Cuando escribo esto, escucho el crotoreo de las cigüeñas en el vecino campanario de San Gil. Este sonido no puede confundirse con nada más. El campanario está cerca -tan lejos, ahora- y las cigüeñas anidan allí año tras año. Imagino el campo lleno de lilas y lirios azules. El azul intenso es uno de los colores más sorprendentes de las flores silvestres. Encontrarlo en un paseo por los senderos de esta sierra es abrir la naturaleza al misterio: entre el verde, un azul que parece cielo anochecido. La lila tiene condición de mimosa, vertical el lirio azul, tan orgullosamente elegante.
Dicen que uno de los efectos de la enfermedad provocada por este virus es la pérdida del gusto y del olfato. No podría oler la profundidad de las lilas. ¿Se puede oler con el recuerdo? ¿Pueden recordar la densidad de un sabor los que han perdido el gusto?
Más allá de los errores cometidos por todos los gobiernos y administraciones en la gestión de esta pandemia, en cada país se utiliza el virus para continuar la crispación en la que ya se vivía antes. Curiosamente, este virus ha unido en errores comunes a casi todos los gobiernos, sean cuales sean las ideologías que los sostengan, también en los aciertos. Sobre aquellos tendrán que dar cuenta no tardando, porque ha sido evidente la falta de previsión en casi todos los países. En sistemas democráticos esto llega antes o después. Sin embargo, es tal la desmesura en mucho de lo que escucho y leo, que voy pensando que ya no tenemos remedio, la sinrazón de algunos argumentos da para pensar que hay un desquiciamiento en un sector creciente de la sociedad. ¿No son conscientes los crispados que pierden la posible razón que pudieran tener en las críticas con su inoportunidad o con el uso de patrañas burdas y consignas de manual de política barata, con la ofensa desde la primera fase? ¿No quieren ver los que crispan que una sociedad tensada es más débil para afrontar nuevos problemas, que vendrán? Este siglo XXI va siendo, por ahora, el de la mala educación y la provocación soez y sin argumentos, el de la debilidad de pensamiento y argumentación. Desoímos al otro cuando más deberíamos oírlo. Vamos aceleradamente por un camino que comenzó en los años noventa y que nos conduce al desgobierno. Y seguimos. Qué gran esfuerzo vamos a tener que hacer para salir de esta circunstancia con una relativa armonía y estabilidad social, qué imposible se está haciendo todo.
En la sierra, las últimas lilas festejan la plenitud de la primavera.
Los 37 días de confinamientos, mas los que aún quedan, están dejando huella y por lo que cuentan, hasta final de año o principios del que viene nanai de la china.
ResponderEliminarQué poderosa foto con ese telón gris que uno no sabe si sube o baja pero que tiene la medida justa para mostrar la piel del cielo que enciende nuestro de deseo de lirios y lilas, ese azul tan carnal.
ResponderEliminarSí Pedro, cuando todas estas circunstancias terminen, más vale que a todos nos pillen confesados. Yo no sé si tú perdiste el olfato , ese el de la Pituitaria, pero me uno al olfato que huele la revuelta y el desasosiego.
ResponderEliminar¿Se puede oler con el recuerdo? Sí, yo hace 20 años que tengo anosmia y lo confirmo, sientes viejos olores a falta de nuevos.
ResponderEliminarDesestabilizan los que no quieren estabilizar, por malestar personal que necesitan socializar, quizás para no sentirse solos.
Creo que se puede oler con el recuerdo, y escuchar también. Escuchar dentro cuando no suena nada. Nuestros políticos no parecen pensar que los podamos escarmentar, imagino que creen que tenemos un aguante excepcional. O infinito, literalmente.
ResponderEliminarUn abrazo
También tengo anosmia desde hace varios años - nada que ver con el coronavirus - y confieso que no lo echo mucho a faltar. Tiene, como tantas cosas, ventajas e inconvenientes...
ResponderEliminarYo, hoy he decidido levantarme volátil y vertiginosa... Habrá sido esa otra Edurne que anda asustada por las esquinas de mis interiores...
ResponderEliminarEl caso es que agobia, y mucho andar por la vida como en una bacanal continua, pero sin alegría...
¡Ayyyy!
Esperemos que en algunas cabezas entre un poco de sentido práctico y común.
Ingenua me dicen...
Ya.
Besos.
;)
Muchos nubarrones pero el azul es muy azul. Y nos alivia.
ResponderEliminarNo podemos permitirnos la debilidad. La crispación y el odio duelen.
Una relativa armonía, a ver si...
Nadie va a dar explicaciones de todo esto, por eso solo queda admirar las flores de azul intenso del campo y callar.
ResponderEliminarEn un cielo azul limpio, como nunca, se oye a todo tipo de ave que canta alborozada, parece como si hubieran tomado la Tierra que les fuimos arrebatando.
ResponderEliminarLos que seguimos en el cotorreo sin pensar antes de hablar, somos el resto de los habitantes de este planeta y ya no son solo los políticos, que tendrían que ser nuestro ejemplo, los que se desmadran, porque al resto se nos va nublando las entendederas, dejándonos llevar por la pura emoción, sin aportar un mínimo de raciocinio. ¡Tenemos tanto que aprender!
Besos
No tenemos remedio, no. Ha habido una falta de previsión evidente, tanto por razones técnicas como políticas; y ha habido muchas presiones tanto económicas como mediáticas que han condicionado mucho la gestión de esta crisis sanitaria y que va repercutir en la crisis económica que ya tenemos y que se agrandará más adelante...
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