No puedo evitarlo. Si después de un tiempo en el que no las veo, en la panadería del barrio tienen torta de chicharrones, me traigo una a casa. Con algo de mala conciencia, pero vence el recuerdo del sabor de la infancia. Ya no vienen con el chicharrón decorando la torta, como solían. Un día me dijeron que porque ya estaba prohibido así y se prefiere mezclarlo con el resto de los ingredientes: manteca de cerdo, chicharrones, harina, levadura, azúcar y sal. En algunos casos, ralladura de limón. Esta que me he traído a casa hoy casi a escondidas viene de Ampudia, un hermosísimo pueblo palentino, y ha terminado sobre el mostrador de la panadería de mi barrio para que yo la comprara. Las que yo recuerdo de la infancia -aquellas que aún tengo instaladas en la memoria sensitiva- eran más del centro de Tierra de Campos. Qué buen pan en los pueblos de Palencia, la barra fabiola de tantos hornos, la barra de manteca de Torquemada, las variantes de pan candeal, las rosquillas de palo. Antes de empezar la torta, la emplato y ya llena la nariz a infancia. No sé quién dijo que la memoria nos viene, antes de nada, por el olfato. Así estoy yo ahora: las manos de mi madre, el mandil de dos bolsillos con el que iba por casa o iba a la compra a la tienda ultramarina de La Cañada y en el que yo refugiaba a veces mi cara, el olor a torta de chicharrones nada más abrir el capazo.
Hace unos días que fuimos a un pueblo por donde pasa el rio Genil, compré una en una de esas viejas tahonas que aún hacen pan como dios manda, ¡¡que rica estaba!!, me quise traer varias pero, ya casi nadie las conoce y hay que encargarlas.
ResponderEliminarEl mandil de dos bolsillos, que no delantal, una palabra bonita y vieja. El refugio de un niño. Olores, que el olfato conecta sin más con el cerebro, dicen. Memoria de los olores y memoria de todo lo demás, por unos chicharrones, tan colorados..
ResponderEliminarLa magdalena proustiana de cada quisqui.
ResponderEliminarBien recuerdo, la torta chicharronera que hacían mis padres un día a la semana, junto con las hogazas en el horno de nuestra cocina.
ResponderEliminarCreo que esta torta en cooncreto, se hacía en el invierno, por eso de los chicharrones y las matanzas. Sin embargo, esta torta no era de las que más me gustaban. Yo prefería la que llamábamos sobada y que era dulce o la normal, solo de pan pero con menos miga.
El olor de de nuestra infancia se ha quedado en esa memoria a largo plazo y que nuestros nuestro cerebro se resiste a borrar.
Besos
La tal torta es para mí ahora recuerdo, como los tuyos que citas, pero ahora uno no se atreve a la imprudencia de su contenido. Pero qué gustazo era.
ResponderEliminarMe llama la atención el contraste entre la nostalgia que te empeñas en expresar (es respetuoso este “te empeñas”) y la proyección tan potente, hacía delante , que ejecutas, al menos en tu actividad docente. Todo lo que enseñas, el barroco, la construcción del lenguaje de la modernidad, que yo conozca, lo explicas evolucionando, en movimiento hacia delante. Es llamativo. Bueno, la vida son contrastes, y claroscuros, y es bonito. Por lo demás, en Murcia también son maravillosas las tortas de chicharrones.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo, querido profesor.
Susana
La memoria es extraña, puede parecer que se ha olvidado de muchas cosas, hasta que algo mínimo, en lo que casi no reparamos, la hace estallar justo frente a nosotros.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Me has tocado la fibra, Pedro. Yo, si la veo, la llevo a casa también sin dudarlo y sin atisbo de mala conciencia.
ResponderEliminarDadas las circunstancias, la encuentro poco porque no vivo en tierras de Castilla. Pero me trae recuerdos de infancia, de mi abuela, de mis veranos dorados por el sol y los campos de trigo.
Me ha encantado. Lo malo es que me han entrado muchísimas ganas de ella y no la tengo nada cerca.
Un abrazo.
Gracias por la lección de repostería. Me ha traído buenos recuerdos de la infancia. Todavía soy algo "goloso"....
ResponderEliminarAdoro pão.
ResponderEliminarO pão do Alentejo acabado de sair do forno, regado com azeite e polvilhado de açúcar....Santo Nome, que até fico com água na boca !
Beso, amigo mio.