Ay de aquellos que solo ven los monstruos en el bando contrario.
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Como seré devorado por los míos, procuraré que tengan una digestión pesada.
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En las banderías, lo más curioso sucede cuando los enfrentados no se dan cuenta de que los monstruos de un lado y del otro sirven a los mismos amos. El que se lo dice se expone a las iras de todos. Paciencia.
Eso, paciencia.
ResponderEliminarA los monstruos, vengan de donde vengan, ni agua de la fuente...
ResponderEliminarBesos, Pedro.
El efecto burbuja, una palabra de moda. Tengo una ficción en mi blog titulada "Vivo genial en mi esfera de cristal". Quizás por ahí vaya la solución.
ResponderEliminarSon los más monstruosos los que nos advierten sobre las monstruosidades del otro lado!
ResponderEliminarLa cuestión que a veces me asalta: ¿al servicio de quién se pondrán nuestros monstruos personales?
ResponderEliminarLos monstruos me dan mucho miedo, muchísimo. Vengan de donde vengan.
ResponderEliminarOjalá abramos los ojos y todo sea una pesadilla, ojalá... :(
Besos.
Paciencia, como dices. 😘
ResponderEliminarDecían que éramos monstruos pero, entonces, ¿qué eran ellos?
ResponderEliminarSaludos,
J.
A veces tiene uno la impresión de que todo, o casi, obedece a una necesidad de proveernos de historias, de convertirnos en personajes por un día, en heroes efímeros de telediarios, de dotar de sentido, aunque sea un sentido absurdo, a una cotidianidad un tanto plana. Como si no tuvieramos ya verdaderos problemas que resolver nos dedicamos a crear otros diferentes: problemas mezquinos a nuestra altura.
ResponderEliminar¿ Quién o quiénes son los que manejan esos monstruos? Me gustaría averiguarlo.
ResponderEliminarBesos
Como los nacionalismos, no hay monstruos buenos. Todos atemorizan...
ResponderEliminarMuy bueno
ResponderEliminarCierto, primero hay que vencer los monstruos propios, luego los del vecino, cuando tengamos la casa limpia. Y ahí, puede que derrotemos los del enemigo.
ResponderEliminarNo hay nada más monstruoso que que aquel que viene dizfrazado de buena persona, si se tratara de uno mismo, o de amigo si lo fuera de otro.
Besos
Pues sí, paciencia. La necesitamos con los demás y con nosotros mismos.
ResponderEliminarUn abrazo
Tan de acuerdo, tan de acuerdo. Eso. Nada más puedo añadir a esta idea tan acertada.
ResponderEliminar¡Qué razón tienes! Y sobre todo, en la última...
ResponderEliminarAbrazo