En los cinco viejos almendros de la granja nos aupábamos los chavales más impacientes rozándonos las rodillas para comprobar el estado de los almendrucos. A veces no podíamos más y los arrancábamos como proyectiles para los tirachinas o como chiflos que apañábamos rozándolos contra los ladrillos hasta abrir un hueco por el que soplar. Los mejores, los más altos.
Estos almendrucos del parque no son asaltados por los muchachos o yo no los veo. Cerca, graznan unas urracas, que abundan ahora en las ciudades, tan elegantemente siniestras. Las almendras de estos árboles ajardinados son amargas.
Me mira de reojo una de las urracas. A veces regresaba a casa con puñados de almendrucos en los bolsillos. Mi madre me preguntaba si no hubiera sido mejor dejarlos madurar unas pocas semanas, hasta agosto.
Tengo la extraña sensación de que me he quedado por allí cerca, sentado en un tocón, esperando. Desde entonces. Quizá eso es lo que me ha notado la urraca.
Nunca he visto estos árboles o si lo he hecho, no lo recuerdo, pero sí que veo muchas urracas y nunca he comprendido por qué tienen tan mala prensa si son preciosas, con su cola blanca dando saltitos. Has caminado mucho desde entonces, no aprecias lo que te has movido porque estás en movimiento : )
ResponderEliminarUn beso
Sentarse en un tocón esperando a que maduren las almendras y mirar el vuelo tornasolado de las picazas es un espectáculo de sensaciones que queda impreso en la memoria.
ResponderEliminarSaludos
¿Porqué al almendruco se le dice que hace trucos?, ya sabes, eso de
ResponderEliminar"el truco del almendruco"
No te veo con un tirachinas cargado con munición de almendrucos pero bueno...A los almendrucos, y a todo, hay que darles el tiempo al tiempo. Nos come la impaciencia, qué razón tu madre.
ResponderEliminarTanto contemplar en el presente como recordar momentos felices de la infancia, hacen bien al espíritu, a la mente y al corazón.
ResponderEliminarBesos, me tomo un descanso de mi blog hasta mi regreso en Agosto. Felices días de verano para ti y los tuyos.
Seguro que algo de eso hay. Mis amigas las urracas siempre vestidas con ese elegante traje oscuro y que listas son las condenadas. Por eso les he dedicado varias entradas.
ResponderEliminarEncontrar un fruto en un árbol era como descubrir un tesoro maravilloso...
ResponderEliminarLos niños de "hoy" no juegan como los niños de "ayer", no hay continuidad en las nuevas infancias de los juegos anteriores.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Una maravilla de almendrucos, y estar aquí disfrutando de tus letras.
ResponderEliminarFelices vacaciones, Pedro.
Besos.