¿Seguirá florecido el membrillero? ¿Se habrán entristecido sus flores estos días? Paco y yo, camino de clase, nos detuvimos a contemplar la explosión de sus flores en el jardín de la Facultad: todo el arbusto parecía un único ramo enrojecido. No sabíamos todavía que iba a ser el último día de clase antes del confinamiento. Cuando maduren los frutos, le dije a Paco, habrá que probarlos.
Cuántos planes hicimos antes de la pandemia. Miro mi agenda, llena de aplazamientos. Observo cómo se acercan los días en los que habrá que aplazar otros. La vida es lo que no se aplaza. Esto es lo que toca vivir hoy. Descubro qué fácil es aplazar todo lo otro que tan importante era.
Se hace de noche. Veo cómo se oscurece la sierra de Béjar desde la galería del salón. A mi izquierda, el Calvitero, blanco por la última nevada. Justo enfrente, la peña de la Cruz. A mi derecha, donde el sol se pone, la sierra de Francia. Los jabalís habrán salido ya a saciar su hambre y su sed, extrañados de no oler a ser humano.
Iré a verlo, no sé cuándo, iré.
ResponderEliminarSalud y ánimo.
Sí Pedro:
ResponderEliminarLa naturaleza no aplaza su evolución; el membrillero seguirá su curso, el jabalí se moverá con más libertad y el Clavitero cederá agua a la torrentera. Nos queda esperar a que el aislamiento pueda confinarse para, antes o después de clase, llegarnos al membrillero y -si se puede- probar sus frutos.
Gracias, un abrazo.
Todo lo exterior sigue su vida, somos muy pequeños. En la naturaleza las pandemias creo que no son extrañas. Leer, escuchar música, hablar, ver la tele, sufrir por los hijos que están lejos...vamos pasando.
ResponderEliminarPuede que dé tiempo de leer el Quijote, Fortunata y Jacinta, la Regenta y varios más.
Un abrazo
¿Nos querrá acompañar el membrillo en nuestra desgracia?.
ResponderEliminarLa naturaleza sigue adelante. Un saludo
ResponderEliminarLo hermoso es ver a la naturaleza haciendo de las suyas hasta donde te alcanza la vista y no un horizonte de edificios con una avenida debajo casi desolada y solo oír el solitario acompañamiento de un coro de gaviotas sorprendidas por no saber si hay seres humanos en alguna parte o han llegado a la región de los acantilados.
ResponderEliminarAl menos tú tienes el consuelo de las vistas. Otros, como mucho la imaginación. Todo se ha detenido. ¿Catástrofe u oportunidad? De momento, a cuidarse. Luego, se verá, aun con cierta oscuridad.
ResponderEliminarEsto es lo que toca vivir hoy, así es, nada más y nada menos. No es ningún paréntesis, es todo lo que hay, porque aunque no durará siempre y pasará antes de que nos demos cuenta, así es también el resto de nuestra vida. Yo casi te diría que por momentos echo de menos un confinamiento verdadero, lejos del aluvión de mensajes que entran en mi casa por todas partes, como si no tuviera paredes.
ResponderEliminarLa naturaleza sigue su curso, somos nosotros, los que nos hemos detenido y nos duele.
ResponderEliminarBesos