En la entrada anterior sobre esta obra de Ortega quedó claro algo que solo la ceguera de quien lee sin aceptar lo leído puede negar: España solo existió tras la unión de la corona de Castilla -que había lanzado la idea- con la corona de Aragón y, por lo tanto, su pasado, presente y futuro no es castellanista. No debe serlo. Cuando la idea se concreta en esa nueva realidad, deja de ser un proyecto de Castilla para ser algo mucho más ancho y solo así puede seguir.
En su ensayo, Ortega procura un análisis de la construcción de España para comentar las razones de la decadencia y su tendencia a la disgregación en los momentos en los que escribía su ensayo. La pérdida de vigor del motor centralizador castellano es solo uno de los puntos, la falta de verdadera generosidad de los nacionalismos periféricos con el impulso común, otro. Pero hay rasgos más profundos que a Ortega le interesaban mucho más puesto que en su solución ve la única forma de corregir la tendencia a la disolución de España y aquí es en donde justifica el pesimismo de partida puesto que los considera elementos esenciales del español de muy difícil modificación. Los visibiliza en el apéndice que acompaña al texto central, una serie de artículos en los que aborda lo que él llama poder social. En ellos concluye que todo conduce a la fragmentación porque esa es la tendencia natural de la sociedad española, poco dada a la unión sea cual sea el carácter de esta. Leyendo a Ortega casi parece prodigioso que haya existido España durante tantos siglos y que parece muy difícil hallar una solución en tiempos de desagregación en los que las masas predominan sobre los individuos. Recordemos que su pensamiento iba ya encaminado hacia la construcción del concepto de La rebelión de las masas, un análisis de la situación que iba más allá de la cuestión española. En ese camino, anticipa:
En España ha llegado a triunfar en absoluto el más chabacano aburguesamiento. Lo mismo en las clases elevadas que en las ínfimas rigen indiscutidas e indiscutibles normas de una atroz trivialidad, de un devastador filisteísmo. Es curioso presenciar cómo en todo instante y ocasión la masa de los torpes aplasta cualquier intento de mayor fineza.
Este es uno de los núcleos del pensamiento orteguiano en aquella época y sobre esta cuestión, algo en lo que se mostraba intransigente y en lo que parece no distinguir tonos grises:
Si España quiere resucitar es preciso que se apodere de ella un formidable apetito de todas las perfecciones. La gran desdicha de la historia española ha sido la carencia de minorías egregias y el imperio imperturbado de las masas. Por lo mismo, de hoy en adelante, un imperativo debiera gobernar los espíritus y orientar las voluntades: el imperativo de selección.
Qué hubiera pensado Ortega y Gasset de asomarse en los últimos tiempos a las redes sociales.
Algunos aspectos del análisis que observamos en España invertebrada pagan excesivo peaje a la época en que se escribieron, al miedo a las masas que manifestaban los liberales al estilo de Ortega en unos tiempos en los que la mayor parte de la sociedad no tenía acceso a la educación y a la información y en los que muchas ideologías políticas estaban fuera de cualquier tipo de gestión política del poder. Sin embargo, otros puntos de su pensamiento son absolutamente lúcidos, como la necesidad de construir un pensamiento de sociedad que vaya más allá de los particularismos (de clase, de cultura, de oficio, de religión, etc.). Entre otras cosas porque la tendencia a la desagregación es absolutamente peligrosa para la convivencia y nos desarma frente a los intereses que se nutren precisamente de la desafección y de la disolución. Ser menos sociedad nos deja en situación muy débil. Suele ocurrir que la disolución parte de una situación de descontento y los pasos que se dan como reacción son más emocionales que racionales, con lo que las causas del descontento no se solucionan sino que se agravan. De hecho, quienes fomentan la disolución y la desagregación suelen ser los verdaderos enemigos y detrás de ellos hay intereses espurios. Y en eso, como en algunas otras cosas, Ortega tenía toda la razón y estaba en el camino correcto de la solución.
En su ensayo, Ortega procura un análisis de la construcción de España para comentar las razones de la decadencia y su tendencia a la disgregación en los momentos en los que escribía su ensayo. La pérdida de vigor del motor centralizador castellano es solo uno de los puntos, la falta de verdadera generosidad de los nacionalismos periféricos con el impulso común, otro. Pero hay rasgos más profundos que a Ortega le interesaban mucho más puesto que en su solución ve la única forma de corregir la tendencia a la disolución de España y aquí es en donde justifica el pesimismo de partida puesto que los considera elementos esenciales del español de muy difícil modificación. Los visibiliza en el apéndice que acompaña al texto central, una serie de artículos en los que aborda lo que él llama poder social. En ellos concluye que todo conduce a la fragmentación porque esa es la tendencia natural de la sociedad española, poco dada a la unión sea cual sea el carácter de esta. Leyendo a Ortega casi parece prodigioso que haya existido España durante tantos siglos y que parece muy difícil hallar una solución en tiempos de desagregación en los que las masas predominan sobre los individuos. Recordemos que su pensamiento iba ya encaminado hacia la construcción del concepto de La rebelión de las masas, un análisis de la situación que iba más allá de la cuestión española. En ese camino, anticipa:
En España ha llegado a triunfar en absoluto el más chabacano aburguesamiento. Lo mismo en las clases elevadas que en las ínfimas rigen indiscutidas e indiscutibles normas de una atroz trivialidad, de un devastador filisteísmo. Es curioso presenciar cómo en todo instante y ocasión la masa de los torpes aplasta cualquier intento de mayor fineza.
Este es uno de los núcleos del pensamiento orteguiano en aquella época y sobre esta cuestión, algo en lo que se mostraba intransigente y en lo que parece no distinguir tonos grises:
Si España quiere resucitar es preciso que se apodere de ella un formidable apetito de todas las perfecciones. La gran desdicha de la historia española ha sido la carencia de minorías egregias y el imperio imperturbado de las masas. Por lo mismo, de hoy en adelante, un imperativo debiera gobernar los espíritus y orientar las voluntades: el imperativo de selección.
Qué hubiera pensado Ortega y Gasset de asomarse en los últimos tiempos a las redes sociales.
Algunos aspectos del análisis que observamos en España invertebrada pagan excesivo peaje a la época en que se escribieron, al miedo a las masas que manifestaban los liberales al estilo de Ortega en unos tiempos en los que la mayor parte de la sociedad no tenía acceso a la educación y a la información y en los que muchas ideologías políticas estaban fuera de cualquier tipo de gestión política del poder. Sin embargo, otros puntos de su pensamiento son absolutamente lúcidos, como la necesidad de construir un pensamiento de sociedad que vaya más allá de los particularismos (de clase, de cultura, de oficio, de religión, etc.). Entre otras cosas porque la tendencia a la desagregación es absolutamente peligrosa para la convivencia y nos desarma frente a los intereses que se nutren precisamente de la desafección y de la disolución. Ser menos sociedad nos deja en situación muy débil. Suele ocurrir que la disolución parte de una situación de descontento y los pasos que se dan como reacción son más emocionales que racionales, con lo que las causas del descontento no se solucionan sino que se agravan. De hecho, quienes fomentan la disolución y la desagregación suelen ser los verdaderos enemigos y detrás de ellos hay intereses espurios. Y en eso, como en algunas otras cosas, Ortega tenía toda la razón y estaba en el camino correcto de la solución.
Noticias de nuestras lecturas
Hace tiempo que las entradas elaboradas por Mª Ángeles Merino en su blog se han convertido en la memoria de nuestras reuniones, la forma de recordarlas o de que los que no estuvieron en ellas las vean por dentro. Además, las ilustra estupendamente. Sirva como ejemplo la que dedica a nuestra reunión para comentar España invertebrada de Ortega y Gasset.
Seguro que la mayor parte de los lectores de este blog conocen que este club de lectura nació a partir de una locura colectiva. El 24 de abril de 2008 lancé la idea de la lectura colectiva del Quijote. La primera experiencia mundial en la que se abordaba esta novela de Cervantes, capítulo a capítulo (a razón de uno por semana) utilizando las posibilidades de la red 2.0. Con motivo de aquella locura nos enlazamos y conocimos los autores de los blogs que colaboramos. La cosa nos llevó hasta el 29 de noviembre de 2010 y festejamos su éxito comiéndonos una olla podrida el 4 de diciembre de aquel año. Pues bien, María Ángeles Merino, que participó en ella -en la lectura y en la olla-, acaba de reactivar el blog en el que ha ido publicando sus colaboraciones, con la aportación para el capítulo 50 de la primera parte. Y a mí se me han despertado las ganas de repetir experiencia...
De cuando leímos el Quijote...
Seguro que la mayor parte de los lectores de este blog conocen que este club de lectura nació a partir de una locura colectiva. El 24 de abril de 2008 lancé la idea de la lectura colectiva del Quijote. La primera experiencia mundial en la que se abordaba esta novela de Cervantes, capítulo a capítulo (a razón de uno por semana) utilizando las posibilidades de la red 2.0. Con motivo de aquella locura nos enlazamos y conocimos los autores de los blogs que colaboramos. La cosa nos llevó hasta el 29 de noviembre de 2010 y festejamos su éxito comiéndonos una olla podrida el 4 de diciembre de aquel año. Pues bien, María Ángeles Merino, que participó en ella -en la lectura y en la olla-, acaba de reactivar el blog en el que ha ido publicando sus colaboraciones, con la aportación para el capítulo 50 de la primera parte. Y a mí se me han despertado las ganas de repetir experiencia...
Ahora leemos Poeta en Nueva York de Federico García Lorca.
Estamos leyendo ahora Poeta en Nueva York, uno de los poemarios más importantes del siglo XX en cualquier lengua. Las colaboraciones correspondientes aportadas por los que se suman a este club se publicarán en la próxima entrada.
La tarde del próximo lunes 2 de marzo celebraremos la reunión del formato presencial del club de lectura en la sede burgalesa del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, en sesión conjunta con el Aula de Historia de Alumni UBU. El encuentro tendrá lugar a las 17:00 hs., con entrada libre hasta completar el aforo. Te esperamos para comentar Poeta en Nueva York de Federico García Lorca.
Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales) en este blog.
Para conocer la forma de seguir las lecturas de este club y la lista del presente curso, este enlace.
ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.
Quiero creer que nuestra España invertebrada tenga remedio, que sepamos funcionar como sociedad, que nos demos cuenta de lo que se esconde detrás de particularismos y nacionalismos y sepamos reaccionar a tiempo. Ortega nos advirtió de nuestra debilidad.
ResponderEliminarHace mucho tiempo, es verdad, que comencé a redactar las crónicas de las reuniones presenciales, al principio no estaba muy segura de que mis rápidos y casi ilegibles apuntes sirvieran para atrapar su espíritu y algo de la letra, ya que no toda la letra, lo cual, como digo siempre, es humanamente imposible. Me pareció que funcionaba y seguí adelante, la cronista está encantada y agradece tus palabras.
En cuanto a la lectura del Quijote, yo también estaría encantada de iniciar otra, aunque ahora me faltaría la sana desvergüenza de entonces y escribiría menos...seguro. Porque aquella aventura quijotesca fue algo único e inolvidable: bajo tu dirección vivíamos los capítulos, escribíamos y nos escribíamos, ay aquellos compas blogueros, qué bien lo pasamos y qué lectura más completa y contrastada pudimos tener de la gran obra de Cervantes. Mi recuerdo para los que se fueron para siempre: Manuel Tuccitano, Jan Puerta, Gelu...
Hace poco, puse al día los perfiles de mis blogs y revisé las entradas, vi que una estaba en borrador, me pareció raro y la publiqué, entonces se activó. He vuelto a leer esa entrada sobre el comienzo del capítulo 1,50. ¡Lo que vale la literatura, el mejor antidepresivo! ¡Que lo sepa bien el señor canónigo! Era abril de 2009 y yo por esas fechas las estaba pasando canutas, pero escribir aquello me hizo tanto bien que un día te dije que, después de mi trabajo tan duro comentar el Quijote era para mí como un "spa". Yo me metía en aquellas historias con todo mi equipaje emocional y todavía hoy me reconozco como personaje junto a los personajes que inventó Cervantes. Luego cambié de centro y las entradas cambiaron, mi equipaje emocional era otro.
Todos los veranos vuelvo a leer el Quijote, cada capítulo con tu comentario en La acequia, mi entrada correspondiente en el blog y lo que escribían los compas blogueros. Un Quijote con muchos espejos y ecos.
Un abrazo, Pedro. Habrá primavera.
Me parece muy buena, bueno, para mí, la idea de volver a leer el Quijote. No estuve la otra vez y no me importaría nada hacerlo. Siempre es pertinente hacerlo, por lo que veo y he visto durante estos años. Me apunto,
ResponderEliminarUn abrazo