En la arena se escribe
lo mejor de la vida,
la palabra que cuenta
lo que nace del mar
en la espuma del tiempo.
Al despedirme del mar, me senté en la playa. Jugando a ser niño, escribí en la arena con una ramita de abedul. Las cosas importantes se escriben para ser borradas por la marea. Garabateé tus ojos, el sol poniéndose sobre San Frutos, la sonrisa de la avena loca al sol, el aroma del jazmín, el sabor de la flor de la acacia, la ferocidad de los espejos, la cicatriz de tus uñas, la sed del Arlanza, esas cosas que llevaba hoy en el bolsillo.
Recoger del suelo una ramita de abedul. La carne del abedul en la mano, ligera y blanca. La misma palabra ya, abedul, que inunda los labios de belleza y al decirla se mezcla con el mar.
Cuando los de tierra adentro nos despedimos del mar lo hacemos solemnemente, por si no volviéramos a verlo. Es algo trágico que llevamos dentro, como un pecado original que no comprenden los que viven en la costa. Hasta que vemos de nuevo el mar. El mismo, pero distinto.
¡Cuántas palabras dejamos escritas en la arena! y, sí, es verdad. Cuando regresamos al mar nos damos cuenta que solo tiene un sentido con los recuerdos allí vividos.
ResponderEliminarAbrazos
Yo que vivo tierra adentro, tan solo a 60 Km, veo la mar de higos a peras, siempre que lo miro me resulta diferente.
ResponderEliminarPero si a los de tierra adentro nos pasa incluso con un río, que queda siempre más cerca y da más confianza...
ResponderEliminarMe has recordado a Neruda y las huellas de las gaviotas en la arena. Todo lo borra el mar. Como un alumnito ingenuo del maestro Benaiges me sale decir que el mar es muy grande y lleva mucha agua.
ResponderEliminarMe has recordado a Neruda y las huellas de las gaviotas en la arena. Todo lo borra el mar. Como un alumnito ingenuo del maestro Benaiges me sale decir que el mar es muy grande y lleva mucha agua.
ResponderEliminarEscribir en la arena es un ejercicio de humildad. Las palabras son perecederas, se las lleva el agua y pasan a formar parte del gran océano del tiempo.
ResponderEliminarSaludos
Francesc Cornadó
Qué maravilla de retrato interior. Somos de mar adentro pero con espíritu salino.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Pedro.
Gostei do texto, especialmente do último parágrafo .
ResponderEliminarTe abraço, amigo mio