y las que están atiborrando la memoria de mi ordenador...
ResponderEliminarAdoro las fotos, los recuerdos. El blanco y negro que me hace tomar conciencia de muchas cosas, el primer revelado en color, las caras, los entornos...
Buen ejercicio para una tarde de invierno...
Besos.
;)
A veces las fotografías actúan como llaves de la memoria... o como notarios... nos llevan a los recuerdos o nos los traen al presente... instantáneas de vida.
ResponderEliminarTe deseo que el 2014 te traiga a ti y a los tuyos lo mejor de lo mejor... que todos tus deseos se vean colmados.
Un abrazo
Los finales y las cajas siempre animan a hacer inventario: fotos casi olvidadas como la suyas, recuerdos y caras en conserva, muchas cartas, la última entrada de blog de mi amigo G, perplejidad, algunas lágrimas, muchas facturas, una pila de periódicos, música antigua, la última discusión, la declaración de la renta, alguna ilusión con sueño y lápida, más ilusiones, alguna arruga más, más conciencia y mala ortografía, sonrisas, México, Angie y poemarios, mucha alegría, más sueños, una tarjeta caducada, un fichero con una prometedora novela de mi apreciado M, una torre en aumento de libros por leer, las maletas aún por deshacer, la lista de la compra para Nochevieja, un nuevo blog: "La acequia", la figurilla de una diosa india, ropa sucia y tres lavadoras tendidas, más regalos, el último enlace de A, más corrupción, música nueva, unos cubos de pintura, unas brochas y la aspiradora, más caos, un montón de hojas del otoño, petardos y cohetes para el 31, ideas y pensamientos, pájaros y dolor de estómago, dos botellas de vino sin abrir y dos magnolios, y muy al fondo un libro de hojas amarillentas que abro al azar, renglones subrayados, para!, respiro, Hyperion:
ResponderEliminar"...Al hambre la llamáis amor, y ahí donde no veis nada más, ahí viven vuestros dioses. Dioses y amor?
Oh los poetas tienen razón, no hay nada, por muy pequeño e insignificante que sea, que no despierte al entusiasmo ..."
Lo cierro:
-Tiene razón!
Inventario:
...
"Elogio de la Esencia",
"Ese momento que define el día",
"Agua de riego",
"Si te pones de puntillas puedes ver el mar",
"Tres fotofrafías" ...
"Caminante", gracias por el camino y la compañía, por compartir el agua, el pan y la palabra. Feliz y próspero 2014!
Con el tiempo vamos indultando todas las fotografías, sobre todo aquellas en las que salimos menos favorecidos. Y a veces, las otras, aquellas en las que siempre creímos reconocernos se nos van haciendo extrañas. Abrir esa vieja caja que las contiene, sentir la compañía de los años. Son fechas propicias para ello.
ResponderEliminarDesde luego sigues conservando tu mirada achinada pero has introducido el matiz pícaro que antes no tenias.
ResponderEliminarHay tardes como estas del invierno recién estrenado que te llevan a los recuerdos y lo mejor para hacerlo son las fotos que al mirarlas te van llenando de una melancolía muy especial en la que te vas recreando porque ella te lleva a otros tiempos que viviste y se vuelven a hacer presentes y así, poco a poco, se va serenando el ánimo.
ResponderEliminarEs verdad que eres muy reconocibles en las tres.
Un abrazo
Luz
Qué fotos más entrañables ¡y qué niño más guapo!
ResponderEliminarFeliz 2014, Pedro.
No pasan los años por ti! La misma cara, la misma mirada, la misma pose modosa, y algunas arrugas más, supongo. ;)
ResponderEliminarEl que es guapo está guapo en cualquier foto, lo mismo da que pasen los años, tu cara siempre refleja tu belleza, no solo externa, sino también interna, Pedro.
ResponderEliminarMe ha encantado esta reflexión que has hecho al abrir esa caja que tantas mudanzas ha ido contigo, y es que cada fotografía tiene su época, su misterio, y sus cosas vividas, todas tienen su importancia, cada cual, a su tiempo.
Preciosa entrada que ya había leído cuando la publicaste, pero no te dejé mi huella.
Un beso.
Las fotografías tiene cierto peligro, sobre todo las nuestras de hace tiempo. Por otra parte, el tiempo convierte las fotos antiguas en buenas fotos, no sé la razón.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo peor de las fotos de la niñez es la gente que llenó de significado aquella etapa y ya no está.
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