Me he parado un momento en la entrada del parque sin decidirme a entrar. Cuando yo era tan joven que no había inventado el mundo, ni tenía palabras que lo explicaran, esto eran las afueras. Más allá comenzaba el campo.
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La ciudad ya no me descubre nada, solo oculta. Supongo que es el momento de levantar la solapa del abrigo y caminar hacia la puesta de sol, que siempre está en un pequeño bar de barrio.
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Otros han venido a explicarme mi ciudad porque ya no me conocen.
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Recuerdo el último día que vi llover en verano. Después, siempre ha llovido otoño.
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Ya no conozco a los que me miran en el espejo.
Yo tampoco, solo veo a un tío con arrugas.
ResponderEliminarLos mejores paseos son por lugares que ya no existen.
ResponderEliminarPaseamos por los buvelvares de la mente.
ResponderEliminarBueno, yo creo que los lugares siguen existiendo. Cambia la percepción que tenemos de ellos, lo que significan. Son paisajes transformados.
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