Ni mentiras piadosas ni tiempo para marcar en el móvil el último número que te ha llamado. Damos por supuesto que si llegara el final del mundo nos daría tiempo a despedirnos o decir una frase brillante. No es malo asumir que hay un final de trayecto. Bajar lentamente del tren con la maleta, subirse la solapa del abrigo para protegerse de este frío de finales de febrero, peinarse con la mano el flequillo. Respirar profundamente. Mirar a un lado y a otro y ver que el suelo del andén está mojado y suponer que ha llovido un poco antes de que hayamos llegado. Y constatar que es de noche, que ya nadie nos espera, que todo se ha quedado ya atrás: felicidad, tragedias, besos, sonrisas, llanto. Que toda la labor está ya hecha. Y recogerse, caminar despacio hasta el final del andén, llegar a las escaleras y hundirse en el subterráneo.
Acabo de regresar de un largo viaje.
ResponderEliminarY me dije exactamente eso mismo.
Me tomé un buen baño, mientras escuchaba esta canción...
http://www.youtube.com/watch?v=-cfO0bzJMbM
La casualidad... era eso que mencionas justo con la imagen del flequillo.
;-)
Besos, Pedro.
Una imagen que me inquieta. Hay que salir del subterráneo cuanto antes.
ResponderEliminarBesos
Ese es un gran momento de lucidez, el de asumir lo inevitable. Después, hundirse en el subterráneo y partir. Otra escalera nos espera. Esas serán las de salida a una nueva estación. Habrá que caminarla.
ResponderEliminarMe encanta cómo escribes, Pedro.
Buenas noches
Siempre hay alguien que nos espera al otro lado, aunque creamos, que no hay nadie, nunca estamos solos, nunca, Pedro.
ResponderEliminarAnimo, Pedro, te veo un poco decaído, intenta subir de ese subterráneo, allí abajo hay mucha oscuridad.
Un beso.
es triste pensar que no hay nadie , pero ello es solo una ilusión... siempre habrá quien piense y nos espere
ResponderEliminarbuena jornada
Este hundimiento en el subterráneo me ha hecho recordar un poema de Hölderlin que me gusta mucho y que casualmente traduje hace un par de días. El poema se titula "Mitad de la vida", y desde esta mitad del camino el yo lírico, que en este caso coincide bastante con el poeta que era también caminante, mira hacia atrás en su vida: la primera estrofa, el verano, el tiempo de la abundancia, la juventud, y echa un vistazo con temor hacia el futuro: el invierno, la segunda estrofa:
ResponderEliminar"¡Ay de mí! ¿de dónde saco,
cuando sea invierno, las flores y dónde
la luz del sol
y las sombras de la tierra?
En pie los muros están
mudos y frios, en el viento
rechinan las veletas."
Esta poetización de la desertificación del alma en el poema y en el "Final de trayecto" me impresionan, sin embargo, la vida con todo, para la mayoría de nosotros, quiero pensar -y me alivia pensarlo-, es algo más literal y está en continuo proceso; las estaciones vienen y van. Mañana será otro día y a finales de fefrero sigue haciendo frio pero quizás, no seguro, a la vuelta de la esquina nos espera otra primavera.
Saludos.
Buenas noches, profesor Ojeda:
ResponderEliminarEstoy finalizando las cartas (36 a 40) de 'La estafeta romántica’.
Había olvidado esas sensaciones al llegar, en tren, a esas ciudades castellanas tan frías. Y de noche.
Mañana será otro día. Se repetirán, felicidad, tragedias, besos, sonrisas, ...
Un abrazo
P.D.: Transformo en un clic el enlace de LA ZARZAMORA.
Horas bajas...es de noche, y todo está oscuro pero mañana darás el primer paso y otro y después otro del comienzo de un nuevo día donde seguro todo comenzará de nuevo. Ánimo!
ResponderEliminarEl final de los trayectos, pueden llevarnos hacia el subterráneo y la tristeza o hacia la pasarela y la ilusión. Todo depende del camino que decidamos tomar. De finales de trayectos esta la vida llena.
ResponderEliminarEl final del trayecto ha de hacernos aprender. Aprender a vivir...
ResponderEliminarTal vez por asociación de ideas, me has recordado esto que hoy leí en el muro de la escritora y poeta Elvira Daudet:
ResponderEliminarDESPUÉS DE LA BATALLA
No sabes lo que queda, sólo intuyes
la pérdida
de aquello que quizá nunca tuviste.
Si necesitas un abrazo aquí te dejo escrito unos cuantos.
Quiero pensar que al otro lado espera alguien.
ResponderEliminarSolo queda dormir, esperar que pase la noche y recibir el amanecer deseoso de explorar nuevos caminos.
ResponderEliminarSiempre hay un final de trayecto, el final de los finales es la muerte.
ResponderEliminarSaludos
te leí anoche, justo cuando colgaste esta reflexión...
ResponderEliminarY como ando como ando en estos últimos tiempos... ese subterráneo, ese final de trayecto me llevó directamente al final de todos los finales.
Normal, me dio llorona de nuevo, así que me fui a la cama transitando por mi subterráneo particular.
Pero alivia creer, pensar, que algo o alguien espera por nosotros al final de ese túnel, de ese camino, y que podremos abrir nuestra maletas, colgar nuestras experiencias en otros armarios, sacudirnos el polvo y la lluvia de nuestras viejas gabardinas, exhalar todo el aire constreñido que llevamos bien guardado...
En fin, no sé... Yo, por si las moscas, me atusaré bien el flequillo, no vaya a ser que me cojan despeinada! Y no quisiera!
Besos, Pedro!
;)
Ah, y muy interesante esa crónica del encuentro con Laura Castañón (puritita envidia)!
Saber que se está en la última estación no debe ser fácil, supongo que el grado de aceptación dependerá de nuestra fortaleza y de la calidad del trayecto recorrido. Darse cuenta al llegar al final del trayecto que uno se quedó sin mirar el paisaje, sin considerar siquiera a los otros pasajeros debe ser muy frustrante, muy triste, y la angustia no es buena compañera de viaje, aunque el viaje ya se acabe.
ResponderEliminarGrata coincidencia temática hemos tenido!
=)
Si es el subterráneo último del todo...no, no creo que me espere nadie. Me encantaría que allí estuviese mi abuelo para enseñarme de nuevo a multiplicar, mi abuela Luisa con sus dos Luisitas que volaron al cielo desde la infancia, mi abuela sacaría un libro del cesto de la plancha y leeríamos juntas, a los pies estaría mi perrillo Curry que de vez en cuando nos mordisquearía los pies con cariño. Mi padre sabría ya la mejor noticia: por fin tengo una escuela en Burgos. Y aquella alumna mía que se fue sin aprender lo de los euros...ven Feli y juguemos con euros de juguete...No, están muertos y nunca los veré; no me esperan en ningún subterráneo, allí solo hay ...tierra, la palabra lo dice.
ResponderEliminarTodavía no nos toca el subterráneo definitivo, Pedro. Carpe diem. Besos.
El final del trayecto bien puede ser el comienzo de una apasionante singladura. ¿Porqué no? Ánimo
ResponderEliminarHoy he recibido la noticia de una persona que ha bajado al subterráneo. Era esperado su final de trayecto, pero a pesar de todo duele.
ResponderEliminarBesos
¿no es mejor hundisrse en el agua? al menos uno puede jugar con los pecesitos de colores en lugar de con los gusanos.... :-)
ResponderEliminary quizás en este caso, hasta una sirena juegue con tu flequillo...
Besos
Támbién están esos finales inesperados, en donde ni siquiera da tiempo a bajar del tren o, incluso, a hacer una mínima maleta porque está incompleta y medio abierta.
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