En el Quijote encontraremos varios capítulos como éste, que sirven, estructuralmente, para pasar de una a otra aventura o suceso. En contra de lo que se puede pensar, son capítulos con una gran importancia y a los que debemos prestar mucha atención puesto que en ellos aprovecha Cervantes para introducirnos elementos de relevancia para la narración. En estos capítulos, en los que los lectores que buscan la acción se desesperan porque no pasa nada, ocurren demasiadas cosas. Cervantes, además, juega con los efectos que causan en la mente del lector estos encabalgamientos por los cuales deja pendiente resolver una situación. Conviene que, en contra de lo que solemos hacer, nos detengamos en ellos.
En este caso, el capítulo sirve para cerrar definitivamente la primera salida, con la quema final de los libros, culminando la parodia del proceso inquisitorial en el que el brazo seglar (el ama) prende la hoguera obedeciendo el mandato del religioso (el cura) sin advertir que, en el apresuramiento, se queman libros inocentes hasta para el cura si hubiera hecho la diligencia con más celo; también continúa la vigilancia que sobre el hidalgo ejerce el núcleo próximo de familiares y amigos, que toman la decisión de tapiar la puerta de la biblioteca.
Obsérvese este hecho: la biblioteca ya está vacía, no habría necesidad de esconder su puerta, pero no sólo se le quitan los libros sino hasta el mismo espacio de lectura, lo que potencia el significado del acto. Cuando, después de dos días, don Quijote se recupera y quiere ver sus libros se le miente, afirmándose que se los ha llevado un encantador. Este hecho, es producto -como la forma en la que tiene de hablarle el cura, siguiéndole la corriente- de algo que ya hemos dicho: la potencia de la locura de don Quijote, su fuerza para trasformar el mundo es tal que provoca que todos entren, de una u otra forma, en su juego. Y de paso tiene el efecto contrario del perseguido. Si le hubieran dicho que le habían retirado los libros por su bien, don Quijote se hubiera tenido que enfrentar a la realidad, pero, de esta manera, fomentan su locura. En todo caso, convierten a un lector definitivamente en soñador: no puede volver a leer sus libros, así que no tiene otra salida que vivirlos. El acto por el que se le quiere proteger de su locura, la aumenta y respalda.
La segunda parte del capítulo, prepara, en realidad, el resto de la narración. Tras quince días, don Quijote vuelve a salir al mundo. Pero ya no está solo. Siguiendo las instrucciones del ventero, se aprovisiona de todo lo que le recomendó y, en consonancia con las historias de caballeros, toma como escudero a un labrador vecino suyo, Sancho Panza. La primera descripción que tenemos de él nos lo presenta como un hombre de bien pero poco inteligente, que se embarca en una aventura alocada tras una promesa fantástica de enriquecimiento o gobierno de una ínsula (palabra cuyo exacto significado ignora, pero en sus oídos vale tanto como Perú) y sigue a su amo, abandonando a su mujer e hijos a lomos de un asno. Valoraremos en una próxima entrada la creación de Sancho Panza, aquí nos contentaremos con señalar uno de los grandes rasgos geniales de esta narración: la construcción de estas dos figuras que contrastan tanto como se complementan. Ninguno de los dos volverá a ser el mismo tras este cruce de caminos. Unamuno habló del proceso de quijotización de Sancho Panza -la influencia de su amo transforma al escudero- y el de sanchificación de don Quijote -la relación con el escudero cambia al protagonista-. Algo hay de eso, pero no de la manera simplista en la que se suele advertir: Sancho ya tenía dentro el veneno de la fantasía porque si no es inexplicable que acompañe a su amo; don Quijote hace su segunda salida con dinero, provisiones -insiste en que el escudero lleve alforjas- y camisas y sabe cómo tocar la fibra entre ensoñadora y ambiciosa de su vecino porque conoce la diferencia que existe entre su utopía y la realidad.
Y ahí los tenemos, saliendo de la aldea como niños que se dieran a la fuga para no ser encontrados por sus familiares.
Comienza la segunda salida de don Quijote, que se teje de la relación y el diálogo entre amo y escudero, porque el diálogo cervantino es otro de los legados de esta novela. Ambos hablan de verdad durante cientos de páginas, como no se había hecho hasta ese momento en la literatura.
Dejémoslos buscar aventuras y leamos de aquí al próximo jueves el capítulo VIII.
Muy bueno lo del brazo sucular sobre el laico...en mi primera lectura no aprecié el aspecto inquisitorial del pasaje. La aparición de Sancho tan amigo .... con amigos asi, a veces no neceita ni enemigos....saludos
ResponderEliminarbueno, pues mañana caerá la lectura porque ahora soy yo la que me caigo de sueño.
ResponderEliminarbicos,
Aldabra
Me tengo que poner las pilas y empezar a leer el quijote como una loca para llegar al jueves con el capitulo VIII leido. Me parece una magnifica oportunidad, el seguir el libro con tus comentarios. A ver si llego!
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Ya aparece Sancho Panza. Su papel es muy importante en la obra. El Quijote no sería el mismo sin la presencia del bueno de Sancho Panza. Un abrazo.
ResponderEliminarA mí ya sabes que El Quijote no me pone demasiado, pero esa lengua... Jajaja.
ResponderEliminarUn besazo.
Siempre me ha chocado que alguien supuestamente cuerdo como Sancho Panza, por muy simple que fuera, dejara mujer e hijos y se embarcara en semejante aventura, algo de loco también tenía que tener, o no se explica.
ResponderEliminarMe ha sorprendido que Cervantes en párrafos seguidos cambie el nombre de la mujer de Sancho, de Juana a Mari y que más adelante en la novela vuelva a hacerlo.
La próxima foto, Pedro, la lengua de lado, así, como para hacer la o con un canuto.
Un beso
En este capítulo, me ha llamado la atención los dichos que aún perduran: "...pagan a las veces justos por pecadores..." "...van por lana y vuelven trasquilados..." "...muy poca sal en la mollera..." "...en quítame allá esas pajas..." "...y aún Dios y ayuda...". Este último dicho se refiere Sancho a su mujer cuando le dice a D. Quijote: "Sepa, señor, que no vale dos maravedís para reina; condesa le caerá mejor y aún Dios y ayuda". Qué divertido. Bueno, hay van los dos en busca de la Insula Barataria... Les seguiremos en sus aventuras. Besotes, M.
ResponderEliminarHola, vengo a confesarme, voy a pecar. Me uno a la idea de Dianna de escuchar El Quijote en vez de leerlo, pero es por un problema de tiempo, y hasta que en el coche no se pueda leer como en el metro y el autobús, pues prefiero seguirlo con el mp3 del coche, porque he de confesar que estoy enganchadísima.
ResponderEliminarUn besito desde mi mundo.
MANUEL: es curioso, al final del libro, la ternura se ha establecido entre ambos y la relación ya no será, exactamente, la de amo y escudero. Saludos.
ResponderEliminarALDABRA: pues te espero. Besos.
SERENDIPITY: anímate: aquí quedan las entradas, esperándote. Un abrazo.
FERNANDO: en efecto, sin Sancho el Quijote sería otra novela muy diferente. Saludos
ISABEL: bueno, pues vaya la lengua si con eso te animas. Un beso.
EUPHORBIA: y veremos cómo esa locura de Sancho evoluciona. Lo de los cambios de nombre de la mujer, dado que son tan próximos, no se deben a errores u olvidos, sino a un juego de Cervantes. Hablaremos de la mujer de Sancho y estos cambios de nombre más adelante.
Vale: iré practicando la posición de la lengua. Un beso.
MERCHE: el Quijote está cargado de esos refranes y dichos. Cervantes tenía un gran oído para la lengua hablada: lo veremos en más ocasiones. Seguimos la aventura, juntos. Besos.
VAMPI: bueno, os lo perdono. Además, me ha parecido original, divertido y muy veraniego. Un beso.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Hasta en este tipo de capítulos Cervantes fue un pionero. Yo sigo algunas series de televisión en las que muchos se quejan de ciertos capítulos a los que llaman despectivamente de transición. Son capítulos como este del Quijote necesarios para cerrar una etapa, la de la primera y solitaria salida del protagonista y prepararnos para la segunda.
ResponderEliminarVuelvo a darte la enhorabuena y las gracias por esta iniciativa Pedro.
Un abrazo
Rafa
Mira que llego a leer libros ... pero El Quijote como que no acaba de entrar en mi biblioteca personal. Si se que no tiene perdón pero es así.
ResponderEliminar¿Me recomiendas alguna edición en concreto? A ver si aprovechando tus concimentos y entradas en el blog me lo leo de una vez.
Muchas gracias
Saludos
Lo de Sancho me recuerda en cierta manera a los afanes de aventura de quienes dejaban a la familia y cruzaban el mar para hacer fortuna, soñando riquezas y glorias que en muchos casos no alcanzaban. Sancho sigue un sueño, como don Quijote. Si el de Sancho es material, eso no justifica que se le considere más cuerdo que a su amo.
ResponderEliminarEn cuanto a lo del diálogo, creación cervantina, apunta a la consideración de "primera novela" que siempre se ha atribuido a ésta, porque Cervantes marcó una pauta que todavía se sigue en literatura.
RAFA: Cervantes tuvo aciertos que aun no han sido superados. Gracias a todos vosotros por apuntaros en esta locura. Un abrazo.
ResponderEliminarMARCEL.LA: Cualquiera con notas y prólogo (que puedes no leer, pero ahí están). Si quieres leerlo en el ordenador, sigue el enlace que pongo cada semana: es una magnífica edición. Anímate. Saludos.
CECILIA: la cuestión es que el sueño de Sancho irá creciendo más allá de lo material: le irá cambiando y enriqueciendo la vida.
En realidad, la primera novela moderna es El Lazarillo. Hablaremos, más adelante, de lo que Cervantes aprende en ella.
Pues yo tengo en casa el libro de "El Quijote", pero, ¡fíjate! no le he leído jaja, prefiero leer otro tipo de libros, y tengo bastantes pendientes por leer que he comprado hace poco.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Pedro, buenas tardes desde Sanlúcar. Desocupados lectores y menestriles ocupan este fragmento que hoy intentamos descabalar. Y es que estas dos clases sociales (DQM y Sancho Panza) van a salir a despoblado a luchar contra fantasmagorías y lestrigones fabulosos en un remedo de la bajada al infierno de Dante. Tenemos que convenir que existe intertextualidad entre estas dos obras: la la Divina Comedia y DQM. Cuando más se notará será en el episodio de los rebaños, pero ya en este ayuntamiento bizantino de caballero y escudero hay algo de Virgilio y de Dante. La panza de nuestro coprotagonista habla de su carácter pragmático y de su simpleza. Los simples que ya reseñara Lope de Rueda en sus "pasos": en Tierra de Jauja, uno de los más reseñados, habla de un fabulo viaje al Nuevo Mundo, en Jauja, un lugar donde los puentes son de longaniza, los ríos de vino, y los árboles dan maravedises. Conocida es esta obra por nuestro autor como indicarían sus biógrafos, Martín de Riquer el primero. Así que un simple encargado cristianamente de apacentar sus fueros y sus pagos, va a acompañar a un desmejorado hijodalgo caduco y algo loco. Aquí comienza en toda su amplitud una de las más grandes amistades que ha dado la literatura de todos los tiempos: nos harán llorar, reír, consternarnos, solidarizarnos y nos darán materia onírica para una buena temporada. Un abrazo.
ResponderEliminarhe pedido a los comentaristas anónimos habituales del blog que se pongan un nombre
ResponderEliminarVale, sí.
Encomiéndalo tú a Dios, Sancho -respondió don Quijote-, que Él dará lo que más le convenga, pero no apoques tu ánimo tanto, que te vengas a contentar con menos que con ser adelantado
Es una bonita frase. "Que Él dará lo que más le convenga" a Él, pero tu dignidad, Sancho, esa no te la da ni te la quita Dios, parece dar a entender Cervantes. Y es un pensamiento halagador y bien moderno,
dafd
Este capítulo de transición va marcando el final de lo que sería la primera parte del Quijote de 1605.
ResponderEliminarGracias a la explicaciones seguidas aquí, y conociendo la primera internacionalidad de Cervantes con respecto a su obra estos elementos son mucho más visibles para los lectores "no eruditos".
de todas maneras lo que más me llamó la atención fue, como Sancho y Don Quijote se marcharon sin avisar a la aventura, mas si cabe, teniendo en cuenta que Sancho -al contrario que Don Quijote- era un pobre labrador con mujer e hijos, es decir, que tenia una familia que mantener y a la cual abandona para unas supuestas aventuras en las que dejaría su principal manutención familiar fuera de juego.
No recuerdo sí más adelante esto se esclarece pero desde luego como bien dice Pedro: "Sancho ya tenía dentro el veneno de la fantasía porque si no es inexplicable que acompañe a su amo"
MARÍA: si te animas, aquí nos tienes. Un beso.
ResponderEliminarJOSEGURA: el encuentro entre ambos, en efecto, es lo que hace este libro. Lo que señalas de Virgilio y Dante y Lope de Rueda, también es cierto, pero integrado en este juego literario tan complejo que es el Quijote. Lo iremos viendo. Cervantes llegó a ver representar a Lope de Rueda y él mismo lo dice en el prólogo a sus Ocho comedias y ocho entremeses. Un abrazo.
DAFD: en efecto: veremos cómo, en toda la obra se afirma la cualidad esencial del individuo en sus acciones y pensamientos, no en su nacimiento. Bien moderno. Gracias por darte nombre.
ALATRISTE: ambos sabían que no les iban a dejar marcharse y, como niños, se escapan a jugar a la aventura. Cervantes nos irá dando las claves.
Les queman sus libros, le tapian su biblioteca pero no le quitan su sueño no. ESE ES LIBRE y escapa con el y un compañero de aventuras al cual también enseña a soñar , la moraleja de este capitulo seria:
ResponderEliminarSi no te gusta lo que vives ,inventa una realidad paralela.
Bueno eso es lo que veo yo , un beso
Vamos a ser testigos de cómo a Rocinante le acoplan un compañero de menos alcurnia dentro de la categoría de los animales de cuatro patas, el burro de Sancho, del cual ni siquiera sabemos el nombre. Don Miguel no se dignó a dárselo, el pobre.
ResponderEliminarConfiando como confiaba D. Quijote en su caballo, parten una noche (suponemos que esperaría a que la luna alumbrara lo suficiente para ver los caminos), de hecho sabemos que estuvo en su casa reponiéndose unos veinte días, con Rocinante responsable de la marcha. Ésta es la razón por la cual cogen el mismo camino que en la primera salida: los animales siempre van a la querencia, a lo conocido. A corroborar esto viene un grabado del siglo XVIII que tengo en mi libro, donde se ve a D. Quijote con la adarga en la mano izquierda, la lanza en la derecha y las riendas sujetas en la silla, de modo que el jinete, imposibilitado con tanto artefacto, no tenía más remedio que fiarse de la dirección marcada por su caballo.
Qué lección de hombre austero, ahorrador y moderno nos da el protagonista: en lugar de comprarse una celada nueva, arregla como puede la vieja y rota y pide prestada una rodela que le hará las veces de adarga. pancho
Pedro, esto es una gozada, tus entradas, lo que aporta todo el mundo, es que me brillan los ojillos como si bebiera tintorro fresco (jaja)
ResponderEliminarRealmente choca que Sancho se liara la manta a la cabeza y abandonara la seguridad de su casa por la locura del vecino. No tiene sentido....
Volveré, porque lo tengo en la punta de la neurona lo que no cuadra...
Es la típica imagen del que enhebra la aguja
ResponderEliminarISLA: tienes razón. Y hay que hacerlo a pesar de todas las dificultades.
ResponderEliminarPANCHO: en todo ello hay voluntad de ser y confianza: sin confianza, no hubiera sido posible esta aventura.
BIPOLAR: ya te veo con los ojos brillantes. Lo de la lengua puede ser también que todo está en su punta...
Como soy superflua y superficial, y además todavía no he cogido esta quijotesca lectura por los lomos...
ResponderEliminarMe atrevo a decir que en la foto estás o en pijama de verano o en la típica camiseta de andar por casa. Y además, te has cortado el pelo, preparado para los calores.
Descansa, disfruta, desconecta.
Pijama y corte de pelo, PILAR. En efecto: preparado para descansar este verano.
ResponderEliminarHola Pedro.
ResponderEliminarEs un capítulo que me encanta. Creo que es donde don Quijote se acaba de convencer de romper con el mundo. Ante la puerta tapiada, creo que se le disipan todas las dudas que podría tener en su primera salida. Ya no saldrá sólo en busca de aventuras; emprenderá una huida hacia adelante.
Me resulta curioso como al convencer a Sancho Panza recurriendo a la ambición, quedan retratados dos personajes que ambicionan, por un lado don Quijote el ideal de la fama, y Sancho lo material de las riquezas.
Un abrazo y feliz huida vacacional.
Cuanta actualidad hay en el dialogo del cura y el barbero: "quizas quitando la causa, cesaria el efecto"
ResponderEliminaren popular, al menos en Argentina, "muerto el perro se acabo la rabia"
_ asesinatos selectivos y no selectivos
_ secretos familiares
Me encanto lo de hombre de" poca sal en la mollera "y eso de sale por lana y vuelve trasquilado"
Pero lo que me parecio genial es:
" En lo del asno reparo un poco Dn Q, imaginando si se acordaba si algun caballero andante habia traido escudero asnalmente"...
Me detuve bastante sobre este capitulo bisagra.
Besos
Que es una rodela?
Pues será un capítulo de transición, pero yo lo he disfrutado mucho.
ResponderEliminar¡Hay que ver con el ama! Hace de su capa un sayo y arrasa con todo.
¿No tenían suficiente con vaciar la biblioteca, que también la tienen que clausurar?
Pero DQ sigue fiel a su sueño, y vuelve a reconstruirse. Eso es tesón y lo demás son tonterías. Toda una lección de vida.
Después de leer tu entrada me ha gustado eso de que al negarle el acceso a sus libros le están fomentando la necesidad de vivirlos. No se me habría ocurrido.
Besos
JUAN LUIS: en efecto, es como si ya nada importara, más que la aventura. Un abrazo.
ResponderEliminarMYR: perdona por el retraso en contestar a tu pregunta. Es un escudo redondo y pequeño, lo justo para cubrir el pecho. Besos.
ASUN: en efecto, eso es una de las virtudes del libro, que hasta en los capítulos de transición podemos disfrutar. Besos.
¡Hola, visitantes de este blog!
ResponderEliminarAlgunos ya sabéis ´lo que me suele suceder, en estos casos. Comienzo el comentario a un capítulo del Quijote, recibo la fantasmal visita de algún quijotesco personaje secundario que, de manera misteriosa, tras viajar por los canalículos de Internet, asoma por la pantalla del ordenador. El último fue la joven Antonia Quijana, sobrina del viejo hidalgo.
Espero un poco, que alguien me visitará.
Sí, es lo de otras veces, oscila la imagen... ¡Antonia Quijana otra vez! Olvidé que vuelve a intervenir en el capítulo 7, que remata el “donoso escrutinio” de los libros. Escuchémosla.
Saludo a voacé, señora doña María Ángeles, que ya conozco su nombre. Sigo narrando lo que ocurrió aquel día, tras salvar de la quema a un ejemplar de “Las lágrimas de Angélica”.
¡Qué voces las de mi señor tío al despertarse! ¡Aquí, aquí, valerosos caballeros!
Con tanto ruido y tanto estruendo ya no hay más escrutinio libresco. El ama echa al corral, sin más, muchos otros libros, Creo que van al fuego uno con los hechos de nuestro emperador Carolo, que Dios guarde.
Cuchilladas y reveses, hay que emplear la fuerza para volverle al lecho. Algo más sosegado, se dirige al cura, llamándolo arzobispo Turpín y animándolo a no dejarse ganar por los "cortesanos". Ahora mi tío es uno de los "Doce Pares de Francia". ¡Don Reinaldos de Montalbán! ¡Vivir para ver!
El cura le aconseja que atienda a su salud y mi tío responde que ha de moler a palos a ese bastardo de Roldán. Llegado aquí, el estómago le avisa y pide que le traigan de "yantar", dicho a la manera de antaño.
Come, queda él dormido y nosotros admirados de tanta locura. El ama, émula del Santo Oficio, remata la faena quemando cuantos libros hay en el corral. Sin duda, arden libros dignos de "ser guardados en perpetuos secretos archivos"; mas ya sabemos lo que, en ocasiones, pagan los justos.
El cura y el barbero dictaminan que sea tapiado el aposento de los libros y se le comunique que un encantador se los ha llevado, con muros y todo. Y así se face
A los dos días, don Alonso se levanta y lo primero que hace es ir a ver sus amados libros. Tienta el muro que ocupa el lugar de la puerta, mira a uno y otro lado y, desesperado, pregunta al ama hacia qué parte está el aposento. Ella, ya advertida, le dice que no hay tal, que todo se lo llevó el diablo.
Yo me veo obligada a intervenir y a explicarlo en clave de caballería andante. Nada de diablo sino encantador que cabalga en una sierpe, en algún libro vi algo así y me gustó. Sigo con mis invenciones: que el señor encantador dijo hacerlo por enemistad con el amo de los libros y que se llamaba Muñatón. Mas el ama, tal vez pensando en sus fritangas, lo bautiza como Fritón. Esto último da pie a mi don Alonso para traducirlo como Frestón, que uno con ese nombre le tiene ojeriza.
Mi señor tío ha de vencer a ese su enemigo, mas yo le aconsejo que no se meta en pendencias, que se esté pacífico en casa. Y cómo se encoleriza al recordarle la suerte de los que van por lana y vuelven trasquilados. ¿Trasquilar a don Quijote? ¡Ni un pelo!
Pasa quince días muy sosegado, distraído con el cura y el barbero, pasando graciosísimos cuentos sobre la necesidad que tiene el mundo de caballeros andantes. El cura no siempre le quita la razón, por ver si entra en ella.
En este tiempo solicita mi tío a un vecino nuestro, un labrador pobre y hombre de bien, "pero de muy poca sal en la mollera". Sancho Panza es el nombre del tal villano, el cual se determina de salirse con él y servirle de escudero. ¡Tanto le persuade y le promete mi tío!
ResponderEliminarNi el ama, ni el cura, ni el barbero, ni yo misma. ¡No supimos nada de aquello! Me pregunta voacé cómo supe de las promesas al buen Panza. Su mujer, Teresa Panza que no Mari Gutiérrez, fue la que me lo reveló, poco después de la partida. Detrás de la puerta, hubo de poner la oreja la buena Teresa; mas no podía imaginar que iba a partir tan presto y sin despedirse.
Don Quijote, ya me voy acostumbrando a llamarle ansí, promete a su "escudero", dónde habrá visto un escudo el porro de Sancho, nada menos que una ínsula.
¡Y lo peor! Mi tío da orden en buscar dineros. Al parecer, vende, empeña, malbarata y llega a una razonable cantidad. Espero cobrar presto algunas rentas porque yo quedo aquí, sola, administrando su hacienda y sin un ducado. El huerto, los frutales, las gallinas, el palomar, algo que cace nuestro mozo, habrá que administrarse.
Alguien, no sé quién, le presta una rodela. Pertrecha la celada, la que tenemos criando polvo en el desván. Encarga a Sancho que lleve alforjas. Desaparecen las camisas de lino, tan bien planchadas, que guardo en el baúl.
Salen de noche, nadie los ve, don Alonso en su rocín y Sancho en su asno. No se despiden de nadie y, cuando amanece, nuestro mozo, el de campo y plaza, se apercibe de la ausencia. Un pastor diz que los vio por el campo de Montiel, no nos queda otra que esperar su regreso. Esperar, es condición de la mujer, sea cual sea su estado.
¿Quién verá a Teresa Panza con corona de gobernadora insular? Ja, ja, qué risas cuando me lo contó la villana.
Como le dije la vez anterior, la del capítulo 6, 1, volveré en el 6, 2. Saludo a vuestra merced.
Un abrazo de María Ángeles Merino para los que pasáis por aquí.
Es muy interesante el hecho de que le oculten a don Quijote el verdadero destino de sus libros y se lo expliquen en el contexto de su fantasía. Es una conspiración de los que lo quieren contra él, porque tienen miedo de su reacción. Como cuando le diagnostican al padre un cáncer y la familia no se lo quiere decir, o como el cornudo, que es el último que se entera de que los lleva puestos. Es como dices, Pedro, lo que hay detrás de esto es la potencia de la locura de don Quijote, pero yo creo que no solo eso. Está tan loco que cualquiera sabe lo que puede hacer si uno le explica la verdad. Sin embargo, me parece que a todos se nos queda mal sabor de boca con la quema de los libros y también con el tapiado de la biblioteca y el engaño a don Quijote. La quema y el tapiado son actos tremendamente invasivos y agresivos contra la propiedad de don Quijote. El engaño lo es también contra su autonomía como persona. Al fin y al cabo, es el dueño de la hacienda y acaba de sufrir un episodio de locura, está durmiendo y uno no sabe si va a despertar con la cabeza en su sitio, pero aquellos ya habían decidido quemar los libros. Por otra parte, el cura y el babero no lo pasan nada mal en el escrutinio de la biblioteca, y juzgando los libros, y descubriendo joyas literarias y quedándoselas. Y el ama, ¿qué sintió el ama de 40 años aquella noche que “quemó y abrasó cuantos libros había en el corral y en toda la casa”? ¿Cuánto fuego suyo, propio, no habría en la hoguera en la que ardieron los libros? El núcleo de familiares y amigos próximos tiene también su miga. Me interesan. Los observaré a lo largo del texto.
ResponderEliminarSUSANA: Una de las muchas maravillas de este libro es el tratamiento de cada uno de los personajes. Sin ellos, nada sería lo mismo.
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