Hace unos diez años yo era una persona sin paisaje. Había perdido el mío y me había sepultado en la tristeza. Desde entonces, he recuperado el mío, el de la llanura castellana levemente ondulada por los montes Torozos, el del valle del Pisuerga a punto de entregarse al Duero, la altura del páramo y los oteros, y he abierto la vida a otros, estaciones singulares de la antigua ruta de la plata, que yo extremo desde la sierra de la Demanda hasta las marismas del Guadiana o las tierras del Algarve. Hay un centro nuevo de toda la geografía en esta sierra de Béjar en la que me ha sorprendido el confinamiento. Tan diferente a todo lo que yo era antes. Así que ahora llevo dentro varios paisajes. Si cierro los ojos veo la llanada luminosa y fiera desde Palencia hasta Astudillo, las puestas de sol de Urueña con la emita de La Anunciada abajo, el valle de la comarca de la Guareña, la llegada a Burgos desde las cuestas de San Mamés, las vistas desde el Mencilla hacia Tinieblas, la sorpresa escondida de el Palancar, la sierra de Huelva tajada en rojo por el río Tinto, la vida plena de la marisma ayamontina, las playas del Algarve abiertas al mar. Toda ellas vertebradas por esta sierra, con la geografía sentimental: Puerto de Béjar, Cantagallo, Béjar, Candelario. El Cuerpo de Hombre desde Hoya Moros hasta el Alagón y ese misterio permanente del Sangusín. Y arriba Piquitos, el Calvitero, las lagunas del Trampal, el Canchal de la Ceja, la Muela. Y aquí, enfrente mismo, la peña de la Cruz, tan cerca y tan lejos ahora.
Triste país, que no quiere cambiar. Se ha convertido en problema que no dejen salir a los niños a pasear durante el confinamiento y que los dejen salir, que no nos permitan salir más que a lo imprescindible y que se nos permita salir a tomar el aire a partir del sábado día dos de mayo, que haya confinamiento y que no lo haya, que se adopten medidas similares al resto de los países y que no se tomen, se ataca que se aplauda en agradecimiento desde las ventanas a los que trabajan para que los demás no salgamos, que comparezcan los responsables técnicos y políticos y que no comparezcan... En este país parece que ahora importa muchísimo que durante una conexión en directo desde su casa a un popular periodista, no demasiado riguroso y que suele mezclar opinión e información sin distinguir, como es tendencia por aquí desde hace un tiempo, apareciera por el fondo una mujer en ropa interior. Semidesnuda, decían algunos titulares, en paños menores, dirían nuestros abuelos, corita dirían en otros lugares. Y con esto han vuelto a recuperar el pulso los programas sensacionalistas que parecían apagarse porque ya nadie tenía ningún escándalo nuevo y el morbo tonto y banal ha invadido las páginas y los tiempos incluso de los medios de comunicación más serios. Quizá solo sea mero entretenimiento entre tanta preocupación. Al final, hemos encontrado un tema de conversación adecuado, el que nos devuelve a uno de los lados más nuestros.
Hoy, sin embargo, he prestado atención a lo que dicen los expertos sobre el futuro inminente, las posibilidades de rebote del virus a corto plazo y las medidas que debemos adoptar para que esto no suceda o cuando suceda. He prestado atención porque muchos dirán que no se dijo nada a tiempo. También quiero retener lo que se anuncia sobre las próximas semanas en otro orden de cosas, cuando comience el calor en mayo y las posibilidades de incendios forestales a corto plazo, antes de tiempo, con nuestros montes más descuidados que nunca y llenos de vegetación por las lluvias de abril. Se anuncian también tormentas fuertes, como las que vienen ocurriendo desde hace unos años porque no se nos debería olvidar que últimamente lluevo como nunca ha llovido por aquí.
Todo seguirá cuando salgamos. El virus estará aún presente y no habremos solucionado lo que teníamos antes del confinamiento. Cuántas tareas pendientes cada uno de nosotros, de las que importan.
Por ahora, anochece, con un cielo hermosamente nublado.
Por ahora, anochece, con un cielo hermosamente nublado.
Los paisajes de dentro conforman los paisajes de fuera. Los sentimientos los modelan. Siempre queda algún paisaje aunque estemos pasando el desierto.
ResponderEliminarTenemos muchas tareas pendientes,que no pongan tan difícil lo que es fácil si se pone buena voluntad. NOs va la salud y la vida en ello.
Mi tarea más próxima, ya que se han derrumbado otras, es la de poder salir el próxima día 2 de Mayo, lo espero como eso.., como el agua de Mayo.
ResponderEliminarMe alegro de lo que cuentas, de haber encontrado un paisaje propio. Es mucho, eso. Durante estos días quizás lo que más cuesta aceptar es la incertidumbre, vivir con normalidad la incertidumbre a casi todos niveles. Pero bueno, en eso creo que estamos la mayoría, en cómo hacerla vivible con normalidad. Nos acostumbramos a todo, por lo que sé a mi edad.
ResponderEliminarCreo que voy a comenzar a leer otra vez "El quijote", el que tú enlazas.
Un abrazo
Triste del que todavía no ha encontrado su paisaje (exterior, el que a uno le gusta pasear y respirar; e interior, ese saber estar en el mundo tan necesario).
ResponderEliminarAhora recaerá en nosotros ese reto, enfrentarnos a los demás y a la naturaleza con responsabilidad.
ResponderEliminarYo he encontrado mi paisaje, después de haberlo perdido durante muchos años y ese paisaje es el de mi infancia.
ResponderEliminarTriste país que lo cuestiona todo y no se para de discernir la verdad de la mentira y el protestar sin reflexionar. Como bien dice Mayca habrá que enfrentarnos a lo que nos venga con mayor responsabilidad a ver si de una vez, somos capaces de aprender.
Besos