lunes, 14 de septiembre de 2020

Sobre el asunto Cabaliere

 


Ha causado mucho revuelo el fallo del jurado del Premio Espasa de poesía (EspasaEsPoesía) otorgado a Alzando el vuelo, del venezolano Rafael Cabaliere. Los poemas que se conocen de él son pésimos, pero como tantos que circulan por la redes sociales de internet y que son tan alabados por algunos de los que ahora atacan a este autor. Es curioso que, para muchos, la única diferencia para alabar o atacar una producción poética sea lo mejor o peor que le caiga a uno el autor o el tema que trate, no la calidad poética ni los recursos literarios ni el conocimiento del arte que se tiene entre manos incluso para romperlo, que es una de las condiciones de la buena poesía. La misma mala literatura puede encontrarse entre los poetas buenistas que tienen decenas de miles de seguidores en las redes sociales y entre los que se presentan como malditos, porque la literatura no consiste en lo que se dice ni en la personalidad del autor.

Este revuelo es parte del juego de este premio destinado a una obra en español escrita por autor menor de treinta y cinco años. Desde su inicio, se ha decantado por autores cuya obra se haya difundido previamente por las redes sociales, que los han hecho famosos y garantizan un número alto de ventas del libro en cuestión, porque premios como este son, sobre todo, un negocio editorial antes que otra cosa. En 2018 lo obtuvo La chica no olvida, de Irene X, y en 2019 Huir de mí, de Redry, ambas obras muy similares y ambas pertenecientes a un tipo de literatura que incurre en un universo sentimental que alarga la adolescencia, una mirada al mundo sin demasiada complejidad de pensamiento ni conflicto individual, puesto que consiste en asumir lo que convencionalmente se acepta en la actualidad como lo que debe hacerse, en especial entre el sector social al que se dirige (hay una moralidad políticamente correcta en estos poemas, una educación sentimental que reconduce todo a una emoción fácil a flor de piel), y una escasa capacidad para manejar los recursos poéticos y la historia de la poesía que podrían dar más profundidad a esos mensajes o permitirían, al menos, huir de los lugares comunes. Son textos escritos para ser leídos sin dificultad por un público que no quiere complicarse la lectura y busca una complicidad emocional inmediata, como ocurre ahora en las redes sociales más populares de internet. La diferencia entre los dos autores premiados anteriormente y el de este año es que aquellos caían bien y parecían sinceros en su decir incluso a los que rechazan esta forma de escritura, eran conocidos previamente, habían merecido de alguna manera la atención de la prensa a la que habían concedido entrevistas y tenían ya la complicidad de su público. También que los poemas que se conocen del ganador de este año no es que estén en el límite de lo poético, es que ni siquiera lo adivinan en su horizonte lejano, puesto que caen directamente en los riesgos constantes de estas obras: la frase típica de las postales con mensajes bonitos, la pseudopsicología de los malos libros de autoayuda y el lugar común que convierte la obra individual en una ficción puesto que da igual la firma que esté debajo del texto. Todos son iguales.

Hoy le han dedicado unos minutos en un programa de radio de máxima audiencia al asunto (la polémica es parte de la publicidad buscada por la editorial, como el desenfrenado quehacer de los odiadores de las redes sociales que contribuyen a que tenga mayor difusión aquello que atacan). Parece ser que se duda que exista este autor realmente y se ha lanzado la idea de que sus poemas están escritos por un robot. No es la primera vez que ocurre. La inteligencia artificial se ha desarrollado tanto que un programa informático puede pintar un cuadro nuevo de cualquier pintor de la historia del arte o escribir un nuevo poema de García Lorca o de Gil de Biedma. Como muchos de los que han levantado la voz contra Cabaliere no han leído las obras completas de García Lorca ni de Gil de Biedma ni de tantos otros, podrían tomarlo como verdadero o como un inédito descubierto en una carpeta de cartón. Hace tan solo unos años parecía risible que un programa informático pudiera producir un poema, ya no, porque es una realidad. Basta con introducir en una base de datos los poemas de cualquiera, para que el programa aprenda las palabras básicas que usa el autor y sus combinaciones más frecuentes, así como las claves de elaboración de su mundo poético. Luego se pulsa una tecla para crear algo nuevo. Como en los filtros de las fotografías, se puede elegir acentuar el lado surrealista o el social o el lirismo... Claro está, el programa produce según los datos que se le han introducido y parece ser que, en esta ocasión, no convenía introducir los poemas de Garcilaso de la Vega ni los de Cernuda, por ejemplo.

No sé si Cabaliere existe o no. La editorial se ha apresurado a desmentir el rumor y afirmar que existe, pero que conoce muy poco de él, incluso que no se sabe bien si es nombre auténtico o pseudónimo. Debido a la pandemia, no podrá venir a España a recoger el premio. Si no existiera, aunque fuera todo intencionado por la editorial, caerá en desprestigio porque el público de este tipo de texto busca una conexión de sinceridad directa entre el autor y el receptor. O no, porque en las redes sociales se suceden las cosas con tanto vértigo que de vez en cuando aparece la noticia de que alguien que murió hace años acaba de fallecer o se vuelven a poner en circulación noticias ya desmentidas hace meses. Quizá aparezca alguien, a la manera de aquellos grupos musicales de gente guapa de moda hace unos años que hacían como que cantaban sobre la voz de verdaderos cantantes. Si existe, lo conoceremos en breve y será uno más hasta que el número de sus seguidores decaiga, porque no creo que, de pronto, comience a tener tanto éxito de público y ventas la buena literatura ni la literatura a secas para que sustituya el fenómeno del que hablamos.

Yo no me he escandalizado por este premio a diferencia de tantos, es el lógico devenir de la grave caída cultural que se observa desde hace unos años. Una caída que comienza en la enseñanza de literatura en los centros educativos y se refuerza en su descrédito creciente, a lo que han contribuido eficazmente muchos de los que ahora se rasgan las vestiduras, Han atacado visceralmente a todo el que sabe algo y a cualquiera que sea capaz de escribir con cierta calidad o que use palabras que vayan más del puñado de uso habitual. Existe una extendida y peligrosa policía moral contra la poesía entre los poetas y críticos literarios de internet a la que, curiosamente, no pertenecen autores como Cabaliere ni sus afines, que van a lo suyo sin atacar a nadie, así que antes de criticar premios como este, que se pregunten los indignados cuánta responsabilidad tienen en que el camino haya llegado hasta aquí, burlándose de un metro bien medido, del ritmo poético, del uso de las metáforas, de la sutileza de las imágenes, de la profundidad de pensamiento, de las referencias a los clásicos o de un poema que se eleva por encima del nivel medio de la conversación y del mundo de referencias de mirada corta que suele protagonizar la poesía actual cuyo horizonte único parece ser el prosaísmo. Por suerte, la literatura existía antes de los tiempos de las redes sociales de internet y puede encontrarse a buen precio en ediciones fiables. También hay buena literatura en esos espacios, pero suele estar muy alejada del ruido.

8 comentarios:

  1. El problema es que quien le da pábulo a las redes cae en su propia trampa, las redes adquieren importancia porque se la concedemos nosotros. No seamos hipócritas, presumimos de los seguidores y de los "me gusta" que tenemos como si fueran trofeos, sin darnos cuenta de la falsedad e interés que mueven. Nos dejamos engañar por pura vanidad y egolatría. Este premio, decía Espido Freire ésta mañana, que lo ha propiciado las redes y los "me gusta" ¡Qué vergüenza!

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  2. Uy, cómo anda el patio de los poetas, poetastros y robotpoetss. La poesía, señor hidalgo...

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  3. Me pregunto ¿que diferencia hay entre un libro realizado por un "negro" y otro realizado por un programa informático?.

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  4. No sabía del tema, y es preocupante, simplemente por lo que dices: por la caída cultural, pero me temo que también del negocio que bulle en torno a la "cultura", más pendiente de ventas que de promover y promocionar las buenas o al menos decorosas letras. Si la difusión de la "calidad literaria" va a depender de esos me gusta y otras zarandajas líquidas de las redes sociales, es decir, de quienes menos leen, vamos apañados.

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  5. Tomo esta, como la primera clase magistral del curso, suerte que La Acequia se transforma en cedazo de la literatura.
    Gracias Pedro

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  6. Algo he leído sobre este personaje enigmático. Dicen que tiene infinidad de seguidores pero que genera muchas dudas sobre la idoneidad de premiar al "dictado" de las redes sociales...

    Saludos

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  7. Personalmente dejé de seguir a lamebotas en busca de comentarios boomerang...
    Me quedé con 4 o 5 lectores, ocasionales, y me sobran. De esa manera también se gana tiempo...
    Góngora, Garcilaso...
    El Garzón de Ida me trajiste a la mente, sin pensarlo(s).

    Besos, Pedro.

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  8. No sabía del asunto y no tengo un criterio formado al respecto... Tu información es muy interesante...

    Nunca me han gustado los concursos literarios...

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