Si me dejara llevar, en este anochecer sonaría la Mazurka Op. 17 No. 4 de Chopin en versión de Arthur Rubinstein mientras tomo pequeños sorbos de un orujo blanco de la sierra de Béjar. Primer prensado, de los que escuecen en la garganta. Dicen que esta es la pieza más triste escrita por Chopin. La compuso con poco más de veinte años y tiene la intimidad del desgarro sereno, del dejarse ir como quien abandona el gobierno de un velero a la corriente. Menos de cinco minutos, toda una biografía.
Al fondo, más allá del valle, hacia el páramo de Villanubla, relampaguea el cielo. Hay tormenta. Esta noche es de un azul muy oscuro. Rubinstein separa sus manos del piano. Es un momento con densidad de silencio, como si a la pieza le faltara un final no escrito por Chopin, que lo deja a la noche y al gesto de quien escucha. Es una extraña escena la que contemplo desde las ventanas: es de noche y no termina de serlo. Por eso, Rubinstein espera.
Chopin, Rubinstein, ya puedes ponerlos. Siempre puedes ponerlos, de hecho seguro que los pones.
ResponderEliminarAlguien que escucha clásica, la nueva e inacabable música .
Puro romanticismo, buena música, copa de orujo y acompañado de una tormenta, viviendo un buen momento.
ResponderEliminarAnochece sin anochecer y buscamos silencios en la música, paradoja. Los relámpagos convierten nuestra ventana en un cuadro de los últimos del Greco.
ResponderEliminarEs una obra curiosa, sobre todo con esa forma de desvanecerse al final y luego por en medio, tiena unas notas disonantes que rompen brevemente la armonía del conjunto.
ResponderEliminarChopin, el orujo y la tormenta, todo entre la alegría y la tristeza con gotas de melancolía.
ResponderEliminarMe encnata Chopin, aunque hace tiempo que no lo escuchaba, pero con esto del youtube, he vuelto a oír encantada su música. Lo del orujo lo dejo para otro día y la tormenta, en estos momentos también está conmigo.
Besos
Contemplar absorto el horizonte a punto de tormenta ya es de por sí una excelente sinfonía.
ResponderEliminarEn mi opinión esta es la mazurca más romántica de todas, tremenda.
ResponderEliminarSu melodía contrasta con los vapores del orujo.
Saludos
Cornadó
Maravillosa tormenta con Rubinstein de fondo, no puede haber mayor belleza.
ResponderEliminarPrecioso retrato de interior, son mis favoritos.
Un abrazo enorme, Pedro.
A música de qualidade , clássica ou não, é sempre uma óptima companhia.Particularmente quando nos recolhemos sobre nós face ao céu e/ou ao mar.
ResponderEliminarBesos, amigo mio.
Buen cóctel: Chopin + orujo de Béjar. ¡Que aprovechen...!
ResponderEliminarImpresionante fotografía.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Lo que amo de Arthur Rubinstein, además de su legendaria virtuosidad como pianista era su alegría y pasión por la vida. Te acompaño con su interpretación de Chopin y el Orujo. Besos.
ResponderEliminarLa distancia más corta entre Villanubla y Béjar es la línea recta , pero, los renglones, a veces se tuercen.
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