Estos días pasados, con el calor inesperado de finales de diciembre, se han llenado los solares de las afueras de malvas en flor. Ha regresado el frío, pero algunas resisten, las pegadas a las tapias de ladrillo de las naves abandonadas. Se habrán malogrado los frutos, supongo, los panecillos que comía de niño en la pequeña pradera que había cerca de casa.
He recordado estas malvas florecidas en diciembre en los solares que bordean el polígono, hace un momento, cuando intentaba reposar la cabeza en el sofá y cerrar los ojos. Campos de malvas florecidas. Al abrir los ojos me he mirado las manos, cargaban una almueza de sus frutos.
Una almueza de panecillos de malva, todo un mundo en tus manos. Almueza, a ver si no se me olvida la palabra.
ResponderEliminarNos vamos a volver locos, hace unos días en mangas de camisa y 25º, hoy bajo cero y bufanda.
ResponderEliminarLindo volver a esos recuerdos de infancia. Malva se llama mi cuñada la representa: generosa y sencilla.
ResponderEliminarBesos, estoy tratando de regresar a los blogs. Tu eres el prinero al que visito este año. Beso grande.
ResponderEliminar...He visto mis manos de niña, cargadas de esas sencillas y bellas florecillas silvestres.
Las flores son mis compañeras desde hace unos años y aquí en el norte con el calor de estos días ya están los rosales florecidos. Parece que la primavera quiere adelantarse.
ResponderEliminarTus retratos de interior son ventanas abiertas.
Un abrazo, Pedro.
ResponderEliminarQuerido Pedro, la naturaleza está anclada en tu corazón...
Beso,
Ali
Es preciosa esa flor. Y leer tus emociones de esta manera, tan poética, tan llena de vida... iluminas el día, querido amigo. Gracias.
ResponderEliminarFELIZ 2022!!!
Besos.
El color de estas hermosas flores siempre lo he asociado con la Semana Santa.
ResponderEliminarSaludos