En la chopera. Todo el invierno espera que llegue el mar.
En este invierno, muchos días en los que no he hablado con nadie. Con nadie, digo, y el silencio se llena de senderos.
En el bosquecillo, me agacho para remover las hojas y la tierra del suelo. En ellas está la primavera.
Me echo al monte como quien mira algo que ya no existe.
Repito ciento ocho veces tu nombre y las manos me huelen a sándalo. No estás.
Puede que a la ciento nueve aparezca.
ResponderEliminarSí, sí, la primavera aguarda en las hojas caídas, ellas son el nutriente.
ResponderEliminarSaludos
El sotobosque -el natural y el humano- siempre esperan y se nutren.
ResponderEliminarPedro, me has tocado el alma con este post.
ResponderEliminarSoledad y silencio, apetece de vez en cuando.
ResponderEliminarEl invierno también puede tener su belleza, pero a veces, se hace pesado, largo y silencioso. Ya los días van avanzando en cortitos rayos de amaneceres.
ResponderEliminarPronto llegarán las flores del almendro y sabremos que vuelve a nosotros la esperada primavera.
Besos