Son curiosos los contrastes de la vida. Solo un débil tabique separa la frialdad del calor, la soledad de la compañía, la tristeza de la alegría. No hay lógica ni orden, ni causalidad. Muchos creen que la vida es una sucesión de cosas que suceden en consecuencia, pero esto, más allá de las leyes físicas y la biología, no es cierto. La vida es caos, solo el relato la ordena, como cuando escribimos un diario o nuestra autobiografía. Es el relato el que decide insertarnos en uno u otro lado del tabique y el que valora lo que pasa a cada lado. En la imagen habría que decidir, por ejemplo, dónde está la felicidad o el calor del amigo. La mejor de la respuesta sería que en aquel que mira, pero no sé si el lector había caído ya en ello. Sería la forma de adueñarnos de nuestro propio relato antes de que alguien nos lo cuente.
el cristal con que se mira es variable y nosotros hacemos el relato según nuestro propio ideario
ResponderEliminarcaos que gobierna sin duda
besos
la foto me encantó!
Dicen que todo depende del cristal con el que se mire, pero el cristal cambia dependiendo de muchas causas, razones, emociones o sentimientos lo que alimenta el caos. El relato en cuanto se cierra deja de ser vida, es naturaleza muerta aunque a veces maravillosa.
ResponderEliminarUn abrazo :)
É tão frágil, tão estreita a linha que separa (ou une) as pessoas e desenha a vida de cada uma delas...
ResponderEliminarQuerido Pedro, que seja excelente o teu fim de semana.
La vida es, definitivamente y esencialmente, caos. Un sistema complejo en que no imperan las reglas deterministas sino los patrones a lo lejos. Las dunas a lo lejos, las bandadas a lo lejos. Nos somos como unidad mientras nos perdemos en las multitudes de los mercados.
ResponderEliminarMuy retrospectivo el texto tuyo. Felicitaciones.
¡Un abrazo!
F:
http://mistavilteka.blogspot.com
Joer Pedro, has conseguido un fotograma real de "La ventana indiscreta" de Hitchock. Y como en el guión de la película, es el relato que da coherencia al caos. Pero si viéramos la sección completa del edificio de enfrente (tan parecido al nuestro),comprobaríamos los cuartos de baño en hilera vertical, las luces azules de las TV tras los visillos de cada salón, donde las vidas se repiten separadas por los forjados. La visión a través del relato nunca es objetiva porque es ahí donde yace la diferencia, entre los tabiques que separan vidas paralelas.Al ampliar el objetivo veríamos encenderse las luces al unísono del despertador, levantarse de la cama y correr por el pasillo hacia el cuarto de baño y desempeñar las labores, presumiblemente individuales, con asombrosa sincronía vecinal, como en la sección de un hormiguero, con todas las leyes de la consecuencia del mundo. El caos está en orden.
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ResponderEliminarY aveces ni siquiera somos los autores del relato. Solo los amanuenses.
saludos
Pues a mi me gusta creer que la frialdad o calidez dependen de la distancia entre tu mirada y la mía...sean los relatos lineales, circulares, romboidales o engloben en si toda la geometría celeste.
ResponderEliminarUn beso
A veces andamos tan perdidos, tan incapaces de explicarnos nuestra vida y a nosotros mismos que necesitamos que alguien nos la aclare en un relato. Incluso pagamos por ello. Así, dejamos que otros se apoderen del significado de nuestra vida. Puede que la humanidad se divida entre los que no consiguen escribir y los que sí su propio relato. Los primeros no podrán guiarse por sí solos. Los segundos se convertiraán en pastores de aquellos. Puede que, incluso, esta extraña servidumbre se pueda aplicar a todas las escalas: individual, colectiva, local, regional, nacional...
ResponderEliminarEl corazón humano instala la diferencia.
ResponderEliminar...un simple tabique, una línea en un plano, un match point...hoy aquí y mañana seguramente también intentando controlar el caos...
ResponderEliminarEscribimos el relato tan solo para llegar a ser personajes creibles. Aunque más que escribirlo, elegimos alguno de los disponibles. Y van faltando buenos guionistas.
ResponderEliminarBueno, el fotógrafo ordena también el caos, al menos su apariencia.
ResponderEliminarUn abrazo
Un delicado papel de fumar, separa la vida de la muerte, según dicen... Un tabique, debería de mostrar las dos caras de una misma moneda pero la mayoría de las veces muestra demasiada diferencia entre quienes se muestran al otro lado.
ResponderEliminarUn abrazo
Inquietantes tabiques los que crea una imagen siempre desde un punto de vista elegido.
ResponderEliminarBesito.
Lo triste es, que no hay término medio.
ResponderEliminarUn abrazo
Mi Señor Ojeda,
ResponderEliminarMucho me temo, salvando maravillosas excepciones, que la mirada española; mal-interpretando sus últimas líneas, tiende más al personaje caricaturesco de la 'vieja'l visillo' "Tú no cuentes na'... que ya lo cuento yo." que al involucrarse vitalmente.
"Te paece que..." en la ventana rosa "...se conoce que la muy lagartona se puso ofrecida y el pobre se vio obligao"..."amos, amos..."
Suyo y "...graaaaacias a dios, que tenía yo la tarde aburrida y ya me la habéis arreglao..."
Z+-----
Buenos días, profesor Ojeda:
ResponderEliminar¡Qué frío debía hacer cuando fotografió esas
ventanas, en la noche.
Un abrazo.
Esa es precisamente la clave para alcanzar la armonía con nosotros mismos: ".. adueñarnos de nuestro propio relato anes de que alguien nos lo cuente" como muy sabiamente apuntas. Sólo tenemos que creernoslo.
ResponderEliminarBesos
Luz
yo sí caí en ello, a veces donde parece que hay fiesta hay mucha tristeza debajo de las alfombras.
ResponderEliminarbiquiños,