Los corzos se esconden en el maizal. Desde allí nos observan con la curiosidad de quien no se sabe aún víctima.
Desde el camino no se distingue al animal encamado que nos observa, quieto y temeroso. Si algo le hace abandonar el maizal, cruza delante de nosotros, hermoso y ágil y se pierde en el campo que está al otro lado, con un rumor de hojas que se rozan. Las plantas se cierran detrás de él. Su verticalidad recuperada nos hace dudar de lo que hemos visto, como si camináramos ensoñados por los campos.
Paso por los maizales ensoñado
de mares agitados por tormentas.
La elegancia del corzo me hace náufrago.
La belleza no deja nunca indemne.
Al fondo, los chopos agitan su condición de olas chocando en los acantilados del aire.
No deberían ser nunca victimas, es su hábitat.
ResponderEliminarPoético maizal que encierra secretos.
ResponderEliminarNo nos dan tiempo, son siempre una visión hermosa y fugaz. Los de dos patas no somos de fiar.
ResponderEliminarSolo una vez vi un corcito sin prisa, dándose tranquilamente un festín de alfalfa, las mujeres que compraban pan en la furgoneta del panadero lo comentaban, mira qué descaro.
La belleza muchas veces nos puede lesionar, sin duda.
ResponderEliminarY los recorridos entre otros paisajes...¿nos damos cuenta siempre cuando lo hacemos que no somos los reyes del Universo y que entramos en territorios donde los animales restantes tienen derecho a habitar sin estar perpetuamente huyendo de nosotros?
Recuerdo la última vez que vi corzos, fue entre San Juan de Ortega y Burgos, y no fue tan fugaz. Era muy pronto, hacíamos ese tramo del Camino de Santiagp. Bueno, creo que vi otro cerca de la Laguna Negra, aunque yo solo lo vi fugazmente, mi mujer menos. En cualquier caso no es fácil verlos mucho rato. Tus relatos, o tus reflexiones provocan otros recuerdos y reflexiones, claro. Un abrazo
ResponderEliminarPor los campos de Pardilla, se suelen ver a menudo estos animales que caminan dando saltos. A veces se quedan mirando y después se van veloces, mientras nosotros recogemos los restos de su alegría.
ResponderEliminarTambién es verdad que si se cruzan en una carretera, pueden ser peligrosos.
Besos
Un maizal lleno de poesía y ensueño.
ResponderEliminarBesos
Son las sombras que danzan sin cese entre los cipreses adormecidos...
ResponderEliminarBesos, Pedro.