Ahora que el invierno ha despojado a los arbustos de las hojas, el rojo del escaramujo es más visible junto a las tapias blanqueadas, a las afueras de la ciudad. Es una estrategia de la planta, claro. El fruto es fácil de detectar por los animales que las comen y diseminan las semillas luego. ¿Hacemos eso los humanos? ¿Cuando todo está desnudo nosotros nos vestimos de rojo brillante para mostrarnos? En un campo de escaramujos todos los individuos son uno mismo para garantizar la supervivencia de la especie. Todos juntos son un sendero de gotas rojas, iguales y distintas. Camino entre ellas.
Por aquí a ese fruto le llamamos "atascaculos" y todo ello pese a ser rico en vitamina C.
ResponderEliminarUn color rojo que seduce. También el ser humano se vale de las estrategias de la seducción para la perpetuación de la especie.
ResponderEliminarSaludos
Hace tiempo que no visito los escaramujos de la orilla del río. Iré a comprobar su supervivencia y su color de invierno. Tu foto me ha dado la idea. Vaya con los tapaculos, diría alguno. Serân rosas, hay que contestarles.
ResponderEliminarPor mi pueblo los llamamos escarabujos y creo que es verdad que deben estar llenos de vitamina C. Haciendo caso a una amiga, me como todos los otoños la parte de abajo, apretándolos un poquitín. De momento me funciona y parece que los virus no me quieren. Lo cual me alegra.
ResponderEliminarEs buena la comparación que haces de estos frutos silvestres con nuestra forma de ser como humanos, iguales y distintos a la vez.
Besos