Escribo del mar, hoy, por si mañana no pudiera. El mar tiene pulso de huida y regreso, pero cuando regresa ya no es el mismo. Un niño juega con una pelota en la orilla: una ola se la arrebata y otra se la devuelve. En ese ir y venir, el niño se hace adulto, mira la pelota como un objeto extraño que no le perteneciera, pero percibe en ella algo familiar que le alegra como si en la esfera de plástico se guardara el secreto de una vida, la suya, que se ha consumido entre una y otra ola.
La pelota juguetea y hace amagos de irse para siempre, pero vuelve...todavía.
ResponderEliminarRecuerdo que hubo alguien que quiso meter el mar en un agujero.
ResponderEliminarDando envidia. ¡Cuántos años ya sin gozarla!
ResponderEliminarExcelente foto acompanhada por um texto que me agradou muito.
ResponderEliminarBeso querido amigo.
Y pensar que el mar nunca es el mismo...
ResponderEliminarInteresante es disfrutar del mar como hablar de él. El mar nos aquieta, a pesar de las olas, creo que es relajante, porque la playa nos invita a pasear y disfrutar de los momentos.
ResponderEliminarBesos.
Olas del mar,
ResponderEliminarsois tan vaporosas,
como las horas.
Besos
Me encanta la foto.
ResponderEliminarEl movimiento de las olas nos recuerda que hay cosas que vienen y cosas que se van.
ResponderEliminarTodo es presente... Un abrazo!
ResponderEliminarLas olas, como la vida. Nunca es lo mismo aunque a algunos nos cueste horrores soltar.
ResponderEliminar