Si florecen ya los perales, tienen brotes nuevos los cerezos, por qué no escribir. ¿Por qué no escribir si los bordes de los senderos y los solares se han llenado con la aparición púrpura de la ortiga muerta, por qué no escribir si hay más horas de sol, si las últimas lluvias han reverdecido los campos y el invierno se ha retirado discretamente dejando paso a la antojadiza primavera?
Desde el texto del pasado 13 de marzo sobre la guerra en Ucrania no he podido hacerlo. Antes incluso. ¿Por qué no escribir si hay tanto para hacerlo y tantos llenan páginas sobre cualquier cosa de moda, escriben sus opiniones sobre todo y se pronuncian sin pasar más allá del desahogo?
Oigo subir el café de media tarde en la cafetera y lo sirvo en una taza que recogí de la casa de mi madre cuando la vaciamos para venderla, apago la vitrocerámica, me siento en el sofá con un par de bizcochos duros, dejo la casa en silencio un tiempo. Pienso en la ortiga muerta que florece ahora, cómo ha adoptado la apariencia de la ortiga sin serlo, del género urtica esta, lamium aquella. Finge una forma similar para protegerse, aparenta ser peligrosa. Hasta que florece y, en ese momento, no puede disimular más no ser ella misma. Hay un momento en el que todo se aclara, pero es un momento tan fugaz que, si no estás atento no lo ves, se pasa.
¿Qué hacer, dejar de escribir, dejarlo todo porque ya no tengo esperanza? Escribir sobre la imposibilidad de la escritura mientras la naturaleza redacta su libro, infinitamente mejor que el mío, más apropiado, más cierto.
Yo también me estaba preguntando porqué no escribías, pensaba que eran cosas de la Universidad y tus actividades literarias, ahora veo que es un bajonazo, son esas cosas del principio de la primavera que pone al cuerpo un poco tontorrón, deja que la cosa fluya.
ResponderEliminarSaludos
La naturaleza redacta su libro pero no sabe nada de palabras y sentimientos humanos. Necesitamos buenos traductores que nos cuenten de perales en flor, de falsas ortigas...y de lo imposible que se está poniendo escribir.
ResponderEliminar💚💛🥂
ResponderEliminarUn abrazo Pedro.
Bastan unas ligeras lluvias para que la planta vuelva a la flor, la naturaleza tiene paciencia, armonía serena. Todo tiene su tiempo. El éxtasis, la atarasia.
ResponderEliminarEn estos momentos tan oscuros que vivimos es cuando más hay que aferrarse a la alegría y defenderla con uñas y dientes como decía Benedetti. Tus poemas y escritos son belleza y luz y por eso mismo hay que seguir mi querido Pedro. Ahora más que nunca necesitamos toda la belleza posible.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
El pensamiento es el hermano del tiempo y de ese río que nunca lleva el mismo agua, pero a veces, ese pensamiento no llega del cerebro a la mano y se pierde o se enquista, con lo cual no se puede transformar en la palabra escrita y quedamos en dique seco. Después cuando vuelve, se nota, para bien o para mal que esto ocurrió.
ResponderEliminarA mí me ocurrió con la pandemia y también me pasa ahora con la guerra de este siglo XXI, que tenemos tan cercana.
Besos
Querido Pedro, todos pasamos por momentos así,y talvez necesitabas del tazón de mamá par tomar su fuerza y transmitirnos esa primavera que permite que todo brote. "Semillemos" la alegría, la esperanza y movamos el cuerpo, nuestro vehículo humano, para sacudir todo aquello q ya quedó atrás y no nos pertenece.
ResponderEliminarCon un rico té té acompaño querido Pedro.
¿Por qué no escribir?
ResponderEliminarFue la última entrada de mi blog hace algunos años, inspirada también por una entrada tuya.
Volvemos a coincidir. y me alegro mucho.
Un abrazo.