Levanto una de estas bellotas como ofrenda. A la altura de los ojos. La contemplo antes de ofrecértela con la yema de los dedos: tus labios, intensamente rojos, verdes ya cuando la llevas a tu boca. Con qué cuidado juegas con tu lengua en ella. La sujeto aún para que confundas mis dedos con ella. Te la robo un momento para besarla yo antes de devolvértela. De tu boca a la mía, mientras miro tus ojos y veo en su miel los míos, turbios y oscuros. Por una vez más, la introduzco en mi boca y te beso y dejo que me beses, con mi mano en tu nuca, con la tuya en mi pecho. Saliva nuestra ya esta bellota que sujeto en mi mano para que repose mientras nos besamos, ahora sí, porque la vida no tiene más sentido que este beso.
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En lo más sencillo late la verdad. En el paseo he recogido un puñado de bellotas de encina. Las he sopesado. La luz resaltaba sus tonalidades verdes. Me acuerdo de don Quijote elaborando a partir de una de ellas su discurso sobre la Edad de Oro. Ya lo sabemos: el discurso fallaba por la base, sus oyentes no le podían entender. Hay literatura que busca lo oscuro para que una especie de sagrado misterio admire a quien la recibe. Sin embargo, qué certera la literatura en la que el misterio está a la vista.
Siempre me he preguntado si un beso reduce la vida o la amplía. Puede que tome ambos sentidos y siempre en una única dirección. El placer.
ResponderEliminarNo se, a mi me parece que esas bellotas están muy verdes, no debe de ser muy agradable darse un beso con ellas por medio, aunque si el deseo es grande, se puede besar con cualquier cosa en la boca.
ResponderEliminarNo más sentido que el del amor.
ResponderEliminarUnas bellotas avellanadas y quijotescas, estupendas.
El misterio es importante en la creación literaria, es belleza, pero si no hay comunicación no hay nada. Cuidado con su dosis, que los lectores tenemos la opción de mandar al creador a freír monas y que se las coma solito. No queremos, los lectores, ser atónitos cabreros.
Pedro, me quedo con ese primer párrafo que comprendo mejor. El mundo reducido a un beso. Ampliado, diría yo.
ResponderEliminarAsí es la sencillez de la vida: la verdad que late en un beso.
ResponderEliminarY como buena lingÚista me encanta besar también ;)
Aunque ante un Góngora o un Quevedo... culteranismo o conceptismo...
Entre claveles y rosas dejo que su Majestad, Don Pedro Ojeda, escoja.
Me quedo yo con ambs, pues ante mis ojos jamás un ramo tan bello lució en literatura ;)
Besos, Pedro.
Prosa demasiado romántica para mí La realidad es otra cuando enfrentas la vida.Los que leen esto sonríen yo también
ResponderEliminarbeso
En realidad, como sabes, este beso no es un beso y la entrada no va de romanticismo. Su tema central no es el amor, como te habrás dado cuenta.
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