Un día inventarán la máquina que tome las fotografías de las ausencias. En el fondo, vivir se nos llena de vacíos que nunca pueden rellenar las nuevas presencias. El mayor de esos vacíos es el de nosotros mismos, porque con cada elección solo tomamos una vida de entre las muchas que se nos ofrecen. Así, nuestra biografía es un retrato empobrecedor de quienes pudimos ser, aunque la opción nos haga felices o triunfadores. Algunas veces damos un golpe de timón y nos decimos que hasta allí hemos llegado y buscamos una parte de quienes pudimos ser. Encontramos entonces un montón de cadáveres con nuestro nombre y apellido. Como al anochecer en un campo de batalla, los que aún viven nos reclaman y caminamos entre ellos. A veces los tocamos para reconocernos en ellos sin algunas heridas que nos marcaron después de que nos desprendiéramos de ellos. Algunos nos sorprenden por su ternura. Lo más devastador es que la mayoría de nosotros han caído para siempre. No hay cementerio que pueda recogerlos.
Vivir es elegir... a veces con dificultad (encrucijadas)... vivir también es recibir y despedir... recibir es jubiloso, despedir es doloroso... vamos de las presencias a las ausencias uniendo recuerdos a través de nuestro hilo de memoria... yo no sé por qué es así, pero es así... no sé si esa máquina que dices existirá algún día, hasta entonces tenemos que echar mano de nuestra memoria, y de todos esos objetos que la motivan (fotos, vídeos, utensilios, espacios...) no sigo, estoy llorando...
ResponderEliminarAbrazo
Somos cadáveres, presentes y futuros, no hay dudas al respecto.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Viejos papeles, fotografías de todo tiempo y lugar, agendas desechadas, libros con nuestro nombre en la primera página, recortes de prensa, pequeños objetos que nos traían o traen aún un significado más que un recuerdo...puede que sean cadáveres, pero son nuestros queridos cadáveres, ¿no crees?
ResponderEliminarY conforme una avanza en edad, esas ausencias se hacen mayores, no hay que darle muchas vueltas, es lo que hay.
ResponderEliminarVivir es enterrar posibilidades, millones de ellas.
ResponderEliminarPara sobrevivir es inevitable obviar esos cadáveres cambiando el "Norte" de nuestro camino...
ResponderEliminarY volver a empezar mientras nos amanezca...
ResponderEliminarUna
y otra vez,
otra vez...
mientras nos amanezca.
Abrazo y beso, Pedro.
Un cementerio demasiado poblado, quizás por ello se han inventado los crematorios.
ResponderEliminarQué gran foto, Pedro, qué retrato fantástico: esa mirada tuya a través de los ojos del muñeco con el que pareces tener una familiaridad inquietante. Tus palabras lo explican pero la imagen lo demuestra.
ResponderEliminar"Estoy llena de vacíos", decía un verso de mi amiga Ino Muñoz
ResponderEliminarY creo que a sí es.
Besos
¡Tantas vidas dentro de una!
ResponderEliminarEsta entrada es demasiado profunda para estos días...
¡Feliz vida, Pedro!
Y un besabrazo de tiempos cambiantes.
;)