Apenas una pulguita, me dijo. Había pedido un tinto de la zona y algo para matar el hambre mientras llegaba la hora de comer. Cuando regresó, me traía un señor bocadillo de panceta y queso. Yo no tenía hambre, pero no hay peor cosa que sentarse a matar el hambre a la hora de comer. Mientras tanto, recordaba la conversación en el tren de dos matrimonios de jubilados que venían a pasar unos días a Cuenca. Contaban de unos conocidos que se separaron después de setenta años porque al marido se le ocurrió pegar un puntapié al perro. Después de seis hijos y cincuenta años. También de otro que se separaron en la residencia a la que les habían llevado los hijos después de setenta años de vida en común. Un día riñeron y cada uno cogió una habitación diferente y no se volvieron a hablar. Por eso yo no quiero perro, decía el hombre en el tren. Aunque no lo tengamos, le respondió ella.
Ayer, en el Campo Grande, me miró mal un cisne y recordé el poema que Karmelo C. Iribarren les dedica en El escenario, un poema que es un juego irónico y sabio con Rubén Darío. Tiene razón el poeta de San Sebastián en considerarlos engreídos cuando están en el agua, pero ridículos al andar. Me acordé de lo que comentó el barquero de ahora de la Paloma, la barca del estanque del Campo Grande, sobrino del Catarro que me paseó en la barca a mí siendo niño. Según parece, son muy agresivos con los patos y llegan a matarlos. Pero ahí están cuando se echan al agua, tan armoniosos.
Los cisnes son cisnes vistos desde lejos y en el agua. En tierra y cerca son aves de corral, patazos que todo lo engullen y no son de fiar. No te miraba a ti, aunque tú mano podía haber sido parte del bocadillo. Cisnes, patos, poetas... A mí, de los de la plaza de Guipúzcoa, me gustaba el negro.
ResponderEliminarMenudas historias la de los abuelos.... y la de los jodios cisnes.
ResponderEliminarElsa fue sometida a un juicio de Dios y a su socorro acudió Lohengrin que llegó a Brabante en una esplendorosa barca conducida por un cisne blanco.
ResponderEliminarEl rey Luis II de Baviera, en homenaje a Lohengrin hizo construir su castillo ideal, al que llamó “El nuevo cisne de piedra” (Neuschwanstein)
¡Qué cosas pasan con los cisnes! Son capaces de conducir a un heroe al socorro de una dama y pùeden inspirar a un rey loco a construir un castillo de cuento de hadas. No te puedes fiar de estos patos.
Saludos
Francesc Cornadó
Así es, elegantes en el agua y torpes en tierra. Peor cierta gente que es torpe siempre.
ResponderEliminar=)
A fuer de ser políticamente correcto diré que entre patos y patas; ocos y ocas tienen fama de más agresivas las últimas (tal vez también los penúltimos, que esto no parece estar demostrado).
ResponderEliminarY tan sucios, son pura apariencia. Les encanta acercarse y nadar cerca de los sumideros de aguas fecales pero su blancura deslumbra a algunos.
ResponderEliminarCerto, muito elegantes na água e pouco em terra.
ResponderEliminarA separação desses casais já estava feita há muito, só estavam esperando um pretexto...
Querido amigo, besos e bom fim de semana
La vida y sus circunstancias juntan a unos y separan a otros...
ResponderEliminarEl segundo párrafo me ha evocado recuerdos, yo era más de mirar, en ese entorno, a los pavos reales... Hace poco me enteré de la historia de la cola de los pavos reales y su relación con el Mito de Argos; y cuando los vuelva a ver, veré su cola de otra forma a como la veía...
Supongo que cada cual destaca en el medio para el que está mejor adaptado; el cisne en el agua mejor que en tierra... Cuando nadan son majestuosos, bellos de mirar...
Los cisnes, como los humanos, su comportamiento depende del momento y del lugar. Después de todo, no dejamos de ser animales.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Confieso que me encantan los cisnes y hasta en esta pandemia creí ver uno en las aguas turbias y sucias del río Jarama, después alguien me dijo que no, que era un pato grande. Parece ser que así son en realidad, unos patos con el cuello más largo, pero el símbolo de la poesía de Darío lo elevó de categoría y también Chaikovski con su Lago de los Cisnes, por poner un ejemplo.
ResponderEliminarEn el estanque del Palacio de Cristal de El Retiro, hay un cisne negro que es el que más me gusta por su rareza.
Besos