He visto un mapa de las zonas más afectadas por la enfermedad en España, coloreadas en rojo. Sobre la península, una culebrilla recorría de arriba abajo el territorio, dejando zonas menos afectadas al norte, al sur, al este, al oeste. El dibujo semejaba el recorrido de un herpes zóster sobre el torso humano. El rojo salpica el territorio, casi como un cuadro en el que se hubiera arrojado gotas de pintura al azar.
En los inicios de este blog tuve una serie que titulé óxido, con la que pretendía reflexionar sobre cómo nuestra sociedad queda impregnada por él. El DLE lo define como "Capa, de diversos colores, que se forma en la superficie de los metales por oxidación, como el orín". El rojizo del orín va ganando terreno en la superficie del hierro, hasta inundarlo todo. Esta inundación de la enfermedad se me asemeja, como si fuéramos un viejo metal que se va oxidando poco a poco.
Soy un pesimista que actúa como si todo fuera a salir bien porque todo, al final, siempre acaba y ese mismo término es el comienzo de nuevas cosas.
Culebrilla llaman por mis lares al herpes zóster, ese que te va comiendo, ese que no sabes cuánto va a durar, pero que requiere cuidados y cremas continuos.
ResponderEliminarMás que como óxido veo que el color que vamos tomando es negro como la pez.
ResponderEliminarLos mapas de las zonas afectadas por la pandemia son la cartografía del dolor. Son mapas tristes.
ResponderEliminarNo sé Pedro si las cosas saldrán bien, mal o peor, tengo pocas esperanzas, pero creo que debemos hacerlo todo con ánimo y hacerlo todo tan bien como sepamos, a pesar del pesimismo justificado.
Saludos
Francesc Cornadó
El óxido es compañero inevitable de la vida pero está enfermedad precipita los acontecimientos. Los pesimistas optimistas confiamos en recuperar el ritmo normal del óxido. Sin culebrillas locas. Salud y ánimo.
ResponderEliminarMuy buen símil haces con el mapa de la pandemia y ese herpes zóter, que efectivamente también por mi pueblo, que está muy cerca del de Carmen, lo llamaban "culebrilla", pero no conocía la palabra más científica.
ResponderEliminarConfieso que el óxido es algo que me atrae y repele a la vez y como dice Sor Austringiliana, hay ando, como ella y tú, en esa incertidumbre que me lleva del pesimismo al optimismo, para así poder seguir caminando.
Besos
Vaya falta que he cometido ahí, perdón.
ResponderEliminarEstamos em época bem triste e complicada .
ResponderEliminarEsperemos que a sociedade não oxide com a doença nem perca o controlo.
Te abraço, amigo mio
Recuerdo muy bien tu serie.
ResponderEliminarTú lo has dicho, todo acaba y comienza otra cosa,
puede que hasta mejor ¿Por qué no?
Para ponermos en lo peor siempre hay tiempo,
y si no lo hubiera, tampoco nos enteraríamos
de tan rápido que ocurriría el ¡pimpang buuuum!.
Besos
Y mira que cuesta auto-con-vencer a ese pesimista que todos llevamos dentro :))
ResponderEliminarBesos, Pedro.