Nada debería moverse en verano. Ni la luz, ni el agua. Los veranos que recuerdo se abren y cierran en sí mismos, como los objetos que guardamos en una caja, como la sensación de la mano amada en la tuya. Hay otros que fueron continuidad o anticipo, lo sé, pero qué importan. El verano del que hablo se abre un día: en una mañana clara, en el silencio de la primera hora de la tarde, en las chicharras al caer el sol, en la fantasía de las luciérnagas. Se cierra otro, un día en el que, de pronto, es otoño.
Todo es dolor hasta que llegas junto al agua. Tiembla la superficie. Hay una vibración de ahora en cada uno de los reflejos que se rompen y se componen hasta que se serenan. En la otra orilla, las hojas de una rama son besadas por el río.
Me descalzo. Debo recordarme que soy yo quien ha llegado.
Eres muy listo, lo quieres todo para tí. Lo que pides, también lo quiero, pero no se cumple, está España reventando.
ResponderEliminarLa impresión que tenía del verano en la infancia era esa: que nada se movía. Una impresión subjetiva, pues dependía de mi visión. La actividad del curso paralizada y todo al ralentí. Y sin embargo, cuánto se movía en los tres meses de asueto. Qué largos los días. cuántas percepciones sensoriales, incluso qué indolencia no nos asaltaba.
ResponderEliminarQuédate con el beso de las hojas de una rama, eres río tú también.
ResponderEliminarEl verano es tiempo de quietud.
ResponderEliminarContraste entre las sombras amables y el ardor de la luz. La plata quieta y las cortezas de los plátanos quebrándose al sol.
Saludos
Tengo poca ilusión ahora por los veranos. Pasan deprisa, si no vives consciente de ellos. A ver qué pasa, intento ralentizar los días.
ResponderEliminarUn abrazo
En los veranos de mi infancia esa era la sensación que nada se movía... luego no sé que paso; ahora todo se mueve demasiado deprisa.
ResponderEliminarEs un placer leerte, Pedro. Una maravilla de "retrato de interior"
Besos.
Como me gusta el verano, debería detenerse en esta estación, porque nos abrimos a la vida, respiramos la mañana disfrutando en su intensidad hasta la noche, me parece una estación preciosa, para detenernos en ella. Me produce mucha quietud, relajación. Es mi estación preferida.
ResponderEliminarDisfruto con tus reflexiones, Pedro, un lujo estar en "La Acequia".
Besos.
A fotografia é linda e , se me permites, subscrevo as tuas palavras...
ResponderEliminarBeso, amigo mio, boa semana :)
Nada :y que las horas pasen sin orden, porqué hace calor y la noche no deja descansar ,cuando ya comenzamos a conciliar el sueño, otro día más así hasta agosto...
ResponderEliminarYo me apunto a no mover nada si no me fundo antes, el calor agota...
Que veranos aquellos de chiquilleria 🤔 éso eran veranos.
Feliz verano y siempre por la sombra 😀
Nunca como en verano se aprecia el valor del agua
ResponderEliminarLa mayoría de los buenos recuerdos que tengo van asociados al verano: vacaciones, baños en el río, buen tiempo, amigos reencontrados...
ResponderEliminarEntiendo la fascinación hacia el verano, pero él nos maltrata porque juega con nuestras expectativas y nunca las cumple.
ResponderEliminarNo me gusta. Está sobrevalorado. Es puro artificio.
Nadie, y sin embargo...
ResponderEliminarBesos, Pedro.
"Pasaban las estaciones, al ritmo de los pájaros" y en ese pasar de estaciones, nos lleva hasta el verano, con sus días largos y sus noches cortas, para volver poco a poco, a observar cómo la claridad, deja de ser protagonista, similar a nuestras propias vidas.
ResponderEliminarCuesta llegar al agua de nuestra vida que corre por distintas veredas, para al final serenarnos en nuestro propio yo.
Aunque a veces cuesta, alcanzamos nuestras.
Besos