Estos días en los que no me he pasado por aquí, me he refugiado de mí mismo. De vez en cuando, la sorpresa. Primero fue la floración de los negrillos, tan apasionada. Se agrupan las flores y las semillas, antes de que aparezcan las hojas, en ramilletes lúbricos. Las cunetas y los páramos se han llenado ya con las primeras amapolas y los nazarenos muestran orgullosos su azul oscuro. Si tuviera que elegir, el color azul oscuro de algunas flores es mi favorito. Tan sobrio en su elegante combinación con el verde de las hojas y los tallos. Ahí está, para corroborarlo, el lirio azul plantado en una cuneta del camino por los propietarios de la casa molinera construida en los márgenes de esta cañada.
Esta labor callada del cuidador de la belleza. Me imagino al habitante de la casa molinera. La mayoría de sus habitantes primeros levantó estas casas en terrenos que no les pertenecían, a las afueras de la ciudad, en cañadas y baldíos, de ahí su línea recta, mientras la autoridad miraba a otro lado de forma interesada: las ciudades en crecimiento necesitaban esta mano de obra barata y nada conflictiva. Cuando ya no se permitió construir así, crecieron los poblados de chabolas. Estas casas son pequeñas, vertebradas por un pasillo central que desembocaba en un patio trasero.
Ella o él o los dos, un día plantaron en la cuneta lirios azules, de un elegante azul abierto, frente a la puerta de su casa, para que los disfrutemos todos.
Estos días en los que no me he pasado por aquí, me ha asustado la distancia que hay entre las cosas. Por ejemplo, de aquí a allí, de mi mano al tenedor con el que tomar el trozo de bacalao que guisé esta mañana con patatas y pimientos. Recuerdo el amoroso caer del pimentón de la Vera al dar el toque final al guiso. Si la mano se negara a recorrer esa distancia como se niegan las nubes al regalo de la lluvia.
Estos días en los que no me he pasado por aquí, tampoco estuve en ningún otro sitio, ni conmigo mismo. Sin embargo, al regresar me vi esperándome como aquellos tiempos de chico en los que me sentaba en una piedra del camino a pasar la tarde.
Han florecido también las lilas. Esto es importante, aunque apenas durante unos días, antes de que caigan sus pétalos al suelo y sea lluvia de leve morado sobre la tierra. El aroma de la lila en el aire. Hay un hermoso paseo de las lilas en Villaviudas, un pueblo de Palencia. A mí me gusta pensar que las lilas fueron plantadas por Manuel Ruiz Zorrilla, el ministro de Fomento y de Gracia y Justicia con Amadeo I, propietario de la Dehesa de Tablada, finca en la que se encuentran y a la que se retiró cuando se hartó de la política. Allí fueron a buscarlo en procesión laica desde Madrid para que regresara cuando la República. Quizá era la flor preferida por su mujer, que era a la que pertenecía la finca. Con la Restauración, Ruiz Zorrilla marchó al exilio -nada quería con los borbones y se mantuvo siempre fiel al republicanismo-, del que no volvería ya sino para morir en Burgos. Estos días ha florecido el paseo.
Es tan breve la belleza que hay que verla brotar con alivio. Este año no han podido con ella.
Es tan breve la belleza y las manos que la cuidan. Y los ojos que la gozan. Un poco de pimentón de la Vera, casi nada.
ResponderEliminarA mí me gusta pensar que las lilas las plantó la mujer.
ResponderEliminarEn estos día está la eclosión efímera de las flores, algunas, su belleza, dura un abrir y cerrar de ojos, pero hay otras belleza que duran algo más, a veces hasta años.
ResponderEliminarLa intensidad de la belleza justifica y compensa su brevedad.
ResponderEliminarEl azul índigo, que es ese azul oscuro billante del lirio español con su llamita amarillo brillante en el centro, tb es mi color favorito desde siempre, porque es el color del universo. La belleza de la primavera no es breve, dura lo que tiene que durar. Explota ente nuestros ojos de la misma manera que se mustian después las flores con el calor para que surja el fruto, todo son fases, ni mejores, ni peores, etapas de la naturaleza que tb sufrimos los humanos, se trata de disfrutar de lo mejor de cada una mientras llega la siguiente.
ResponderEliminarUn beso
Esos territorios en las afueras que la ciudad va engullendo o desnaturalizando de forma despiadada hasta que son sombra de lo que fueron y de los que la belleza se resiste a huir instalada en las flores de la primavera.
ResponderEliminarA beleza é sempre breve (assim como tudo quanto é agradável).
ResponderEliminarMaravilhosas fotos as que nos ofereces.
Que o espirito pascal continue em tua vida.
Beso, amigo mio, boa semana :)
Puede que efímera o breve pero a la vez, eterna. ¿Raro, no?
ResponderEliminarHacen bien días de introspección, o de nada, o de bacalao con patatas en compañía de los seres queridos.
Besos
PD- Bonitas fotos
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